LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE

Edición Febrero LATAM 2020

LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE - Revista publicada por los Ministerios Kenneth Copeland, disponible gratuitamente para personas que deseen suscribirse.

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LV V C : 7 y ustedes serán mis hijos y mis hijas.» Lo ha dicho el Señor Todopoderoso. Amados míos, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, y perfeccionémonos en la santidad y en el temor de Dios.» (2 Corintios 6:2, 14, 17-18; 7:1). Pareciera que para algunos cristianos no importara si caminamos en santidad o no. Pero, de acuerdo con estos versículos, ¡sí importa! Separarnos de lo mundano y vivir en obediencia a Dios nos posiciona para recibir el cumplimiento de Sus promesas. Le abre la puerta a Dios para que Él sea el Padre que desea ser. ¡Dios es un buen, buen padre! Uno de sus nombres en hebreo es El Shaddai, que significa "el todo Suficiente". Eso es lo que Dios quiere ser para nosotros. Él quiere ser todo aquello que necesitemos y cuidarnos por completo. Él quiere tratarnos como Sus hijos e hijas. Desea moverse en nuestras vidas y cambiar las cosas. Dios quiere revelar en y a través de nosotros cuán maravilloso, poderoso y amoroso realmente es como Padre. ¡El plan de Dios es hacernos vasos de Su gloria para que todo el mundo lo vea! Pero, para que ese plan se cumpla, debemos cooperar con Él. Debemos desechar las obras de la oscuridad y caminar a la luz de lo que el apóstol Pablo escribió en 1 Tesalonicenses 4: Por lo demás, hermanos, les rogamos y animamos en el Señor Jesús a que cada día su comportamiento sea más y más agradable a Dios, que es como debe ser, de acuerdo con lo que han aprendido de nosotros. Ustedes ya conocen las instrucciones que les dimos de parte del Señor Jesús. La voluntad de Dios es que ustedes sean santificados, que se aparten de toda inmoralidad sexual, que cada uno de ustedes sepa tener su propio cuerpo en santidad y honor y no en pasiones desordenadas, como la gente que no conoce a Dios… Pues Dios no nos ha llamado a vivir en la inmundicia, sino a vivir en santidad (versículos 1-5, 7). ¡Libertad, sin ataduras! "Pero Gloria, ¿no es la santidad la esclavitud religiosa?" ¡No, la santidad es libertad! Cuanto más complazcamos a Dios y caminemos en Sus caminos, más libre será Él para manifestarse en nuestras circunstancias, nuestra salud, nuestras finanzas y nuestro ministerio a los demás. Cuanto más nos separemos para Él y le digamos que no al pecado, más libre será Dios para proveernos abundantemente, protegernos y derramar Su gloria a través de nosotros para que brillemos como estrellas en este mundo oscurecido por el pecado. La santidad incluso nos ayuda a mantenernos libres de las trampas del demonio. Como Proverbios 16:7 lo ex- presa: «Si el Señor aprueba los caminos del hombre, hasta sus enemigos hacen la paz con él.», y el demonio es nuestro acérrimo enemigo. Él es el responsable de todo aquello que viene en nuestra contra. Cuanto más caminamos en obediencia a Dios, menos espacio le damos al diablo para llevar a cabo su obra. A medida que obedecemos la instrucción de: «limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, y perfeccionémonos en la santidad y en el temor de Dios.» (2 Corintios 7:1), más difícil será para el diablo encontrar puertas abiertas que pueda usar para entrar en nuestras vidas. "Bueno", podrías decir, "he orado y orado para que Dios me haga más santo, pero no he experimentado ningún cambio." Eso es porque Dios ya ha hecho Su parte. Él te hizo nacer de nuevo y recreó tu espíritu «en la justicia y santidad de la verdad.» (Efesios 4:24). Él te dio Su santa Palabra escrita y te llenó del Espíritu Santo. Lo que suceda después, depende de ti. Puedes limpiarte y vivir para Dios o puedes someterte a tu carne y seguir pensando, hablando y actuando como el mundo. Lamentablemente, muchos cristianos eligen lo último y terminan en problemas. Luego, como el hombre en Proverbios 19:3 que "desvió su camino", se resienten y pelean contra el Señor (Biblia Amplificada, Edición Clásica). "¿Por qué Dios me hizo esto?", dirán. ¡Dios no les hizo nada! Eligieron caminar por los caminos del mundo y obtuvieron los resultados del mundo. Eligieron pecar y no se arrepintieron, por lo que sufrieron las consecuencias. Esa no es la voluntad de Dios para nosotros. Él no quiere que vivamos como la gente del mundo. Ellos no saben nada sobre los caminos de Dios o las consecuencias del pecado. «La paga del pecado es muerte» (Romanos 6:23); sin embargo, las personas en el mundo pecan con todas sus fuerzas. Continúan pencando lo más que puedan sin ser arrestados, y muchos de ellos aún van más allá y son arrestados. Este mundo está loco, y no puedes dejar que dicte tus estándares y esperar caminar en la gloria de Dios. Disfrutarás de una vida gloriosa haciendo lo que Dios diga, y nos dijo que: «no nos ha llamado a vivir en la inmundicia, sino a vivir en santidad.» (1 Tesalonicenses 4:7). Algunos creyentes oran repetida- mente: "Señor, ¿cuál es mi llamado? ¿Qué estoy llamado a hacer?" Inten- tan una y otra vez que Dios les diga si serán profetas, maestros, evangelistas o si harán algún otro trabajo específico en el Cuerpo de Cristo. Pero no están en posición de escuchar la respuesta porque todavía no han hecho lo que ya les dijo que hicieran en Su Palabra es- crita. Es posible que no sepas todo acerca de tu llamado, pero, al leer la Biblia, puedes leer algunas cosas que debes hacer. Entonces, comienza con esas. No te adelantes y comiences tratando de ser un profeta. Nadie está listo para ser profeta hasta que esté obedeciendo el llamado que Dios escribió para nosotros en blanco y negro: el llamado a la santidad. No estoy diciendo que debemos ser perfectos para que Dios nos promueva, o que para ser vasos de Su gloria debemos llegar al punto en que nunca nos equivoquemos. Eso no es lo que significa ser santo. La santidad es simplemente honrar a Dios en tu corazón, caminar en la luz que ya

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