por
Melanie
Hemry
por el
Amor de Aprender
Millicent había sido uno de
el los. Aunque sus dos pad res
habían deseado una educación
universitaria, ninguno había tenido
la opor t unidad. Su pad re, un
policía, y su madre, ama de casa y
costurera, se habían propuesto como
objetivo educar a sus seis hijos.
Millicent recordó cómo ella y
sus hermanos bromeaban con su
padre: "¡Por supuesto que te deben
un diploma! ¡Leíste todos nuestros
libros!"
D e vor a ba s u s l ibro s y le s
asignaba lecturas, todo por amor al
aprendizaje.
Ese día, después del colegio,
Millicent se dirigió a la playa
Lumley. Tenía mucho en qué
pensar. ¿Qué mejor lugar para
hacerlo que el muelle? Prestó
atención al gorjeo de los pájaros,
sintió la brisa del mar en su rostro
y observó a los barcos de pesca
acercarse a la orilla.
Millicent había disfrutado de
una buena vida en Sierra Leona.
No podía imaginarse una ciudad
MILLICENT MACAULEY LES EXPLICÓ A SUS ESTUDIANTES
DE SECUNDARIA LA PRÓXIMA ASIGNACIÓN EN FREETOWN,
SIERRA LEONA. OBSERVÓ SUS ROSTROS MIENTRAS LE HACÍAN
PREGUNTAS. EN UN PAÍS DONDE EL COLEGIO NO ERA GRATUITO,
ESTE GRUPO DE MUCHACHOS SE CONSIDERABA AFORTUNADO;
SUS PADRES HABÍAN HECHO SACRIFICIO PARA EDUCARLOS.