LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE

Edición Septiembre 2021

LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE - Revista publicada por los Ministerios Kenneth Copeland, disponible gratuitamente para personas que deseen suscribirse.

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por el desier to. El Sa lmo 90 es la oración de Moisés por ellos. Clamándole al SEÑOR porque su rebelión e incredulidad estaban acortando sus vidas, él dijo: «Todos nuestros días [aquí en este desier to…] pasa n en Tu ira… estamos condenados a morir pronto… Los días de nuestros años son sesenta años y diez (setenta años), o incluso, aunque nos esforcemos, ochenta años.» (versículos 9-10, Biblia Amplificada, Edición Clásica, AMPC). La Edición Clásica de la Biblia Amplificada agrega una nota a l pie de página para esos versículos, y dice: "Este número [70 u 80 años] a menudo se ha confundido con los años de vida establecidos para toda la humanidad. No era la intención referirse a nadie más excepto a los israelitas bajo la maldición durante esos cuarenta años en particular. Setenta años nunca ha sido el promedio de vida de la humanidad. Cuando Jacob, el padre de las doce tribus, alcanzó los 130 años (Génesis 47:9), se quejó de que no había alcanzado los años de sus antepasados inmediatos. De hecho, el propio Moisés vivió hasta los 120 años, Aarón 123, Miriam varios años mayor y Josué 110 años." En otras palabras, ¡nosotros, los creyentes n a cidos de nuevo, no t enemos dere cho alguno a pensar que hemos vivido la plenitud de nuestra vida terrenal a los 70 u 80 años! No v iv imos bajo una ma ldición como los israelitas en el desierto. En Cristo, hemos sido redimidos de la maldición y LA BENDICIÓN de Abraham ha venido sobre nosotros. ¿Cuánto tiempo vivió Abraham? Caminó en fe, en las promesas de Dios, pasando de los 80 años hasta la avanzada edad de 175. Seguramente, si Abraham pudo llegar a 175, entonces nosotros, como herederos de Su BENDICIÓN, ¡podemos creer por 110 o 120 años! ¿Por qué conformarse con menos? "Pero estos son días peligrosos", podrías d e c i r. " L a g e n t e b u e n a m u e r e j o v e n todo el tiempo, de cua lquier cosa , desde enfermedades hasta accidentes, violencia y desastres naturales. ¿Qué me da el derecho a esperar sobrevivir todos esos peligros para vivir una larga vida?" ¡El Salmo 91 te da ese derecho! Dice: «El que habita al abrigo del Altísimo y se acoge a la sombra del Omnipotente, dice al Señor: «Tú eres mi esperanza, mi Dios, ¡el castillo en el que pongo mi confianza!» El Señor te librará de las trampas del cazador; te librará de la peste destructora.» (versículos 1-3). E l c a z a dor e s el d i a blo. É l e s el que siempre está arruinándolo todo, el ladrón que viene a roba r, mata r y destr uir (Jua n 10:10). A l prometer libra r te de él, Dios te promete protección tot a l cont ra cua lqu ier cosa que amenace tu vida. E l Sa l mo 91 cont i nua d iciendo que Dios p r o m e t e p r o t e g e r t e d e l t e r r o r i s m o , l o s malvados planes de los impíos, la pestilencia, la destrucción y la muerte súbita. Él promete que ninguna calamidad se te acercará y que enviará a Sus ángeles para defenderte y preservarte en todos tus caminos. En los últimos tres versículos del Salmo 91, Dios dice de la persona que camina con Él y cree estas promesas: «Yo lo pondré a salvo, porque él me ama… Él me invocará, y yo le responderé; esta ré con él en medio de la a ng ustia . Yo lo pondré a sa lvo y lo glorif ica ré. Le concederé muchos a ños de vida , y le da ré a conocer mi salvación.» (versículos 14-16). ¿Qué quiere decir Dios con «muchos años de vida»? Él ya nos dijo en Génesis 6:3 que se trata de 120 a ños. Eso sig nif ica que no tienes que conformarte con menos. Puedes establecer tu fe para vivir toda la duración de tus días. Cuando satanás te diga que nunca vivirás tanto tiempo, puedes recorda rle 2 Cor intios 1:20. P uedes decirle al diablo mentiroso: «porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén» (RVR1960). ¡Reclama tus 120 años (o lo que sea que tú y el SEÑOR hayan acordado) y rehúsate aceptar un "no" como respuesta! Hace unos años, mientras estábamos en su ciudad, un a migo que era coma nda nte de las Fuerzas Especiales del Ejército de los EE. UU. se acercó a Gloria y a mí para orar justo antes de ser enviado a la g uerra. El bata llón a l que había sido asignado había experimentado tasas de bajas de soldados extremadamente a ltas y quería que nos pusiéramos de acuerdo con él en la fe por protección divina. Le indiqué que hiciera lo mismo que había escuchado que había hecho un comandante de compañía durante la Primera Guerra Mundial: h i z o que t o do s lo s hombr e s de s u u n id a d memor i za ra n el Sa l mo 91 . L es ordenó que aprendieran cada versículo de memoria, y si se acercaba a uno de ellos y le decía: "¡Versículo 2!" o "¡Versículo 6!" cada soldado debería citarlo. Ese comandante pasó por la Primera Guerra Mundial sin perder un solo soldado. Todos los hombres de su unidad estuvieron en medio del combate y salieron vivos. "Keith, quiero que sigas ese ejemplo.", le dije. Est uvo de acuerdo y prometió ma ntener me a l t a nt o del prog reso de la m i sión cua ndo regresara. Dos años después, alrededor de las 2:30 de la 6 : LV V C

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