por
Gloria
Copeland
Nunca antes Dios, o desde ese entonces,
ha lidiado conmigo con mayor fuerza en
cualquier otra área. Ese día me encomendó
agregar la "Escuela de Sanidad" a cada una de
las Convenciones de Creyentes y las Campañas
de Victoria. Me confirmó Sus instrucciones con
escrituras en las que Jesús envió a Sus discípulos:
«a predicar el reino de Dios y a sanar a los
enfermos.» (Lucas 9:2); me dijo que enseñara
en la Escuela de Sanidad y que, al finalizar,
impusiera las manos sobre las personas.
No necesito decirte cuánto no quería hacerlo.
Aunque había aprendido de la Palabra cómo
vivir sana y cómo criar a mis hijos sanos, yo no
hablaba mucho en aquel entonces, incluso a
nivel personal. Prefería quedarme en segundo
plano, por lo que la idea de estar en la tarima
frente a la gente no me atraía en absoluto.
Sin embargo, debido a que el Señor me habló
enérgicamente al respecto, lo hice, y siempre me
alegraré por los resultados.
Ha sido una de las mejores BENDICIONES
de mi vida. (¡Siempre vale la pena obedecer a
Dios! Nunca te arrepentirás de haber hecho lo
que Él te diga que hagas). No tenía experiencia
alguna en ese entonces en como armar un
sermón; sin embargo, sabía que la fe viene del
escuchar la Palabra de Dios. También sabía
que Proverbios 4:20-22 dice: «Hijo mío, presta
atención a mis palabras; Inclina tu oído para
escuchar mis razones. No las pierdas de vista;
guárdalas en lo más profundo de tu corazón.
Ellas son vida para quienes las hallan; son la
medicina para todo su cuerpo.»
Dado que la palabra medicina se menciona en
estos versículos, decidí comenzar mis servicios
de sanidad simplemente diciéndoles a las
personas: "Hoy vamos a tomar una gran dosis
de la medicina de Dios. Vamos a escuchar lo que
nos dice, dejarlo entrar a nuestros corazones y
LV V C
:
5
Dios te
quiere
bien
En 1979, el Señor me compartió
seis palabras que nunca olvidaré. No me las dijo
audiblemente. Si alguien más hubiera estado
conmigo en ese momento, no creo que hubieran
escuchado Su voz. Pero para mí,
Sus palabras fueron claras y llenas de poder.
Me dijo: ¡Quiero que Mi pueblo esté bien!