LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE

Edición Agosto LATAM 2021

LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE - Revista publicada por los Ministerios Kenneth Copeland, disponible gratuitamente para personas que deseen suscribirse.

Issue link: http://read.uberflip.com/i/1406021

Contents of this Issue

Navigation

Page 4 of 15

por Kenneth Copeland LV V C : 5 Tu espíritu ha sido recreado por Dios a la imagen de Jesús y te ha llamado a vivir sobrenaturalmente como Él ya lo hizo. Es más, en tu corazón lo sabes. Cuando lees Juan 14:12, donde Jesús dijo: «el que cree en Mí, él también hará las obras que yo hago. Y mayores que estas hará, porque yo voy al Padre.» ¡Tu espíritu salta porque sabes que ese versículo está hablando de ti! Sin embargo, si eres como muchos creyentes, es posible que te preguntes cómo vivir de acuerdo con ese estándar. Podrías pensar: No puedo hacer el tipo de cosas que hizo Jesús en los Evangelios. Sólo soy un cristiano normal. ¡Él es Dios! Sí, lo es, pero cuando vino a la tierra, no ministró como Dios. Ministró como un hombre bautizado en el Espíritu Santo. Es por eso que no hay nada en la Biblia acerca de que Jesús obrara milagros hasta después de recibir el bautismo en el Espíritu Santo. Hasta que la unción del Espíritu de Dios no vino sobre él, Jesús no tenía el poder de obrar milagros. «El Hijo no puede hacer nada por Sí mismo», dijo en Juan 5:19. Como creyentes, estamos en la misma posición. Tampoco podemos hacer nada por nosotros mismos. Aunque nacemos de nuevo, hasta que no somos bautizados en el Espíritu Santo, somos tal como los primeros discípulos de Jesús justo después de Su resurrección. Tenían Su Espíritu en el interior (ver Juan 20:22) pero no tenían el poder para llevar a cabo el ministerio sobrenatural de Jesús. Entonces, antes de ascender al cielo, les dijo cómo conseguirlo. Mientras estaban juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que les dijo: «Esperen la promesa del Padre, la cual ustedes oyeron de mí. Como saben, Juan bautizó con agua, pero dentro de algunos días ustedes serán bautizados con el Espíritu Santo.»… Pero cuando venga sobre ustedes el Espíritu Santo recibirán poder, y serán mis testigos en Jerusalén, en Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.» (Hechos 1:4-5, 8) Ellos creyeron Su palabra y, si has leído Hechos 2, también sabes lo que sucedió. Diez días después, mientras 120 oraban en el aposento alto de Jerusalén, oyeron un sonido del cielo como un viento impetuoso, vieron lenguas celestiales de fuego envolviéndolos, «y todos ellos fueron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu los llevaba a expresarse.» (Hechos 2:4). Debido a que era Pentecostés, judíos de todas las naciones estaban en Jerusalén en ese momento. Oyeron lo que estaba sucediendo, y la multitud se reunió y se confundió. Estaban atónitos y maravillados, y decían: «Fíjense: ¿acaso no son galileos todos estos que están hablando?» (versículo 7). «¿Cómo es que los oímos hablar en nuestra lengua materna?» (versículo 8). Nota que esos versículos no dicen que los discípulos estaban hablando los idiomas de todas esas personas. Dice que la gente escuchó en esos idiomas. Entonces, el milagro pudo haber estado en los oídos de la multitud, así como en la boca de los discípulos. Pero, sin importar el cómo, sin duda fue algo milagroso. ¡Piénsalo! Hablar en lenguas fue el primer milagro que el Espíritu Santo manifestó entre los primeros creyentes. Fue su puerta de entrada a lo sobrenatural, y la buena noticia para nosotros es que Dios no ha cambiado Su plan desde entonces. Orar en lenguas sigue siendo la puerta de entrada a lo sobrenatural para el creyente de hoy en día. Pidan y recibirán ¿Por qué decimos que son buenas noticias? Porque hablar en lenguas es algo que todo creyente puede y debe hacer. Tampoco tenemos que esperar 10 días para que Dios nos dé la capacidad de hacerlo. A diferencia de los primeros creyentes que tuvieron que esperar la llegada de Pentecostés, podemos ser bautizados en el Espíritu Santo cuando estemos listos. Todo lo que tenemos que hacer es pedirle a nuestro Padre celestial, creer que recibimos y comenza r a habla r desde nuestro espíritu, confiando en que el Espíritu Santo nos dará la palabra. "Pero hermano Copeland, ¿qué pasa si digo algo incorrecto? ¿Qué pasa si en lugar de recibir palabras del Espíritu Santo, obtengo pa labras de a lg ún espíritu maligno?" ¡Eso es bíblicamente imposible! En Lucas 11:9, Jesús nos aseguró que nunca sucederá. «Pidan, y se les dará.» dijo. «¿Quién de ustedes, si su hijo le pide pan, le da una piedra? ¿O si le pide un pescado, en lugar del pescado le da una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le da un escorpión? Pues si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan!» (versículos 11-13). Cua lquier temor que tengas de

Articles in this issue

Archives of this issue

view archives of LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE - Edición Agosto LATAM 2021