LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE

Edición Junio LATAM 2020

LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE - Revista publicada por los Ministerios Kenneth Copeland, disponible gratuitamente para personas que deseen suscribirse.

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puede y hará contigo. Él te abrirá los ojos a las verdades en la PALABRA de Dios y desarrollará tu fe de manera que afecte cada área de tu vida. Por ejemplo, veamos cómo desarrolló mi fe hace un tiempo en lo que respecta a la longevidad. Recordándome que Génesis 6:3 dice que el hombre: «Vivirá hasta ciento veinte años.», me llevó a través de las Escrituras y me mostró que ese es el único estándar escrito para la longevidad. Excepto por el límite de 70 u 80 años establecido para los israelitas en el desierto como resultado de su desobediencia, no hay otro límite de edad mencionado en la Biblia. Cada vez que se refiere a una larga vida, se trata en efecto de 120 años. El SEÑOR no me ordenó liberar mi fe para vivir por ese tiempo. Él solo me hizo la pregunta. ¿Harás esto por mí? y le respondí: "Sí, lo haré." ¡Hablando de volver a entrenar! Pronto comencé a darme cuenta: ¡Esto tiene un precio! No puedo lograrlo cargando por todas partes alrededor de 30 o 40 libras extra, y aun así alcanzar los 120. Tengo que mantenerme en mejor forma. No me gustaba hacer ejercicio cuando tenía 23 años, y puedo decirles que a los 83 no es más fácil. Pero Dios había puesto en mi corazón ir por el oro para Su gloria. Entonces, tomé la decisión de calidad. Me puse de rodillas ante el Señor y le dije: "Señor, estoy a tu disposición. En el Nombre de Jesús, me comprometo a partir de este momento a hacer lo que sea necesario para estar en la mejor condición espiritual, mental y física que pueda estar." El compromiso, por supuesto, fue solo el comienzo del proceso. Una vez tomado, tuve que aplicarme a él, y mi carne protestó sin pensarlo dos veces. "¡No quiero hacer esto!" me gritó. "Estos entrenamientos son difíciles para mí. ¿No podemos ignorarlos?" ¡Ya sabes cómo es eso! Tienes un cuerpo de carne y hueso igual que el mío, y realmente puede quejarse cuando le demandas esfuerzo. Cuando eso ocurra, Jesús se encontrará contigo y podrás ponerlo «bajo disciplina» (1 Corintios 9:27, RVA- 2015). Pero tendrás que hacerlo por fe. Nuestra fe es la victoria que vence al mundo y todo lo que hay en él, incluida nuestra carne y el diablo. Es por eso por lo que nuestro consumador de fe nos ha estado recordando últimamente que debemos mantenernos firmes en los fundamentos de la fe. Es por eso que una y otra vez nos lleva nuevamente a Marcos 11 y nos recuerda que Él dijo: «Tengan fe en Dios. Porque de cierto les digo que cualquiera que diga a este monte: ¡Quítate mundial, pelear la buena batalla de la fe y vencer al diablo todas las veces. Por eso me gusta comparar la vida cristiana con los atletas exitosos y campeones olímpicos. Antes de que cada uno de ellos llegara a la cima, tuvieron que responder algunas preguntas. Debieron decir: "¿Tengo este cuerpo; ahora, qué voy a hacer con él? ¿Hasta dónde voy a llegar en este deporte?" Tuvieron que tomar una decisión de calidad para ir por el oro. De lo contrario se habrían emocionado y, después de dos semanas de entrenamientos demandantes, cuando descubrieran una ampolla en la punta del dedo del pie, habrían reconsiderado. En lugar de seguir adelante, habrían retrocedido y dicho: "Sabes, no creo que esto sea realmente lo que quiero hacer." El mismo principio se aplica en nuestras vidas espiritualmente hablando. Del mismo modo, si vamos a buscar el oro en el reino de Dios, todos tendremos que responder algunas preguntas. Cada uno de nosotros deberá decidir por sí mismo: ¿Qué voy a hacer con La PALABRA de Dios? ¿Hasta dónde voy a llegar con mi fe? "Sí, hermano Copeland, pero nunca llegaré tan lejos como Ud. porque Ud. es un predicador. Dios le dio más fe que a mí." No, no lo hizo. Nos dotó a todos con la misma medida de fe en el momento en que nacimos de nuevo (lee Romanos 12:3). El desarrollo de esa fe depende de nuestras elecciones personales, pero no hay tal cosa como la fe del predicador, o alguien que obtenga una medida extra. ¡Todos comenzamos con la misma fe, y sabemos que ésta funcionará porque es la fe del Señor Jesucristo! El autor y consumador de la fe Hebreos 12:2 llama a Jesús «el autor y consumador de la fe». Él es su fuente y su consumador. Sin embargo, muchos creyentes no le dan la oportunidad de completar Su obra. Lo reciben como Su Salvador, pero no lo reciben como Su SEÑOR. Obtienen la medida de Su fe, pero luego siguen sin pensar su mismo camino. Jesús no puede desarrollar algo que no hayas puesto en Sus manos. No puede terminar algo a lo que no le estás prestando atención. Si deseas caminar por fe en la plenitud de Su maravillosa voluntad para tu vida, debes tomar la decisión de someterte a Su señorío. Debes ponerlo en primer lugar en tu vida, hacer de Su PALABRA tu autoridad final y esforzarte el 100% del tiempo para hacer todo lo que Él diga. Cuando lo hagas, te sorprenderá lo que Jesús "Jesús no puede desarrollar algo que no hayas puesto en Sus manos." 6 : LV V C

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