LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE

Edición Julio LATAM 2021

LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE - Revista publicada por los Ministerios Kenneth Copeland, disponible gratuitamente para personas que deseen suscribirse.

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LV V C : 5 " Él pagó el precio para librarnos del pecado, el infierno, la enfermedad, la carencia, el miedo y cualquier otra parte de la maldición." (1 Pedro 2:24). Hace años, el hermano Kenneth E. Hagin predicaba sobre esto en Fort Worth, en la iglesia de Bob Nichols. Gloria y yo acabábamos de llegar de fuera de la ciudad y cuando llegamos a la reunión ya estaba en marcha. Justo cuando entramos en el vestíbulo, una mujer salió del santuario, bastante enojada. "¡He sido sanada desde hace 2000 años y ahora me estoy enterando!" dijo. (Estaba molesta con el diablo y su denominación por ocultarle esa verdad durante tanto tiempo). Luego se dio vuelta y volvió al servicio, ya no enojada, sino emocionada. ¡Ella se había cansado de esperar y orar por su sanación! Ahora había recibido la revelación que Jesús quiere que todos obtengamos: que no tenemos que convencerlo para que nos sane así como no tenemos que convencerlo para que nos salve. Al igual que hicimos con el nuevo nacimiento, simplemente podemos recibir la sanidad por medio de la fe. "¡Por supuesto que lo haré!" Si quieres ver cuan fácil quiere Jesús que la sanidad se manifieste, estudia lo fácil que lo hizo para las personas en los Evangelios. Por ejemplo, lee sobre el leproso que se le acercó. Si alguna vez ha existido un caso difícil, sería el de ese hombre. Estaba en una estado terrible. Lucas 5:12 dice que estaba «lleno de lepra», lo que signif ica que estaba en la etapa 4, casi muerto. Tenía llagas y carne podrida por todo el cuerpo. Olía fatal y probablemente no había usado ropa limpia en quién sabe cuánto tiempo. La ley le prohibía incluso acercarse a la gente, pero, como lo registra Marcos 1:40-42, se acercó a Jesús de todos modos, «se arrodilló ante él y le dijo: «Si quieres, puedes limpiarme.» Jesús tuvo compasión de él, así que extendió la mano, lo tocó y le dijo: «Quiero. Ya has quedado limpio.» En cuanto Jesús pronunció estas palabras, la lepra desapareció y aquel hombre quedó limpio». Lamentablemente, millones de cristianos hoy en día todavía están luchando con la misma pregunta que este hombre. Creen que Jesús puede sanarlos, pero se preguntan si esa es Su voluntad. Hasta que no conozcan la respuesta, no podrán tener fe para ser sanados, porque la fe comienza donde la voluntad de Dios es revelada. ¡Por esa raz ón Jesús no nos dejó sin la respuesta! Respondió acerca de Su voluntad de sanar de una vez por todas cuando le dijo al leproso: «Quiero.» O, como dice otra traducción de la Biblia: "¡Quiero hacerlo!" Jesús tampoco se detuvo allí. Hizo algo más. Se movió amorosamente hacia el hombre, que para ese momento había caído de rodillas ante Jesús, y (como me g usta imaginármelo) se arrodilló en la tierra junto a él. Se le acercó lo más que pudo e hizo lo que el leproso no podía

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