LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE

Edición Abril LATAM 2021

LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE - Revista publicada por los Ministerios Kenneth Copeland, disponible gratuitamente para personas que deseen suscribirse.

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LV V C : 5 creen que la paciencia no sirve de nada. Al igual que el mundo, piensan que la paciencia es simplemente aguantar cualquier cosa que se presente, por mala que sea. Pero eso es un error. ¡La paciencia es el poder gemelo de la fe! No se trata simplemente de rendirnos y dejar que el diablo haga lo que quiera. Es la resistencia espiritual necesaria que te permitirá triunfar sobre él. Es un fruto del espíritu que, incluso ante circunstancias contrarias, te reviste de poder para permanecer en fe y mantener al diablo bajo tus pies. Cuando pones en práctica la paciencia, puedes tomar una posición de victoria en la PALABRA de Dios y negarte a retroceder, pase lo que pase. Puedes «resistir hasta el fin y permanecer firme» (Efesios 6:13) y, en lugar de lamentarte puedes tener el gozo del SEÑOR en tu boca todo el tiempo. Cuando el diablo te pregunte de qué te estás riendo, podrás decirle: "Me estoy riendo de ti tratando de convencerme de que Dios no me va a sanar ni suplir todas mis necesidades de acuerdo con Sus riquezas en gloria. Diablo, esas cosas ya están hechas. Dios lo dijo, yo lo creo y eso lo resuelve. Así que, ¡ja, ja, ja!" "Pero hermano Copeland, ¿puedo estar tan seguro? ¿Puedo estar realmente seguro de que incluso, si en lo natural parece imposible, Dios seguirá cumpliendo Sus promesas en mi vida?" ¡Absolutamente! Puedes estar tan seguro de ello como lo estaba Abraham en su tiempo. En la Biblia se le conoce como el padre de nuestra fe, porque Abraham se mantuvo firme en la promesa que Dios le había hecho, incluso cuando parecía que lo peor estaba por suceder. Su posición de fe fue inquebrantable porque sabía cuán serio era Dios con Su PALABRA. Como lo explica Hebreos 6: «Cuando Dios hizo la promesa a Abraham, juró por sí mismo, porque no había nadie superior a él por quien jurar, y dijo: «Ciertamente te bendeciré con abundancia y multiplicaré tu descendencia». Y Abraham esperó con paciencia, y recibió lo que Dios le había prometido.» (versículos 13-15). Nota que esos versículos conectan la paciencia de Abraham con el juramento de Dios por Sí mismo para BENDECIRLO. Indican que el juramento de Dios es lo que mantuvo fuerte la fe de Abraham. Por lo tanto, como creyentes, debemos entender de qué se trataba ese juramento. Necesitamos estudiar los eventos que lo rodearon, porque la entrega de ese juramento es uno de los eventos más importantes registrados en la Biblia: uno que no solo nos enseña mucho sobre cómo seguir los pasos de fe de Abraham, sino que nos revela el significado de ese juramento en nuestras vidas hoy. Las películas no nos cuentan la verdad Génesis 22 nos relata la historia. Dice que algunos años después de que el hijo que Dios le había prometido a Abraham y a su esposa estéril naciera, sucedió que Dios le dijo: «Toma ahora a Isaac, tu único hijo, al que tanto amas, y vete a la tierra de Moriah. Allí me lo ofrecerás en holocausto, sobre uno de los montes que yo te diré.» Al día siguiente, Abraham se levantó, le puso la albarda a su asno, y se llevó consigo a dos de sus siervos y a su hijo Isaac. Cortó leña para el holocausto, y se dispuso a ir al lugar que Dios le dijo.» (versículos 1-3). Las películas lo muestran de una manera completamente diferente. Muestran a Abraham llorando y rogándole a Dios cambiar de opinión. No fue así. Abraham era un hombre de fe. Una vez que escuchó de Dios, no hubo discusión al respecto. Simplemente se propuso hacer lo que Dios le dijo. Cuando llegaron al lugar que Dios había especificado para el sacrificio, Abraham les dijo a los jóvenes que los habían acompañado: «Esperen aquí, con el asno, y el niño y yo iremos hasta ese lugar; allí adoraremos, y luego volveremos aquí mismo.» (versículo 5). ¿Descubriste el detalle? Abraham no dijo que volvería solo. Dijo que él e Isaac volverían. Estaba seguro de eso porque Dios ya le había dado una promesa sobre el futuro del niño y creía plenamente que Dios la cumpliría, incluso si eso significaba que Dios tendría que resucitarlo de entre los muertos. Cuando Isaac (que aún no sabía cuál era el plan) le preguntó a su padre mientras subían a la montaña: «¿dónde está el cordero para el holocausto?», Abraham simplemente le respondió: «Dios proveerá el cordero para el

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