LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE

Edición Febrero LATAM 2019

LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE - Revista publicada por los Ministerios Kenneth Copeland, disponible gratuitamente para personas que deseen suscribirse.

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«Entonces dijo Moisés: Yo estoy en medio de un pueblo de seiscientos mil hombres de infantería, y tú dices: "Les daré carne, y comerán todo un mes". ¿Se habrían de degollar para ellos las ovejas y las vacas para que les fuera suficiente? ¿Se habrían de juntar para ellos todos los peces del mar para que les fueran suficientes?» «Entonces el SEÑOR respondió a Moisés:— ¿Acaso se ha acortado la mano del SEÑOR? ¡Ahora verás si se cumple para ti mi palabra, o no!» (versículo 23). La Biblia dice en el versículo 31-32: «Entonces de parte del SEÑOR salió un viento que trajo codornices desde el mar y las dejó caer junto al campamento, hasta la distancia de un día de camino de este lado y un día de camino del otro lado, hasta la altura de noventa centímetros sobre el suelo. Entonces el pueblo permaneció levantado todo aquel día y toda la noche, y todo el día siguiente, recogiendo las codornices. El que menos, recogió diez montones; y las tendieron para sí alrededor del campamento.» La escritura nos dice también que Dios proporcionó tanta carne para los israelitas, que eventualmente se volvió repugnante para ellos (versículo 20). Dios cumplió Su Palabra. Demostró que Su brazo no era demasiado corto para proveer milagrosamente. ¡Se los demostró una y otra vez a los israelitas, a veces llevándolos de la pobreza a la prosperidad literalmente de la noche a la mañana! Por ejemplo, piensa en lo que Él hizo por ellos en 2 Reyes 6-7. Se trataba de una época en que la ciudad israelita de Samaria había estado rodeada por el ejército sirio durante tanto tiempo que su suministro de alimentos se había agotado por completo. ¡Debido a que no buscaban ayuda de parte de Dios, la situación se había puesto tan mal que los israelitas se habían visto reducidos a comer excrementos de palomas y pagar dos onzas de plata por el privilegio! ¿Puedes imaginarlo? Entonces, un día, en medio de tremenda situación, el profeta Eliseo declaró la Palabra del Señor. Le dijo al rey israelita: «Mañana, a esta hora, en los mercados de Samaria, siete litros de harina selecta costarán apenas una pieza de plata y catorce litros de grano de cebada costarán apenas una pieza de plata.» (capítulo 7:1, NTV). «El funcionario que atendía al rey le dijo al hombre de Dios: ¡Eso sería imposible, aunque el Señor abriera las ventanas del cielo! Pero Eliseo le respondió: ¡Lo verás con tus propios ojos, pero no podrás comer nada de eso!» (versículo 2). Efectivamente, durante la noche, el Señor hizo que el ejército de los sirios escuchara el ruido de carros y caballos, y «…se llenaron de pánico y huyeron en la oscuridad de la noche; abandonaron sus carpas, sus caballos, sus burros y todo lo demás, y corrieron para salvar la vida.» (versículo 7, NTV). Poco después, cuatro leprosos israelitas se aventuraron en el campamento para pedir algo de comer y se dieron cuenta de que el ejército sirio había abandonado el lugar. Los leprosos se sirvieron de algunos de los alimentos, suministros, plata y oro abandonados de Siria. Luego, al darse cuenta de que debían compartir las buenas nuevas, regresaron y contaron a la gente de Samaria lo que había sucedido, y todos se apresuraron y saquearon el campamento sirio. «…Así se cumplió ese día, tal como el Señor había prometido, que se venderían siete litros de harina selecta por una pieza de plata y catorce litros de grano de cebada por una pieza de plata. El rey asignó al funcionario que lo atendía para que controlara a las multitudes en la puerta, pero cuando salieron corriendo, lo atropellaron y lo pisotearon y así el hombre murió. Así que todo sucedió exactamente como el hombre de Dios lo había predicho cuando el rey fue a verlo a su casa.» (versículos 16-17, NTV). ¡Me gusta muchísimo esa historia! Siempre me recuerda que Dios puede proveer milagrosamente para Su pueblo en cualquier situación. ¡Creámosle para que lo haga! En lugar de ser como el oficial del rey que dudaba de lo que Dios dijo, solo porque no parecía razonable, pongamos nuestra fe en la Palabra de Dios y estemos expectantes. Convirtámonos en personas que tienen mentalidad de milagros, mentalidad de bendición, una mentalidad sobrenatural, y atrevámonos a creer como dice Efesios 3:20: «Y a Aquel [Dios] que es poderoso para hacer que todas las cosas excedan a lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros.» completamente de deudas. Empezamos a diezmar fielmente y a dar ofrendas. Once meses más tarde, a pesar de que no habíamos averiguado cómo podría ocurrir, estábamos completamente libres de deudas. Hoy vivimos en una casa que va más allá de lo que podría haber soñado en aquellos días, y nunca hemos tenido deuda a causa de ella. También hemos podido pagar muchas cosas para otras personas. Dios ha multiplicado nuestros recursos a tal punto que ahora podemos sembrar más de lo que alguna vez pudimos haber imaginado. ¡Somos verdadera e irracionalmente bendecidos! Permite que la Palabra de Dios te lleve a Su nivel Sin embargo, puedo confirmarte por experiencia que alcanzar este tipo de bendición requerirá que vayas más allá de lo que puedas razonar. No podrás hacerlo basando tu oración y tu fe en lo que puedes ver en este reino natural, o en lo que lógicamente pienses que podría suceder. Tendrás que basar tu fe en la capacidad de Dios. Deberás centrarte en lo que dice Su Palabra y dejar que eso te lleve a Su nivel. Una cosa que me ayuda a hacerlo es leer y meditar sobre los acontecimientos verdaderos en la Biblia acerca de los tiempos en que Dios prosperó sobrenaturalmente a Su pueblo. Esos momentos en que, ante circunstancias aparentemente imposibles, les proporcionó más de lo que podían pedir o pensar. Especialmente me gusta leer sobre cómo Dios proveyó milagrosamente a los israelitas. Como ya lo he mencionado, ¡Él hizo todo tipo de cosas increíbles para favorecerlos! Cuando estaban en el desierto, donde no había nada que comer, Él los alimentó sobrenaturalmente derramando todos los días maná del cielo. Cuando se cansaron del maná y clamaron por carne, Él también pudo proveerla y satisfacerlos. A pesar de que estaban siendo rebeldes en ese momento y se quejaban, Él les habló a través de Moisés y les dijo que les daría carne para comer: «Y no la comerán un día ni dos; ni cinco, diez o veinte días, sino todo un mes» (Números 11:19-20). Moisés, aunque por lo general era un hombre de fe, no podía entender cómo Dios lo haría. ¡Le sonaba imposible! LV V C : 1 5

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