LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE

Edición Octubre 2017

LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE - Revista publicada por los Ministerios Kenneth Copeland, disponible gratuitamente para personas que deseen suscribirse.

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Nota que esos versículos no dicen que la Palabra de Dios sale de Su boca para quedar inmóvil en un libro sobre tu mesa de noche. Tampoco lo hace para que puedas llevarla a la Iglesia el domingo. Dice que Su Palabra sale de Su boca para tener éxito en todo aquello para lo cual la envió. SALE DE SU BOCA Y NO V UELVE A ÉL VACÍA, SINO QUE HACE TODO LO QUE ÉL QUIERE, Y TIENE ÉXITO EN TODO AQUELLO PAR A LO CUAL HA SIDO ENVIADA. La Palabra está: «viva y llena de poder [hac iéndola ac t iva , opera nte, l lena de energ ía y efectiva]» (Hebreos 4:12, Biblia Amplif icada Edición Clásica). En realidad, la Palabra contiene en su interior la habilidad de hacer aquel lo que se está diciendo, una realidad. Así que, cuando la depositas en tu corazón y la reg resas a Dios a l dec la ra rla con fe, funcionará para ti de la misma manera que funciona para Dios. La Palabra libera la misma habilidad sobrenatural y produce los mismos resultados. Después de todo, a pesar de ser tú quien la declara, todavía es la Palabra de Dios. Comenzó con Él, llegó a tu interior, y ahora la regresas. ¡Así que, en realidad, es Dios mismo declarándola todo el tiempo! Eso es lo que Jesús nos estaba diciendo en Ma rcos 11. Es de lo que nos habló cuando dijo: «Tengan fe en Dios cualquiera que diga a este monte: "¡Quítate de ahí y échate en el mar!", su orden se c u mpl i rá , siempre y cuando no dude en su corazón, sino que crea que se cumplirá» (versículos 22-23). ¡Jamás olvidaré la primera vez que realmente entendí lo que Jesús estaba diciendo! Sucedió hace años, cuando Ken y yo enfrentábamos una montaña de deudas. Yo estaba estudiando esos versículos y de repente me percaté de que, para operar en fe como Dios lo hace, no solamente tenía que tener fe en Su Palabra, sino que también TENÍA QUE TENER FE EN MIS PALABRAS. Tenía que creer y declarar todo el tiempo, como si las cosas que estaba diciendo, fueran a suceder. Ken recibió la misma revelación en el mismo día. Así que, nos pusimos de acuerdo en actuar de acuerdo con ella juntos. Nos comprometimos con Dios a dejar de hablar de lo endeudados que estábamos, y a decir solamente lo que Dios decía respecto a la situación. Fue un g ran reto, pero nos m a n t u v i m o s a y u d á n d o n o s mutuamente. Si alguno comenzaba a hablar con incredulidad, el otro lo señalaba y decía: "Si esa es tu confesión, ¡creo cada palabra que estás diciendo!" o, "No deberías decir eso. No quieres que eso suceda." Con el transcurso del tiempo, mientras nos mantuvimos €rmes en ese proceso, logramos que nuestra boca se pusiera en línea de forma gradual. Comenzamos a declarar consistentemente la Palabra de Dios, y un día miramos alrededor y la montaña de deudas había desaparecido. ¡Había sido arrojada al mar por medio de la fe! ¡Lo mismo puede sucederte a ti! Así que, decide que sólo declararás la Pa labra de Dios sobre los problemas que tienes en tu vida y cree que lo que estás diciendo, sucederá. Mantén la Palabra de Dios en tu corazón y en tu boca; aunque quizás lleve tiempo, con seguridad producirá Sus resultados: Las cosas por las que has estado creyendo, se manifestarán. Las montañas que han estado obstaculizándote, se moverán de tu camino. La oscuridad de este mundo se apartará de ti, y la victoria será tuya—¡porque esta es la Victoria que vence al mundo, nuestra fe! en tu boca. Al hacerlo, la Palabra te dará la victoria sobre cualquier cosa que esté sucediendo en el mundo. Debido a que la Palabra de Dios es eterna y los hechos del mundo son temporales, tu fe en la Palabra cambiará los hechos. Te prosperará en medio de la recesión. Te sa na rá au n c ua ndo los síntomas en tu cuerpo digan que estás enfermo. O b r a r á m i l a g r o s y h a r á cualquier cosa que sea necesaria para manifestar la voluntad de Dios en tu vida. Sin embargo, si no te alimentas con u n a d iet a const a nte de l a Pa l abra , la osc u r idad del mundo comenzará a dominar tu pensamiento. Esa negativ idad e incredulidad se arrastrará a tu mente, se apoderará de tu boca y terminarás sujeto a las condiciones negativas que te rodean. Es por esa razón que Dios nos dice todo el tiempo, una y otra vez en las escrituras, que renovemos nuestra mente de manera continua a Su manera de pensar. ¡Él no quiere que estemos dominados por las limitaciones del mundo! Él quiere que nos elevemos por encima de ellas al ascender a Su manera de pensar. Isaías 55:8-11 lo dice de esta manera: «Mis pensamientos no son los pensamientos de ustedes, ni son sus caminos mis caminos. Así como los cielos son más altos que la tierra, también mis caminos y mis pensamientos son más altos que los caminos y pensamientos de ustedes.» Así como la lluvia y la nieve caen de los cielos, y no vuelven allá, sino que riegan la tierra y la hacen germinar y producir, con lo que dan semilla para el que siembra y pan para el que come, así también mi palabra, cuando sale de mi boca, no vuelve a mí vacía, sino que hace todo lo que yo quiero, y tiene éxito en todo aquello para lo cual la envié». 3 0 : LV V C

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