por Kenneth Copeland
Mientras Jesús estaba sentado en el monte
de los Olivos, los discípulos se le acercaron
por separado, y le dijeron: «Dinos, ¿cuándo
sucederá todo esto, y cuál será la señal
de tu venida y del fin del mundo?» Jesús
les respondió: «Cuídense de que nadie
los engañe. Porque muchos vendrán en
mi nombre, y dirán: "Yo soy el Cristo", y
engañarán a muchos.
Ustedes oirán hablar
de guerras y de rumores de guerras; pero no
se angustien, porque es necesario que todo
esto suceda; pero aún no será el fin. (Mateo
24:3-6).
Primero, quiero que enfoques tu atención
en el mandato directo y poderoso que Jesús
nos dio justo en medio de Su descripción de
estos tiempos. Nos dijo en cuatro simples
palabras lo que debemos hacer para vivir
seguros y victoriosos en esta época.
Él dijo: «pero no se angustien.»
Luego prosiguió y nos advirtió en detalle
los problemas que nos esperaban a futuro.
Habló de nación que se levanta contra
nación. Habló de asesinato y traición. Habló
sobre el surgimiento de falsos profetas y el
enfriamiento del amor en muchas personas.
En otras palabras, habló de las mismas cosas
que estamos viendo en el mundo hoy en día.
Jesús nos advirtió sobre estas cosas para
que no nos tomaran por sorpresa, y que
supiéramos que habría problemas a futuro.
¡Pero también nos ordenó impedir que esos
problemas nos molestaran!
Sostenido por la
PALABRA de Su poder
¿Cómo podemos obedecer ese mandato?
¿Cómo es posible que vivamos en medio de
un mundo lleno de peligro y angustia sin
preocuparnos?
Esas son preguntas válidas y Jesús las
respondió en el mismo pasaje. Él dijo: «De
cierto les digo, que todo esto sucederá
antes de que pase esta generación. El cielo
y la tierra pasarán, pero mis palabras no
pasarán.» (versículos 34-35).
Gloria a Dios, sin importar lo que
esté sucediendo a nuestro alrededor, la
PALABRA de Dios seguirá siendo la misma.
Es esa fuerza inmutable que nos sostiene
en todo momento de angustia. Es la roca
sólida, la base sobre la que, si edificamos
nuestras vidas, nos llevará a salvo a través
de cada tormenta (Mateo 7:24-25).
La PALABRA de Dios es mucho más real,
mucho más permanente, que cualquier
cosa en este mundo natural. De hecho, es el
mismo poder por el cual existe este mundo y
todo lo que hay en él. La Biblia nos dice que
Jesús sostiene todas las cosas —¡todas las
LV V C
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"Hoy vives en la realidad de lo que
dijiste ayer… y el mañana está a la
espera de escuchar lo que digas hoy."