por Melanie Hemry
De mediana edad, sin trabajo, y con la
seguridad de que nunca había tenido el
impacto para el reino de Dios que hubiera
deseado, parecía que lo único que le quedaban
eran preguntas: ¿Estaría Dios apacentándola?
¿Había fallado alguna prueba de la vida? ¿Qué
se estaba perdiendo?
Depositando sus compras en el auto, Becky
condujo a casa en piloto automático.
Había sido criada en una familia católica con
cinco hijos. A principios de la década de 1970,
cuando la renovación carismática se extendió por
la iglesia católica, sus dos padres habían nacido
de nuevo y estaban llenos del Espíritu Santo.
Su padre había sido uno de los empresarios que
había fundado un capítulo de la Asociación de
Empresarios del Evangelio Completo.
A los 14 años, Becky había entregado su
corazón al Señor mientras asistía a una cruzada
dirigida por David Wilkerson. No mucho
después, sintió el llamado de Dios en su vida.
Después de graduarse de la escuela secundaria,
se mudó a Tulsa, Oklahoma, para asistir al
Centro de Capacitación Bíblica Rhema. Fue en
Rhema donde se le presentó por primera vez a
Kenneth y Gloria Copeland, quienes hablaban
a menudo en reuniones de campamento,
servicios especiales en el campus, seminarios
bíblicos de invierno y seminarios de oración.
Después de graduarse de Rhema, Becky se
sintió inspirada a regresar a su iglesia natal,
Cornerstone, en JoŠson City. Como miembro
del personal de tiempo completo, había servido
allí durante 24 años a cargo del cuidado
pastoral, ministerio de niños y universitarios,
y en la administración. Durante esos años,
también se casó con Jonathan Haas y crio a dos
hijos maravillosos.
1 0 : LV V C
EL MUNDO
ESTÁ
ESPERANDO
Becky Haas
se encontraba en la fila de pago
en el Walmart de JoŠson City,
Tennessee, observando mientras el
empleado revisaba sus compras.
Como cualquier mujer de 53 años
que comprara comestibles, parecía
algo normal. Pero nada se sentía
bien. Algo estaba mal.
Becky no podía encontrar su
lugar. Era como si no supiera hacia
dónde dar el siguiente paso.