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en toda la tierra sobre los peces del mar, sobre
las aves de los cielos y las bestias, y sobre todo
animal que repta sobre la tierra!» (Génesis 1:26).
En el preciso instante en que Dios pronunció
esas palabras, el cuerpo cobró vida. De repente,
apareció un hombre vivo que respiraba, a la
imagen perfecta de Jesús. El hombre no había
escuchado las palabras que lo habían crearlo.
Aún no había escuchado nada. Así que Dios
habló de nuevo y los bendijo y les dijo: «Sean
fecundos y multiplíquense. Llenen la tierra;
sojúzguenla y tengan dominio sobre los peces
del mar, las aves del cielo y todos los animales
que se desplazan sobre la tierra.» (versículo 28,
RVA-2015).
Con eso, recibí la revelación: ¡El primer
sonido en impactar el tímpano humano fue
la BENDICIÓN de Dios! Lo primero que el
hombre escuchó fue a Dios diciendo: "¡Bendito
seas!" ¿Por qué? Porque LA BENDICIÓN es
la perfecta voluntad de Dios por siempre, para
toda la humanidad.
Dios no dijo nada en la Creación sobre la
maldición. No se menciona en absoluto en esos
versículos, porque no era Su idea. Él no la creó y
no era parte de Su plan.
La maldición vino a esta tierra a través del
pecado, y lo que le dio poder fue la autoridad de
Adán. Cuando Adán le entregó esa autoridad
al diablo, el diablo hizo con ella lo que siempre
hace. Él pervirtió lo que Dios creó y el resultado
fue la maldición.
Sin embargo, esto sucedió debido a la
elección de Adán, y no a la de Dios. Dios le dijo
que no comiera del árbol de la ciencia del bien
y del mal, pero Adán decidió desobedecerlo.
Sabía exactamente lo que estaba pasando
cuando esa serpiente apareció en el Jardín
del Edén y comenzó a mentirle a su esposa.
Adicionalmente, a diferencia de ella, él no se
dejó engañar.
Es más, estuvo parado allí todo el tiempo y
podría haber intervenido. Podría haber dicho:
"¡No, cariño, no te comas eso! Dios nos dijo
que no lo hiciéramos, y queremos obedecerle."
Pudo haber usado la autoridad impartida por
Dios, en lugar de renunciar a ella, y haber dicho:
"¡Diablo, sal de mi jardín!"
Incluso después de haber pecado, Adán
pudo haber cambiado el resultado de la
situación. Pudo haberse arrepentido y recibido
la misericordia de Dios. Incluso Dios le dio la
oportunidad (siempre lo hace, porque esa es Su
costumbre). Pero en lugar de postrarse, asumir
la responsabilidad y pedirle perdón, cuando
Dios le preguntó qué había hecho, Adán culpó