LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE

Edición Noviembre 2021

LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE - Revista publicada por los Ministerios Kenneth Copeland, disponible gratuitamente para personas que deseen suscribirse.

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6 : LV V C Material para trabajar El SEÑOR me recordó esta experiencia hace poco y me dijo que nosotros, los creyentes, debemos ser m á s con scient es de nues t ros ángeles. Necesitamos estudiar lo que la Biblia dice sobre lo poderosos que son, lo que pueden hacer por nosotros y cómo podemos abrirles la puerta para que efectivamente lo hagan. Un pasaje de la Escritura del que podemos aprender mucho a l respec t o es 2 Crón ica s 20. El m ismo habla de u na época en que la nación de Judá estaba necesitada en for ma desesperada de ay uda a ngelica l. Josa fat , el r e y de Jud á , h a bí a r e c ibi do l a not ic i a de que los enemigos de la nación, los moabita s y a monita s ( y a lg unos otros), había n unido sus f uerza s y estaba n a punto de ataca rlos. M i l i t a r m e n t e , J u d á n o t e n í a n i n g u n a posibilidad. Estaban superados ampliamente e n c a n t i d a d d e t r o p a s , y s i n a y u d a sobrenatural seguramente serían destruidos. «En todas las ciudades de Judá la gente se reunió para pedir la ayuda del Señor,Š y Josafat se puso de pie en el templo del Señor, delante del atrio nuevo, y ante la asamblea de Judá y de Jerusa lénŠ dijo: «Señor y Dios de nuestros padres, tú eres Dios en los cielos, y dominas sobre t odos los rei nos de la s n a ciones; en tus manos están la fuerza y el poder. ¡No hay quien pueda oponerse a ti!Š Tú, Dios nuestro, expulsaste de la presencia de tu pueblo Israel a los habitantes de esta tierra, y se la diste para siempre a los descendientes de Abra há n, tu amigo.Š Ellos la han habitado, y en ella te han e d i f ic a do u n sa nt u a r io a t u nombre. H a n dicho:Š"Si alguna vez nos sobreviene algún mal, o se nos castiga con la espada, o la peste, o el hambre, nos presentaremos ante este templo, y ante ti (pues tu nombre se halla en este templo), y c l a m a r emo s a t i p or c a u s a de nue s t r a s a f licciones, y tú nos oirá s y nos sa lva rá s."» (versículos 4-9, Reina Valera Contemporánea). P r i mera ment e, pres t a at ención a lo que Josafat no hizo en esa situación. No comenzó a orar aullando, chillando y diciendo: "¡Oh, Dios, todos va mos a morir!" No; por el contra rio, comenzó su oración citando la PA L A BR A de Dios. Comenzó recordando el pacto que Dios t en ía con Judá y d ijo: «T ú nos oi rá s y nos salvarás.» Esas son palabras de fe. ¡Las palabras llenas de fe dominan las leyes del pecado y de la muerte! Las palabras llenas de miedo, por el contrario, habilitan esas leyes. Entonces, sin duda, Josafat eligió sabiamente sus pa labras. Aunque sintió miedo (versículo 3), no les dio voz alguna. En cambio, se mantuvo fi rme en la PALABRA de Dios y habló por fe. "¿Pueden los ángeles todavía hacer estas cosas? " E s c r i t u r a s , l o s á n g e l e s s e cuentan por billones y son: «todos e l l o s e s p í r i t u s m i n i s t r a d o r e s , env i a do s pa r a s er v i r a qu iene s serán los herederos de la salvación» (Hebreos 1:14). Recuerdo que hace años, cuando descubrí por primera vez acerca de este tema , estaba predica ndo en una pequeña iglesia en Beaumont, Texas. Uno de los hombres que asistía a las reuniones pertenecía a una de las tantas denominaciones, y durante los primeros servicios se sentó en la primera fi la, saboreando la Palabra de Fe. Entonces, de repente, dejó de venir. Pasa ron unos días con el hombre ausente, pero regresó a uno de los servicios matutinos, y est a vez se sentó en la ú lt i ma f i la , en el puesto adyacente a la puerta. Estaba intrigado a l respecto y no lo perdí de v ista m ientra s predicaba. En un momento del servicio, vi que su mandíbula cayó de repente como si hubiera visto a lgo impacta nte. Pa recía sorprendido, como si alguien le hubiera abofeteado en la cara con un trapo húmedo. Al fi nalizar el servicio, me invitó a almorzar y me contó lo sucedido. Había dejado de asistir a los ser v icios porque yo h a bí a pred ica do a lgo que había tra stornado su teolog ía y se enf ureció. Le dijo a l SEÑOR que no quer ía escucha rme más y que tenía la intención de que ese fuera el fi n del asunto. Pero el SEÑOR siguió diciéndole que regresara, y finalmente lo hizo. "Hermano Kenneth", me dijo, "cuando entré a l ser vicio esta ma ña na, estaba enojado con usted y con Dios. Pero, mientras predicaba, Él me abrió los ojos al reino espiritual y lo que vi me asombró." "Junto a usted estaba el tipo más grande que haya visto en mi vida. Vestía de bla nco, y se parecía al 'Sr. Limpio' del comercial. Lo seguía ta n de cerca que pa recía que los dos f uera n uno solo. A veces, mientras usted predicaba, disminuía la inntensidadintensidad. Luego, él se inclinaba y susurraba algo en su oído, y usted simplemente se encenndíaencendía." "Hermano Copeland, ¿quién cree que fuera?" "¡Él es mi ángel!", le respondí.

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