2 6 : LV V C
Es alguien quien, mientras vivo,
no agradaba mucho con su estilo de
vida (muchos fueron ridiculizados e
incluso martirizados) pero, ahora que
están muertos, la gente ha decidido
que eran perfectos. Han decidido
que eran mejores de lo que el resto de
nosotros podría esperar serlo, y por
mucha diferencia.
Por Su parte, Dios dice en la
Biblia que cada uno de nosotros que
hemos recibido a Jesús como Señor y
Salvador es un santo, ¡ahora mismo!
No tenemos que esperar hasta que
hayamos estado muertos por mil años.
No tenemos que esperar a que un
grupo de personas decida calificarnos
como tales. Dios mismo ya nos ha
calificado. Nos hizo justos con Su
justicia, nos santificó por la sangre de
Jesús, nos apartó para Sí Mismo y nos
hizo santos.
Según Dios, si has nacido de nuevo,
esta es tu verdadera identidad: eres
uno de Sus santos. Y esto aplica
también a todos los demás en el
Cuerpo de Cristo. Es por eso que
Dios puede decirnos, como lo hace en
1 Pedro 1:16: «Sean santos, porque yo
soy santo.» Tenemos la capacidad de
hacerlo. Podemos ser santos por fuera
porque ya hemos sido hechos santos
en nuestro interior.
Por supuesto, ser santo no significa
que nunca nos equivoquemos. No
significa que nunca hayamos hecho
nada malo y que nunca lo haremos en
el futuro. (Ese concepto proviene del
mundo, motivo por el cual todos sus
santos deben estar muertos. Sólo las
personas muertas no se equivocan).
Sin embargo, como dice el
Diccionario Bíblico Vines, la
santificación, significa: (a) separación
para Dios (b) el estado que de ello
resulta, la conducta apropiada por
parte de aquellos así separados. Se
refiere a estar dedicados a Dios y ser
Su especial tesoro; salir de la oscuridad
del mundo y ponerlo en primer lugar
YA HECHO UN
Santo
El mundo tiene
una idea muy
diferente de lo
que significa
ser santo en
comparación
con lo que
Dios piensa al
respecto. Para
el mundo, un
santo es alguien
que lleva muerto
mucho tiempo.
por Gloria Copeland