8 : LV V C
por Melanie Hemr y
JERRY SAVELLE
SE LIMPIÓ LAS MANOS SUDOROSAS EN SU
UNIFORME DE BÉISBOL DE LAS LIGAS MENORES
ANTES DE ACERCARSE A LA BASE. A SUS DOCE
AÑOS, AGARRÓ EL BATE, ENDEREZÓ LOS
HOMBROS Y PLANTÓ LOS PIES FIRMEMENTE EN EL
SUELO FÉRTIL DE LUISIANA. ECHÓ UN VISTAZO AL
CAMPO DE BÉISBOL ANTES DE CLAVAR SUS
OJOS EN EL LANZADOR.
El chico en el montículo de lanzamiento escupió
en la tierra, movió el brazo en un amplio círculo y
miró desafiantemente al bateador.
Jerry ni se inmutó. Mientras el lanzador giraba
su brazo, nunca perdió de vista la pelota. En el
momento en que partió la bola con un efecto curvo,
Jerry apretó su agarre y, en el momento justo, se
arqueó para recibirla.
El chasquido de la pelota al chocar con el bate
resonó por todo el campo. En un movimiento
fluido, Jerry dejó caer el bate y se abalanzó
hacia la primera base. Echando la cabeza
hacia atrás con deleite, sonrió al viento
y corrió.
Tocó ligeramente la primera base y
continuó corriendo hacia la segunda.
Una vez a llí, se arriesgó a llegar a la
tercera y luego a la base. La pelota pasó zumbando
cerca de su cabeza mientras se lanzaba y deslizaba
hacia la base en una nube de polvo.
"¡Seguro!", gritó el árbitro.
Jerry se levantó de la tierra con una sonrisa.
Le gustaba el béisbol. No era sólo un placer, era su
pasión. Lo había sido desde la primera vez que vio a
su papá ponerse el uniforme y saltar al campo para
jugar en un equipo de la empresa. Aquel día, Jerry
Savelle sintió la seguridad de haber encontrado
su destino. Desde entonces, nunca dudó
ni vaciló: jugaría al béisbol profesional,
y planeó su vida como un entrenador
planea un partido.
Pensó que más adelante, cuando su
carrera de béisbol hubiera terminado,
volvería a su seg undo a mor: repa ra r