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Comandante en Jefe. Al hacerlo, estarás actuando
en el poder de Dios y Él le ha dicho al enemigo:
«¡No toquen a mis ungidos!» (1 Crónicas 16:22).
Permanece en el amor y estarás listo para que
el poder de Dios f luya a través de ti. Estarás
equipado y preparado no solo para ver tus propias
necesidades satisfechas, sino para ay udar a
ministrarle a los demás.
¡Realmente no hemos visto Su bondad hasta
que veamos la bondad que Dios está preparando
para derramar sobre nosotros en el día de Su
poder! A medida que se acerca ese día, debemos
aferrarnos a esta revelación clave del amor como
nunca antes.
Empieza hoy a amar a Dios con todo tu
corazón, alma y mente. Y ama a tu prójimo, sin
importar lo que haya hecho o lo mucho que te
duela. Haz lo que sea necesario para volver al
círculo del amor. Entonces, prepárate para la
abundancia, el poder y la unción que remueve
toda carga y destruye los yugos para provocar un
desbordamiento en tu vida.
Es el día de Su poder: ¡Permanece en el círculo
del amor!
Tu viejo espíritu
pecaminoso murió en
el momento en que
naciste de nuevo y tu
espíritu fue recreado
a imagen de Dios.
(Efesios 4:22, 24)
A medida que te
alimentes de la
Palabra de Dios, ésta
afectará tu alma y
comenzarás a actuar
por fuera como quien
ya eres por dentro.
(Efesios 4:23)
PALABRAS DE FE
PARA UNA VIDA DE
SANTIDAD
PALABRAS DE FE
P
Dios nunca planeó que lucharas por ser santo
al mantener reglas religiosas y trabajar
con esfuerzo en tu comportamiento. Él te
hizo santo por dentro en el momento en que
naciste de nuevo. Él solo quiere que renueves
tu mente con la Palabra, para que puedas
operar en tu nueva identidad y vivir
una vida santa por medio de la fe.
La santidad y la justicia no se
alcanzan por obras ni esfuerzo;
son parte de tu nueva identidad
espiritual en Cristo.
(2 Corintios 5:17-18)
Jesús vivió Su
vida en la tierra
al encontrarse
en la Palabra
de Dios y
demostrarla por fe.
(Hebreos 10:7)
Mientras más
leas la Palabra y te
encuentres en
ella, más se
revelará en ti la santa
y gloriosa imagen
de Jesús.
(2 Corintios 3:18)