LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE

Edición Enero LATAM 2021

LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE - Revista publicada por los Ministerios Kenneth Copeland, disponible gratuitamente para personas que deseen suscribirse.

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Descubre nuestro app en tu tienda digital en toda la tierra sobre los peces del mar, sobre las aves de los cielos y las bestias, y sobre todo animal que repta sobre la tierra!» (Génesis 1:26). En el preciso instante en que Dios pronunció esas palabras, el cuerpo cobró vida. De repente, apareció un hombre vivo que respiraba, a la imagen perfecta de Jesús. El hombre no había escuchado las palabras que lo habían crearlo. Aún no había escuchado nada. Así que Dios habló de nuevo y los bendijo y les dijo: «Sean fecundos y multiplíquense. Llenen la tierra; sojúzguenla y tengan dominio sobre los peces del mar, las aves del cielo y todos los animales que se desplazan sobre la tierra.» (versículo 28, RVA-2015). Con eso, recibí la revelación: ¡El primer sonido en impactar el tímpano humano fue la BENDICIÓN de Dios! Lo primero que el hombre escuchó fue a Dios diciendo: "¡Bendito seas!" ¿Por qué? Porque LA BENDICIÓN es la perfecta voluntad de Dios por siempre, para toda la humanidad. Dios no dijo nada en la Creación sobre la maldición. No se menciona en absoluto en esos versículos, porque no era Su idea. Él no la creó y no era parte de Su plan. La maldición vino a esta tierra a través del pecado, y lo que le dio poder fue la autoridad de Adán. Cuando Adán le entregó esa autoridad al diablo, el diablo hizo con ella lo que siempre hace. Él pervirtió lo que Dios creó y el resultado fue la maldición. Sin embargo, esto sucedió debido a la elección de Adán, y no a la de Dios. Dios le dijo que no comiera del árbol de la ciencia del bien y del mal, pero Adán decidió desobedecerlo. Sabía exactamente lo que estaba pasando cuando esa serpiente apareció en el Jardín del Edén y comenzó a mentirle a su esposa. Adicionalmente, a diferencia de ella, él no se dejó engañar. Es más, estuvo parado allí todo el tiempo y podría haber intervenido. Podría haber dicho: "¡No, cariño, no te comas eso! Dios nos dijo que no lo hiciéramos, y queremos obedecerle." Pudo haber usado la autoridad impartida por Dios, en lugar de renunciar a ella, y haber dicho: "¡Diablo, sal de mi jardín!" Incluso después de haber pecado, Adán pudo haber cambiado el resultado de la situación. Pudo haberse arrepentido y recibido la misericordia de Dios. Incluso Dios le dio la oportunidad (siempre lo hace, porque esa es Su costumbre). Pero en lugar de postrarse, asumir la responsabilidad y pedirle perdón, cuando Dios le preguntó qué había hecho, Adán culpó

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