LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE

Edición Marzo LATAM 2021

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lo habían hecho antes. Habían visto a Jesús hacerlo, pero personalmente eran novatos completos. Sin embargo, dieron un paso adelante por fe e hicieron lo que Jesús dijo. También lo hicieron los creyentes en el libro de los Hechos. En aquellos días no tenían seminarios donde pudieran aprender todo lo necesario sobre cómo ministrar a las personas y compartir el evangelio. No tenían años y años para prepararse para sanar a los enfermos. Acaban de recibir el nuevo nacimiento, el bautismo en el Espíritu Santo y el hecho de que Jesús les prometiera: • «pero recibirán poder cuando el Espíritu Santo descienda sobre ustedes; y serán mis testigos, y le hablarán a la gente acerca de mí en todas partes.» (Hechos 1:8, Nueva Traducción Viviente). • «[Ustedes] pondrán sus manos sobre los enfermos, y éstos sanarán.» (Marcos 16:18). • «El que cree en mí, hará también las obras que yo hago; y aun mayores obras hará, porque yo voy al Padre.» ( Juan 14:12). ¡Los creyentes de la Iglesia primitiva se tomaron en serio esas promesas! No solo los subrayaron en sus Biblias, como lo hacen los cristianos en nuestros días. Ellos las creyeron y actuaron en ellas. Por ejemplo, tomemos el caso de Esteban y Felipe. No eran predicadores profesionales. Tampoco eran considerados apóstoles. Eran simples diáconos. (Hoy los llamaríamos laicos). Sin embargo, compartieron con valentía las buenas nuevas acerca de Jesús y «realizaba grandes prodigios y señales entre el pueblo.» (Hechos 6:8), de modo que «muchos de los que tenían espíritus malignos eran sanados, y los espíritus salían de ellos lanzando fuertes gritos; también muchos de los cojos y paralíticos quedaban sanos» (Hechos 8:7). ¡A eso le llamo una poderosa estrategia de mercadeo! Esa es la estrategia que usó Jesús durante Su ministerio terrenal. Es la que le enseñó a usar a Sus primeros discípulos, y nunca la cambió. Cuando regresó al cielo y delegó Su ministerio en la Iglesia, nos dijo que siguiéramos el mismo plan. ¿Por qué? ¡Porque funciona! El libro de los Hechos lo confirma una y otra vez. Mientras los primeros cristianos siguieron el ejemplo de Jesús para construir el reino de Dios, experimentaron resultados maravillosos. El Cuerpo de Cristo siguió creciendo, y como vemos en escritura tras escritura: «Y cada día el Señor añadía a la iglesia a los que habían de ser salvos.» (Hechos 2:47). «Pero muchos de los que habían oído sus palabras, creyeron.» (Hechos 4:4). «Los hombres y mujeres que creían en el Señor iban transmisión, guie a las personas en una oración para recibir sanación. "Me dolía mucho la pierna", escribió. "No podía enderezarla por completo, así que después de la predicación fui al dormitorio, me acosté en la cama y comencé a repetir lo que Gloria enseñó y, ¡milagro! Comencé a experimentar todo esto por mí misma. Mi pierna se enderezó y ya no me dolía. Salté y comencé a correr. Mi marido me miraba con recelo. Pensaba que había perdido la cabeza…" "Mi esposo tenía presión arterial alta, le impuse las manos y le dije: '¡En el Nombre de Jesús, Satanás, deja a mi esposo! No tienes ningún derecho a molestarlo', y le ordené a la enfermedad que se fuera. ¡Y ya sabes, sucedió un milagro! Satanás lo dejó." Debes recordar que ella acababa de escuchar unos minutos antes por primera vez que los creyentes pueden echar fuera demonios e imponer las manos sobre los enfermos. Entonces, ella no era una experta en el tema. ¡Sin embargo, obtuvo resultados! "¡Ahora es como si mi esposo y yo estuviéramos otra vez de luna de miel!", escribió. "Vivimos enamorados y sin rencillas. El mal genio de mi marido ha cambiado. No lo reconozco. Es asombroso." Pero ese no es el final de la historia. También escribió acerca de que fue a orar por su tía, que vive en Rusia. "Estaba paralizada y tenía una hemorragia en la cabeza. Cuando fui a visitarla, era una imagen terrible. Su lado izquierdo estaba paralizado. Ella no sentía nada. Apenas podía hablar. Le pregunté si le gustaría ser sanada y ella dijo: 'Sí'. Luego le dije que renunciara al señorío de Satanás y que recibiera a Jesús como su Señor, y lo hizo." Llevé esa carta en mi cuaderno durante años porque me ministró. Me recordaba lo fácil que es para nosotros extender la mano de Dios en la vida de otra persona, y de lo rápido que podemos creer e imponer las manos sobre los enfermos y verlos recuperarse. Piénsalo: todo lo que esta mujer sabía sobre el Evangelio es lo que pudo aprender en una sola transmisión de televisión. Pero ella no dejó que eso la descalificara para compartir a Jesús. Ella simplemente actuó en base a lo poco que había aprendido acerca de Él. Ella simplemente creyó lo que Él dijo e inmediatamente comenzó a hacerlo. ¿Qué pasaría si los creyentes en todas partes siguieran su ejemplo? Probablemente nos sorprendería saber cuántas vidas cambiarían y cuántas personas sanarían. Un estrategia de mercadeo poderosa "Pero Gloria", podrías decir, "simplemente no me siento listo para imponer manos sobre los enfermos." ¿Y? Al principio, los 12 discípulos de Jesús quizás tampoco se sentían preparados. La primera vez que «los envió a predicar el reino de Dios y a sanar a los enfermos» (Lucas 9:2), nunca "Nunca les dijo que tenían que quedarse enfermos para que Dios pudiera enseñarles algo." 1 2 : LV V C

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