LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE

Edición Enero LATAM 2021

LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE - Revista publicada por los Ministerios Kenneth Copeland, disponible gratuitamente para personas que deseen suscribirse.

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1 4 : LV V C saludables. Yo era la única mujer entre cuatro hermanos. Mi papá no era un hombre cariñoso. Nunca me dijo que me amaba, maldecía mucho, y una vez le dijo a uno de mis hermanos que era tan estúpido que terminaría en la cárcel." "Traté de pasar desapercibida con la esperanza de evitar el abuso verbal. Cuando papá estaba impaciente conmigo, me decía: 'Date prisa Christy, ve al grano. Hablas demasiado.' Nunca me dijo: 'Eres indigna. Eres insignificante. Nadie quiere escuchar lo que tienes que decir'. Pero ese es el mensaje que internalicé." "Éramos católicos e íbamos a la iglesia todos los domingos. Cuando tenía 15 años, uno de mis amigos me invitó a asistir al campamento de la iglesia, donde nací de nuevo. Leí mi Biblia todos los días y, aunque mi espíritu se renovó, mi alma estaba hecha un desastre." A medida que crecía, la vida de Christy se volvía aún más complicada. "Toda la aprobación y afirmación que nunca obtuve de mi papá, la intenté encontrar en otros hombres", explicó. "Creía que cuando conociera al hombre adecuado, él me arreglaría. No tenía ninguna duda al respecto. De adulta pasaba todos los fines de semana buscando un hombre que me diera aprobación, afecto y adoración. No me consideraba promiscua, pero intercambiaba relaciones sexuales por esa clase de afirmación." En la universidad, Christy se había destacado, y obtuvo una licenciatura en finanzas y una maestría en administración de empresas. Conoció a Tom en un gimnasio. A sus 27 años ya había dejado el hábito de las drogas y había perdido 45 kilos. Christy quedó impresionada con su inteligencia y se enamoró de su potencial. Se casaron en 1985, y después del nacimiento de Brittany al año siguiente, se mudaron a Kansas City, Missouri. Christy comenzó a trabajar para el Banco de la Reserva Federal, mientras que Tom se capacitó para convertirse en corredor de bolsa. Él era brillante, y finalmente se convirtió en el nuevo corredor de mayor éxito en los 100 años de historia de la firma donde trabajaba. Cimientos agrietados "El éxito de Tom fue enorme; sin embargo, no había desarrollado el carácter para respaldarlo", explica Christy. "Cada vez que ganaba mucho dinero, se sentaba después sin hacer nada más que alimentar su adicción a la pornografía y llamar a una línea directa de sexo. Lo pillé en una mentira tras otra. Me convertí en una persona iracunda y amargada. Decidí que necesitaba un hombre que me tratara mejor." "Salí de la ciudad en un viaje de negocios, conocí a un hombre guapo en un bar y tuve mi primera aventura. A la mañana siguiente, me miré al espejo y sonreí. El asunto anestesió mi ira y me sentí eufórica. Después de que todo finalizara, la siguiente aventura fue mucho más fácil." Christy nos dice que no sentía remordimiento alguno después de ser infiel. En su mente, el comportamiento de Tom excusaba el de ella. Durante un tiempo, la pareja intentó recibir asesoramiento matrimonial con su pastor, pero la mayoría de las veces Tom no aparecía. Durante una sesión, Christy decidió sincerarse. "Estoy teniendo una aventura", confesó. Ella no sintió la necesidad de arrepentirse. Ella nos dice que solo lo confesó para que su pastor entendiera lo miserable que se había vuelto su matrimonio. "Si arreglas a Tom, estaré bien", le dijo Christy al pastor. "Nunca encontrarás la libertad a menos que te arrepientas y confieses tus engaños", le dijo su pastor. "¡Ese es el peor consejo y lo más apestoso que he escuchado!" Christy no sabía que Tom ya sospechaba. Ahora, la verdad estaba al descubierto. ¿Cómo respondió Tom? Volvió a caer en su adicción a las drogas y fue despedido de su trabajo. Aprendiendo a perdonar "Después de que mis infidelidades salieran a la luz y Tom perdiera su trabajo, ingresó en un programa de rehabilitación, pero él exigió que lo dejaran salir después de dos días. Fue entonces cuando regresamos a la ciudad de Oklahoma", nos explica Christy. También se agravó el abuso verbal, la manipulación y el engaño. "Yo fui llena del Espíritu Santo y comencé a asistir a un estudio bíblico en el que se hablaba del fruto del espíritu. Gloria Copeland había escrito el prólogo de un libro de un autor local, Greg Zoschak. Leímos su libro y vimos videos de Gloria haciendo enseñanzas profundas sobre el fruto del espíritu". Christy sabía que no tenía el fruto del espíritu como se describe en la Biblia: amor, gozo, paz, paciencia, amabilidad y bondad. Pero ella lo deseaba. Después de terminar el libro, leyó otro sobre el tema de Gloria. Lo que aprendió lo cambió todo. "En lugar de recurrir a otro hombre en busca de consuelo, aprendí a perdonar, día tras día", dice. "Una y otra vez perdoné. Aprendí la importancia de caminar en amor. Aprendí que la única persona a la que tenía el poder de cambiar, era a mí." "Cuando Tom me amenazó con una escopeta, presenté una orden de protección contra él y nos separamos durante un año. Inmediatamente después, tuve una visión. Me vi parada en la cima de una montaña con Jesús. Serpenteando alrededor de la montaña y lejos en la distancia había una fila de mujeres. Le dije: 'Señor, ¿qué están haciendo esas mujeres?' Él dijo: 'Esas son mujeres rotas a las que ayudarás.'" "En retrospectiva, reconozco que Dios me llamó a mi propósito en la vida en medio de mi quebrantamiento. No le conté a nadie sobre esa visión durante más de una década." Libre de la vergüenza Aún desconcertada por su propio quebrantamiento, Christy le preguntó a Dios: "¿Por qué soy así?" Nunca te sentiste digna de ser amada. No pensaste que eras digna de tener una gran relación, así que te conformaste con menos. Como no conocías tu identidad, absorbiste la afirmación, la aprobación y el afecto de los hombres que conociste. Christy: no hay nada que puedas hacer que sea tan terrible que haga que te ame menos. Mi amor por ti nunca cambiará. Y no hay nada tan asombroso que puedas hacer para hacerme amarte más. "Espera, ¿me amarás sin importar lo que suceda? ¿No tengo que ganar tu amor? Y si me amas tanto que no tengo que esconderte mi pasado… ¡no tengo que ocultárselo a nadie!" Aun mientras Christy pronunciaba esas palabras, sucedió algo milagroso. Ella se despojó de la vergüenza como si fuera una piel vieja. Encontró su identidad en Cristo y finalmente fue libre. ¿Estaba libre de un marido drogadicto? No. Pero, disfrutando del perdón y de la gracia que Dios le había dado, pudo amarlo y perdonarlo. Sus actitudes y acciones incorrectas ya no podían mantenerla atada. "Pablo aprendió a estar contento en cualquier estado en el que se encontrara", dice Christy. "Yo también. Sabía que tenía una adicción con la que el Señor estaba lidiando en mí. Estaba en proceso de sanarme. Si me hubiera divorciado de Tom entonces, sabía que habría vuelto a tener una relación enfermiza." La mayor ofensa "Tom nunca usó drogas ilegales. Fingía estar enfermo para conseguir narcóticos fuertes de los mismos médicos. Una vez, mientras él estaba en el hospital, yo estaba luchando por aprender lo que debería y no debería decir. No les dije a los médicos que era un adicto."

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