LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE

Edición Noviembre LATAM 2021

LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE - Revista publicada por los Ministerios Kenneth Copeland, disponible gratuitamente para personas que deseen suscribirse.

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8 : LV V C por Melanie Hemr y A Bonnie no le gustaba el sedentarismo. Todos los depor tes la atra ía n. Había ba ilado e incluso había volado avionetas. También se había ocupado de su madre inválida durante años. "¿Por qué no va mos a nada r y luego usa mos el gimnasio?", le sugirió su amiga. "¡Buena idea!" Después, su amiga le preguntó si alguna vez había jugado al ráquetbol. "No", le respondió Bonnie, "pero aprendo rápido si me dices qué hacer." Consiguieron raquetas y entraron a la cancha. Su amiga comenzó: "Voy a sacar. Simplemente usa la raqueta para devolvérmela." Sirvió la pelota y Bonnie la devolvió de un golpe. Cuando su amiga golpeó la pelota contra la pared detrás de Bonnie, ella se volvió para buscarla. La pelota impactó entre sus ojos, y cayó de rodillas con un dolor insoportable. "¿Estás bien?", le gritó su amiga, corriendo hacia Bonnie. Sin querer admitir la gravedad del dolor, Bonnie le respondió: "Estaré bien, pero no creo que pueda jugar por más tiempo." Sus esposos llegaron esa misma noche y, a la mañana siguiente, Bonnie se despertó con un dolor extremo en el cuello. Cuando su esposo Auston le preguntó cómo estaba, Bonnie admitió que tenía demasiado dolor para quedarse. De regreso a casa, Auston llevó a Bonnie a la sala de emergencias donde le diagnosticaron un traumatismo cervical. Le recetaron Percocet y la enviaron a casa. Dos días después, no podía moverse en absoluto sin sentir un gran dolor y decidió visitar un médico amigo. "Una inyección de cortisona usualmente ayuda en estos casos", le dijo. Cua ndo terminó de aplica rle la inyección en el cuello, Bonnie estaba a los gritos en el suelo. A estas alturas, tenía tanto dolor que no podía ni trabajar. Todo había ocurrido en el año 2003. Durante los siguientes 10 años, la condición de Bonnie continuó deteriorándose. Era 2013 y tomaba 20 medicamentos recetados por día; utilizaba un andador y un tanque de oxígeno portátil. No podía caminar más de 15 minutos seguidos. Su esposo tenía que bañarla y vestirla todos los días. Bon n ie había acudido a cuatro de los mejores cirujanos de la zona. Todos le habían dicho lo mismo: necesitaba una operación. Todos coincidían en que la espalda y el cuello de Bonnie estaban en tan mal estado que la cirugía desencadenaría un colapso tipo dominó que la confinaría a una silla de ruedas. " Si y o f uer a u s t e d , s i mplem ent e v er í a a u n especialista en manejo del dolor y viviría de esa manera el mayor tiempo posible antes de operarme", le dijo un Recibiendo la Bonnie O'Neill miraba por la ventana del Resort de esquí Massanutten en Virginia. El aguanieve golpeaba contra el vidrio. Las laderas se habían convertido en hielo y sus vacaciones de esquí estaban oficialmente arruinadas. Bonnie y una amiga habían llegado a principios de la semana y alcanzado a disfrutar de la montaña. Ahora viernes, sus esposos debían reunirse con ellas para el fin de semana. MANIFESTACIÓN

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