LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE

Edición Enero LATAM 2022

LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE - Revista publicada por los Ministerios Kenneth Copeland, disponible gratuitamente para personas que deseen suscribirse.

Issue link: http://read.uberflip.com/i/1446018

Contents of this Issue

Navigation

Page 10 of 15

l o s m e s e s a n t e r i or e s . " ¡ To d a s m i s necesidades son satisfecha s a través de Cristo Jesús!", decla ró en mucha s ocasiones. "¿Cómo vamos a sobrevivir?", le preguntó a Carolyn en muchas otras. "Nos estamos hundiendo." Al instante, Jerry se dio cuenta de que había estado multiplicando sus palabras de fe con un número ig ua l de pa labras l lena s de incredu lidad. Mi problema, admitió Jerry, es mi boca. S a l ió c or r iendo, r e c og ió l a ci nt a , limpió la suciedad y la grava, y empezó a r e b o b i n a r l a . D u r a n t e l o s m e s e s siguientes, Jerry vigiló su boca y escuchó las cintas una y otra vez. L a s i g u i e n t e v e z q u e K e n n e t h Copela nd v ino a Shrevepor t , l la mó a Jerry del público. "Jerry", le dijo, "Dios me ha mostrado que a lg ún día tú y yo nos convertiremos en un equipo. Es tu responsabilidad creerle a Dios por Su tiempo perfecto." Jerry se hundió de nuevo en su asiento, sintiendo que el viento lo había dejado sin fuerzas. ¡Kenneth Copeland dijo que seríamos un equipo! ¿Cuántas veces en los últimos meses había soñado con seguirlo? Sacudió la cabeza para despejarla. ¿Este era el Dios del que había estado huyendo todos esos años? "El hermano Copeland me llamó por teléfono y me dijo que pagaría mis gastos si iba a Ca lifornia . Había un hombre l l a m a d o D a v i d M a l k i n q u e e s t a b a ganando cientos de hippies para el Señor. El her ma no Copela nd quer ía que yo aprendiera a ganar almas. Dijo que podía quedarme el tiempo que necesitara." "El fin de semana del 4 de julio de 1970, había 14 0.0 0 0 d roga d ictos y h ippies reunidos en Pismo Beach en California. Nue s t r o e q u ip o m i n i s t er i a l e s t a b a formado por 113 hippies conver tidos, D av id M a l k i n y yo. No s a bí a c ómo relaciona r me con el los. Nunca había consumido drogas ni vivido el estilo de vida hippie." " E l S e ñor m e d ijo q ue no e r a e l conocimiento de las drogas lo que los ganaría. Era el conocimiento de Él. En 13 días, cientos de personas entregaron sus vidas a Cristo. Los bautizamos en el Océano Pacífico." "En el verano de 1970, Carolyn y yo empacamos todas nuestras pertenencias y nos muda mos a For t Wor th, Texas", r e c u e r d a Je r r y. " E l m i n i s t e r i o d e l hermano Copeland estaba en su infancia en e s e ent on c e s . E l p er s on a l t o t a l consistía en A .W. Copela nd (el padre campeones de los fracasados. Jerry abrió la boca para hablar, pero las palabras que fluyeron en un torrente i n i nt er r u mpido era n en u n a len g ua desconocida. El tiempo pasó mientras Jerry se perdía en la libertad de alabar a Dios en una lengua celestial. Finalmente descubrió que su esposa y su suegra estaban sentadas en el sofá. "¿Adivina qué me pasó?" le preguntó Jerry. "Lo sabemos", le respondió Carolyn, con lágrimas en el rostro. "Llevamos dos horas sentadas aquí." Jerr y miró el reloj. Era n las 7 de la mañana. H a bí a e s t a do or a ndo en len g u a s durante cuatro horas. " Bueno", le dijo Jer r y, volv iéndose hacia Ca roly n . " Pa rece que va mos a predicar como dijiste antes de casarnos." Jerry volvió a trabajar en su taller de carrocería con un nuevo plan: prepararse pa ra la obra del m i n ist er io. Un a ño después, en 1970, dejó el negocio y pasó los sig uientes tres meses escucha ndo c i n t a s d e l h e r m a n o C o p e l a n d y e s t u d i a n d o l a B i b l i a . Un o s m e s e s después, el hermano Copeland volvió a Shreveport para celebrar otra reunión. El vocabulario del silencio Cuando Jerry pudo hablar a solas con el hermano Copeland, le preguntó: "¿Cómo le crees a Dios por la s f i na n za s? No tengo problema en creerle a Dios para la sanidad. Pero financieramente no tengo éxito alguno." " T u p r o b l e m a ", l e r e s p o n d i ó e l hermano Copeland, "es tu boca. Necesitas aprender el vocabulario del silencio." Cua nto má s pen saba Jer r y en esa respuesta , má s se irritaba . ¿ Mi boca? Jerry se enfureció durante todo el camino a casa. Soy la única persona de la iglesia que escucha todas sus cintas. Una vez en casa, Jerry entró furioso y sacó una de la s cinta s del herma no Copel a nd del reproduc t or de ci nt a s de carrete. Salió y la lanzó por la calle, v iendo cómo se desen rol laba . Luego corrió adentro y tomó otra cinta. Pero el Señor le habló. La res p u esta a tu s p roble m a s está rodando por la calle. "¿Qué?" jadeó Jerry. T e v o y a h a c e r r e c o r d a r sobrenaturalmente todo lo que has dicho. Como la reproducción de una jugada en cámara lenta en los deportes, el Señor repitió la s pa labra s de Jerr y dura nte "Iré con una condición", le dijo Jerry. "Nos sentaremos en la última fila, la más cercana a una salida. En cuanto empiece a contar historias lacrimógenas y a pedir dinero, me iré. Tendrás que volver a casa de la mejor manera posible." "Trato hecho", aceptó Carolyn. Una sensación de incomodidad J e r r y t e n í a u n a s e n s a c i ó n d e incomodidad mientras se deslizaba en el banco fresco y duro. Esta era la iglesia de Carolyn, no la suya. Se sentía más cómodo debajo de un auto que aquí, en la presencia convincente de Dios. El coro ca ntó un viejo himno tradicional, y luego Kenneth Copeland subió al púlpito. Se volvió y se dirigió al coro. " Nu nca ca nten esa ca nción en m i presencia", les dijo. "Está llena de duda e incredulidad." "¡Cómo se atre ve! " prot est ó Jer r y entre dientes. "¡Podemos cantar lo que queramos en nuestra iglesia! Además, ¡Dios escribió esa canción!" "¿ D i o s e s c r i b i ó l a c a n c i ó n? " l e preguntó Carolyn. "¿Cómo lo sabes?" " Est á en el h i m na r io bautist a", le respondió. "Si Kenneth Copeland no me hubiera he cho enoja r t a nt o, pr oba blement e me hubiera desconectado y no hubiera escuchado una sola pa labra de lo que dijo", comenta Jerry. "Dios sabía que se necesita ría de a lg uien auda z, directo y difícil de intimida r pa ra lla ma r mi at ención . E s t a ba t a n f u r ioso que lo escuché. El mensaje que predicó esa noche tuvo el mismo efecto en mí que el que Ora l Rober ts había predicado cuando yo tenía 12 años. Ambos hombres hicieron que el evangelio pareciera lleno de poder, y Jesús cobró vida." "Al día siguiente fui a trabajar bajo una profunda convicción. Finalmente, envié a mis empleados a casa y desempolvé la Biblia que Carolyn había puesto en mi escritorio. Llevé la Biblia al baño y cerré la puerta. Me senté en el suelo y lloré todo el día." Esa noche, Jerry dio vueltas en la cama sin poder conciliar el sueño. A las 3 de la mañana, se paró en la sala de estar con lágrimas en su cara y levantó sus manos a Dios en señal de rendición. "Jesús, ya no puedo huir. Si queda algo en mí que puedas utilizar, aquí está. Fíjate bien, porque soy un fracaso. Sólo tengo 22 años y ya soy un fracaso." No te preocupes, hijo, le respondió e l S eñor. S o y u n Ma e s t ro e n h a ce r B V O V : 1 1 LV V C : 1 1

Articles in this issue

Archives of this issue

view archives of LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE - Edición Enero LATAM 2022