LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE

Edición Marzo LATAM 2021

LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE - Revista publicada por los Ministerios Kenneth Copeland, disponible gratuitamente para personas que deseen suscribirse.

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y maldeciré a los que te maldigan; y en ti serán benditas todas las familias de la tierra.» (Genesis 12:1-3). Nota que Dios no le dijo a Abram dónde estaba la tierra, ni se la describió. Él simplemente le dijo: "Ve y te mostraré", y Abraham se lanzó con fe. Ahí está la razón por la que tuvo tanto éxito con Dios. Lo que sea que Dios le dijo que hiciera, lo hizo. Por eso es que también en el Nuevo Testamento, Abraham es llamado el padre de nuestra fe. Como creyentes debemos observarlo y seguir el mismo patrón. Debemos operar con el mismo tipo de fe y caminar en la misma BENDICIÓN. Aprendemos más sobre el alcance de esa BENDICIÓN en Génesis 14. Allí, Abraham acababa de obtener una gran victoria militar. Melquisedec, el sumo sacerdote y rey de Salem (que en realidad era el hijo de Noé, Sem) había venido para señalar la victoria al ministrarle a Abraham los elementos del pacto: el pan y el vino. Mientras lo hacía, le dijo: «Bendito sea Abram del Dios alto, poseedor de los cielos y de la tierra» (versículo 19, RVA). Durante años, cuando leía ese texto, pensaba que Melquisedec estaba refiriéndose a Dios como el poseedor del cielo y la Tierra. Entonces descubrí que ese no era el caso. ¡Era a Abram a quien se refería como el poseedor del cielo y la tierra! Eso está claro porque el siguiente versículo continúa diciendo: «Y bendito sea el Dios alto, que entregó tus enemigos en tu mano.» "Pero eso es increíble", podrías decir. "¡No puedes estar sugiriendo con seriedad alguna que LA BENDICIÓN de Abraham nos da posesión del mundo entero!" No, no solo lo estoy sugiriendo; lo estoy afirmando. Eso es lo que dice la Biblia, no solo en Génesis, sino también en el libro de Romanos. Hablando de LA BENDICIÓN y la promesa del Espíritu dada a Abraham, Romanos 4 dice: «Porque la promesa dada a Abraham y a su descendencia en cuanto a que recibiría el mundo como herencia, no le fue dada por la ley sino por la justicia que se basa en la fe… Por tanto, la promesa se recibe por fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su descendencia, tanto para los que son de la ley como para los que son de la fe de Abraham, el cual es padre de todos nosotros.» (versículos 13, 16, énfasis del autor). Lee esos versículos otra vez. ¿Qué le prometió Dios a Abraham como parte de LA BENDICIÓN? Sería el heredero del mundo. (Esa es solo otra forma de decir que sería poseedor del cielo y la Tierra). ¿A quién le pertenece esa BENDICIÓN y esa promesa hoy en día? ¡Nos pertenece a nosotros, como creyentes! Gálatas 3:29 dice que: «Y si ustedes son de Cristo, ciertamente son linaje de Abraham y, según la promesa, herederos.» Eso significa que nosotros también podemos vivir en el aquí y ahora en victoria y dominio, como poseedores del ¡La redención es algo grandioso! No se refiere solo al perdón de los pecados. La misma cubre la liberación total del dominio del diablo y la maldición que trajo consigo a la Tierra cuando Adán cayó. También se refiere a lo que Jesús hizo para restaurarnos al plan que Dios originalmente tenía para nosotros. Como dice Gálatas 3:13-14: «Cristo nos redimió de la maldición de la ley, y por nosotros se hizo maldición (porque está escrito: «Maldito todo el que es colgado en un madero»), para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzara a los no judíos, a fin de que por la fe recibiéramos la promesa del Espíritu.» Nota que, de acuerdo con esos versículos, no solo somos redimidos de algo; somos redimidos en algo. Somos redimidos de la maldición (que incluye la muerte espiritual, la enfermedad y la pobreza) y somos redimidos en LA BENDICIÓN de Abraham. ¿Qué es exactamente LA BENDICIÓN de Abraham? Es la BENDICIÓN original que Dios le dio a Adán, la cual fue liberada inmediatamente después de Su creación cuando «…los bendijo Dios con estas palabras: «¡Reprodúzcanse, multiplíquense, y llenen la tierra! ¡Domínenla! ¡Sean los señores de los peces del mar, de las aves de los cielos, y de todos los seres que reptan sobre la tierra!»» (Génesis 1:28). Esa no fue solo una bendición. Esa fue LA BENDICIÓN, a través de la cual Dios otorgó a la humanidad todo el poder y la autoridad divinos que necesitaríamos para vivir en total victoria, salud y prosperidad para siempre. Una vez liberada en la Tierra, no importa cuánto trató el diablo de deshacerse de esa BENDICIÓN, siempre fracasó. Es posible que la gente no la aproveche (Adán y Eva obviamente no lo hicieron; decidieron que preferirían desobedecer a Dios), pero todavía está aquí. Vemos evidencia de esto en Génesis 9 cuando, después del diluvio: «Dios bendijo a Noé y a sus hijos, y les dijo: «Reprodúzcanse y multiplíquense: ¡llenen la tierra! El temor y el miedo a ustedes estarán en todo… en todo lo que se mueva sobre la tierra, y en todos los peces del mar. Quedan en las manos de ustedes.» (versículos 1-2). Las palabras expresadas como LA BENDICIÓN en esos versículos varían un poco gramaticalmente cuando las comparamos con Génesis 1, pero el significado es el mismo. En ambos lugares es exactamente la misma BENDICIÓN del SEÑOR. La misma BENDICIÓN, la misma clase de fe Después de Noé, Dios hizo un pacto con Abram (más tarde conocido como Abraham) y le dio esa misma BENDICIÓN. Le dijo: «Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Yo haré de ti una nación grande. Te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendigan, "¡LA REDENCIÓN es algo grandioso! La misma cubre la liberación total del dominio del diablo y la maldición." 6 : LV V C

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