LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE

Edición Octubre LATAM 2019

LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE - Revista publicada por los Ministerios Kenneth Copeland, disponible gratuitamente para personas que deseen suscribirse.

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LV V C : 1 3 "Pero Gloria", podrías decir, "las cosas son diferentes en estos días de lo que eran en aquella época. En aquel entonces, Jesús estaba aquí en la tierra ministrando a las personas personalmente. Ahora ha ascendido de regreso al cielo." Lo sé. Pero Su Ascensión no cambió Su identidad ni lo que Él hace. Hechos 1:11 lo deja muy claro. Dice: «Este mismo Jesús, que ha sido llevado de entre ustedes al cielo, vendrá otra vez de la misma manera…» (Nueva Versión Internacional). ¡Este mismo Jesús! Esas son las palabras que el Señor me permitió entender hace tantos años cuando me dio este mensaje, ¡y son buenas noticias! Nos aseguran que el Jesús que vemos en los Evangelios es el mismo Jesús que regresará por la Iglesia, lo que significa que Él Jesús de hoy sigue siendo el mismo de ayer. No ha cambiado ni un ápice. Si fue fácil para las personas recibir sanación de Él cuando estaba en la tierra en un cuerpo natural, es fácil para nosotros recibir la sanación de parte de Él, ahora. Él es: «el mismo ayer, hoy, y por los siglos.» (Hebreos 13:8, Reina Valera Contemporánea). Por eso me gusta tanto leer los relatos de las sanaciones de Jesús en las Escrituras. Nunca le dijo a nadie, como lo hace hoy la tradición religiosa, que tal vez no sea la voluntad de Dios sanarlos. Nunca complicaba las cosas al sugerir que tendrían que permanecer enfermos por un tiempo por razones que podrían no entender. ¡No! Jesús siempre respondió a los que acudieron a Él para curarse de la misma manera que le respondió al leproso en Mateo 8. Cuando el leproso le dijo: «Señor, si quieres, puedes limpiarme.»,Jesús extendió la mano, lo tocó y le dijo: «Quiero. Ya has quedado limpio.» Y al instante su lepra desapareció.» (versículos 2-3). Hace años, el Señor me dio un mensaje para predicar en la Escuela de Sanidad que resultó ser lo que denominaríamos un cambio de juego espiritual. Era simple y directo de la Palabra; en cierto sentido, no era nada nuevo. Sin embargo, los resultados que produjo en nuestros servicios de sanidad fueron sorprendentes. En los primeros seis meses que lo prediqué, más personas se sanaron que nunca antes. Ocurrieron más milagros en los servicios. Se abrieron más ojos ciegos de los que había visto en 20 años de ministerio. ¡Un hombre de 90 años recobró su vista! Había sido dirigido específicamente por el Señor para asistir a la Escuela de Sanidad ese año, y había venido con gran expectativa. Después de escuchar atentamente el mensaje, pasó adelante por oración y en el camino de regreso a su asiento, comenzó a ver. En otra reunión llegó una mujer que, además de ser ciega, tenía un deseo ardiente de dedicarse al ministerio. Ella me escuchó predicar el mismo mensaje, pasó adelante para que le impusiera las manos, se sanó y se fue gritando: "¡Aleluya! ¡Voy a trabajar para el Señor!" ¿Cuál fue el mensaje que le permitió a las personas aferrarse a tales milagros? Simplemente fue: ¡Jesús está Ungido para sanar, y es fácil recibirlo! Es un mensaje muy básico, pero todos debemos escucharlo una y otra vez. Cada vez que lo predico, fortalece mi fe. Contrarresta la mentira que el diablo continuamente nos vende, aquella que dice que a veces es difícil sanarse. Me recuerda que la Unción de Jesús sigue siendo tan fuerte como siempre, y que Él puede sanarme de cualquier cosa, en cualquier momento y en cualquier lugar, tan fácilmente como sanó a las personas en los Evangelios, donde: «Toda la gente procuraba tocarlo, porque de él salía un poder que sanaba a todos.» (Lucas 6:19). Recibir p;or Gloria Copeland Es fácil de

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