LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE

Edición Noviembre LATAM 2021

LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE - Revista publicada por los Ministerios Kenneth Copeland, disponible gratuitamente para personas que deseen suscribirse.

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6 : LV V C orar aullando, chillando y diciendo: "¡Oh, Dios, todos va mos a mor ir!" No; por el contra r io, comenzó su oración cita ndo la PA L A BR A de Dios. Comenzó recorda ndo el pacto que Dios t en ía con Judá y d ijo: «T ú nos oi rá s y nos salvarás.» Esas son palabras de fe. ¡Las palabras llenas de fe dominan las leyes del pecado y de la muerte! Las palabras llenas de miedo, por el contrario, habilitan esas leyes. Entonces, sin duda, Josafat eligió sabiamente sus pa labras. Aunque sintió miedo (versículo 3), no les dio voz alguna. En cambio, se mantuvo firme en la PALABRA de Dios y habló por fe. Si queremos que Dios se mueva sobrenatu- ra lmente en nuestra vida, a través de nuestro ángel o de alguna otra manera, ¡debemos hacer lo mismo! De lo contra rio, Él no podrá hacer mucho por nosotros. E l S E ÑOR m e m o s t r ó e s e p u n t o h a c e a ños cua ndo estaba lucha ndo contra el dolor de espa lda. Un día, mientras ejercitaba en la ca m i na dora y con ba st a nte dolor, excla mé: "Jesús, ¿cuánto tiempo voy a tener que soportar esto?" ¡Hasta que me des algo con que trabajar!, me respondió. Descubrí entonces que había permitido que el dolor se me metiera en la boca. Había estado hablando de lo que estaba haciendo el diablo en lugar de declarar La PALABRA de Dios. A for tunada mente, Josa fat no cometió ese error. Le dio a Dios palabras de fe con las que pudiera trabaja r y luego depositó su f ut uro por completo en Dios. Ma nt uvo la ca rga de la situación sobre Él y dijo: «¡Dios nuestro! … No s ot r o s no t enemo s l a f uer z a s u f icient e para enfrentar a ese gran ejército que viene a ataca rnos. ¡No sabemos qué hacer, y por eso volvemos a ti nuestra mirada!» (versículo 12). ¿Qué pa só a continuación? El Espíritu del SEÑOR descendió sobre Zacarías, uno de los profetas de Judá, y le dio a Josafat y a su pueblo instrucciones muy detalladas: No tengan miedo ni se amedrenten al ver esta gran multitud, porque esta batalla no la libran ustedes, sino Dios. Mañana… los encontrarán junto al arroyo, antes del desierto de Jeruel. En este ca so, ustedes no tienen por qué pelea r. Simplemente quédense quietos, y contemplen cómo el Señor los va a salvar. Judá y Jerusalén, no t en ga n m iedo n i se desa n i men . ¡Sa l ga n mañana y atáquenlos, que el Señor estará con ustedes! (versículos 15-17). ¡Así se hace, muchachos! ¿Cómo respondió el pueblo de Judá ante las instrucciones? No hicieron lo que los cristianos "¿Pueden los ángeles todavía hacer estas cosas? " "¡Él es mi ángel!", le respondí. Material para trabajar E l S E Ñ O R m e r e c o r d ó e s t a experiencia hace poco y me dijo que nosotros, los creyentes, debemos ser má s conscientes de nuestros á n geles . Necesit a mos es t ud i a r lo que la Biblia dice sobre lo poderosos que son, lo que pueden hacer por nosotros y cómo podemos abr i rles la puer t a pa ra que efectivamente lo hagan. Un pasaje de la Escritura del que podemos aprender mucho a l respec t o es 2 Crón ica s 20. El m ismo habla de u na época en que la nación de Judá est aba necesit a da en for ma desesperada de ayuda angelical. Josafat, el rey de Judá , había recibido la noticia de que los enemigos de la nación, los moabitas y amonitas ( y a lg unos otros), habían unido sus fuerzas y estaba n a punto de ataca rlos. Mi lita rmente, Judá no tenía ning una posibi lidad. Estaba n superados ampliamente en cantidad de tropas, y sin ayuda sobrenatura l seguramente serían destruidos. «En todas las ciudades de Judá la gente se reunió para pedir la ayuda del Señor, y Josafat se puso de pie en el templo del Señor, delante del atrio nuevo, y a nte la asa mblea de Judá y de Jerusa lén dijo: «Señor y Dios de nuestros padres, tú eres Dios en los cielos, y dominas sobre t odos los rei nos de l a s n a cione s; en tus manos están la fuerza y el poder. ¡No hay quien pueda oponerse a ti! Tú, Dios nuestro, expulsaste de la presencia de tu pueblo Israel a los habita ntes de esta tier ra , y se la diste para siempre a los descendientes de Abrahán, tu a migo. El los la ha n habitado, y en el la te han edificado un santuario a tu nombre. Han dicho: "Si alguna vez nos sobreviene algún mal, o se nos castiga con la espada, o la peste, o el hambre, nos presentaremos ante este templo, y a nt e t i ( pues t u nombre se ha l la en es t e templo), y clamaremos a ti por causa de nuestras a f licciones, y t ú nos oirá s y nos sa lva rá s."» (versículos 4-9, Reina Valera Contemporánea). P r i mer a ment e, pre s t a at ención a lo que Josafat no hizo en esa situación. No comenzó a

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