LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE

Edición Febrero LATAM 2022

LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE - Revista publicada por los Ministerios Kenneth Copeland, disponible gratuitamente para personas que deseen suscribirse.

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B V O V : 1 2 me dio un verdadero amigo en Kenneth Copela nd. Esta s a mistades que Dios forjó son refrescantes porque me aceptan exactamente como soy." Au nque no hay na da ord i na r io en Jesse Duplantis, ni en su ministerio, el evento más extraordinario de todos es fácil de identificar. Tuvo lugar en 1988, en la habitación 105 del Motel Best Western en Magnolia, Arkansas; fue a llí donde Jesse fue llevado al cielo por espacio de cinco horas. Dura nte su milag rosa visita , habló con Abraham. El conoció al Rey David y al Apóstol Pablo. Habló con Jonás. Sin embargo, el propósito de su viaje fue una cita divina en el Salón del Trono de Dios. Allí se encontró con Jesús, Quien le dio un mensaje para la Iglesia. Jesse, ve a deci rle a m i gente que regresaré. "Señor, ellos ya lo saben", le respondió Jesse. La voz de Jesús se tornó severa: "No, no lo saben. Ve a decirles que regresaré." Desde entonces, Jesse ha hecho todo lo que puede para cumplir el mandato de Jesús. Ha llevado ese mensaje por todo el mundo. Algunas personas piensan que debería tomarse más tiempo libre, que debería descansar más. Eso es difícil para Jesse porque a hora, como a l principio, tiene negocios en su mente. Pero ya no es su propio negocio. Es el negocio de Su padre. Y ese es el negocio más importante de todos. cuenta. No soy una persona graciosa." Cua ndo Jesse aceptó el lla mado a l ministerio de tiempo completo en 1978, se comprometió a no pedirle nunca a nadie por un luga r donde predica r. El primer a ño de su ministerio, predicó 51 semanas seguidas. Desde entonces, ha recibido miles de invitaciones para predicar. "Cuando empecé a predicar no sabía nada sobre el mensaje de la fe", relata Jesse. "Sólo predicaba la Biblia. Luego, en 1978, encendí la radio y escuché por primera vez estas pa labras: 'Hola, soy Kenneth Copeland'. Me gustó mucho lo que ese hombre estaba compartiendo." "En 1980, el Señor me dio una visión y me dijo que predicaría con Kenneth Copeland y Jerry Savelle. Nunca intenté que eso suced iera . De hecho, con el t iemp o lo olv idé . Ent onc e s , Ji m my Hester me pidió que hablara en el Rally de Motocicletas del Evangelio Completo. Kenneth y Jerry también hablaron ese día. Estábamos en la tarima mientras Jimmy oraba. Me paré entre Kenneth y Jerry. Cada uno de ellos sostuvo una de mis manos." "El Señor me interrumpió y me dijo: te dije que predicarías con ellos. Durante esa reunión, Kenneth me pidió que orara para predicar en su convención. Desde entonces, estamos juntos." "El Señor los entretejió en mi corazón y en m i v ida . No sólo necesitaba un profeta de Dios que hablara a mi vida, y a u n m a e s t r o q ue m e e n s e ñ a r a ; también necesitaba de un amigo. Dios las puertas estuvieran abiertas. "Dios nunca le dijo a Jesse que dejara el negocio de la música", recuerda Cathy. "Pero tres sema nas después de haber entregado su corazón a Jesús, el Señor le hizo una pregunta." Jesse, ¿amas eso más que a Mí? La pregunta preocupó a Jesse durante días. Finalmente, recibió la respuesta. "Señor", le dijo Jesse, "te amo más que al negocio de la música." "Ese día Jesse le dijo a su banda que renunciaba", comenta Cathy. "Acordó ter m ina r cuatro meses de contratos antes de dar por fina lizada su carrera musical. Cuando se alejó de la industria, Jesse vendió todos sus instrumentos. No quería que lo alejaran de Dios. " No s mud a mo s de nue vo a l á r e a de Nueva Orlea ns y Jesse consig uió un trabajo en la oficina de tuberías en Pat t e rso n T r u ck Lin e. D ejó de l a do $13.000 dólares semanales y trabajó por $1,75 dólares la hora, porque nunca quiso amar nada más que a Jesús." Dos años más tarde, Jesse comenzó a trabajar para Shell Oil Co. A lo largo de los años, dio su testimonio en distintas iglesias. Jesse, el Predicador En 1976, Jesse pred icó su pr i mer sermón. Predicó sobre Lázaro saliendo de la tumba . Compa ró a la gente con Lá za ro, env uelt a en la t ra mpa de la relig ión. Mientra s Jesse hablaba , los murmullos y las risas resonaban en el santuario. No deben estar entendiendo, pensó Jesse, predicando con más fuerza. Fi na l ment e, t oda la con g rega ción estalló en carcajadas. "Estaba furioso.", recuerda Jesse. "No recuerdo haberme enfadado más que en ese momento. Cuando creí que lo peor había pasado, miré a Cathy en busca de apoyo y ¡ella se estaba riendo! Cuando nos subimos al auto esa noche, le dije lo molesto que estaba." "Pero Jesse", le dijo ella, "eras gracioso." "¡No soy un hombre gracioso! Estaba hablando en serio." El estaba siendo serio. Sin embargo, cuando Jesse predicaba, la gente se reía. "Finalmente descubrí que el humor era un don de Dios, igual que poder escuchar u n a c a nción y t o c a rl a", d ijo Je s s e . "Pero no puedo tratar de ser gracioso. Sólo ocurre cua ndo estoy predica ndo el evangelio. Dios lo hace sin que me de

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