LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE

Edición Marzo LATAM 2022

LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE - Revista publicada por los Ministerios Kenneth Copeland, disponible gratuitamente para personas que deseen suscribirse.

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" Desde ese moment o, m i ú n ico sueño a rdiente era juga r a l f útbol a merica no profesiona lmente. Mi deseo de juga r a l fútbol fue lo que me impulsó, me animó y me hizo seguir adelante en los momentos d i f íc i le s . Ju g ué a l f út b ol a m er ic a no durante todo el secundario y luego entré en el equipo del Concord College de Athens, en el estado de West Virginia." Si n emba r go, lo s t iemp o s d i f íci le s no llegaron a su f in. Mientras estaba en la universidad, su tía f ue secuestrada , asesinada y la encontraron en el baúl de un auto. Después, en respuesta al estrés de ese desastre familiar, su madre se enfermó. Pa ra esta r má s cerca de su fa m i lia , Creflo se trasladó al West Georgia College de Carrolton, Georgia. Una vez más, entró en el equipo de f útbol a merica no, pero se lesionó en las primeras semanas de la temporada. "Me lesioné los ligamentos de la cadera", re c uerd a Cref lo. " E l méd ic o t a mbién detectó una hernia que requería cirugía. Me advir tió que un golpe directo podía provocar una hemorragia interna, así que me quedé fuera de juego. Perdí seis kilos tras la operación." A medida que cada kilo se desvanecía durante su larga recuperación, Creflo se dio cuenta de que estaba perdiendo algo más que pura masa muscular. Estaba perdiendo su sueño. Para Cref lo Dollar, el fútbol americano era su vida. Todo aquello por lo que había esperado, había desaparecido. Desesperado, Cref lo llamó a un amigo, estrella del atletismo en la Universidad de A labama. "Mi vida ha desaparecido", se quejó. El joven velocista, al otro lado de la línea, no se limitó a simpatizar con Cref lo, sino que compartió algo que cambiaría su vida para siempre. Le dijo que había descubierto que la carrera de la vida no tenía nada que ver con el deporte. Luego, le presentó a la Estrella de todas las estrellas, la llamada Estrella Brillante y Matutina. Aquel cuyo nombre es Jesús. " Me había criado en la ig lesia", dice Cref lo, "y dirig í un coro de góspel en la universidad, pero nunca había conocido a Jesús. Poco después de nacer de nuevo, recibí el Bautismo en el Espíritu Santo." Después de años de religión, una relación con el Señor Jesús fue como ganar el Super Bowl. Cref lo fue bautizado en agua en la piscina de un apartamento. Después, un hombre comenzó a profetizar sobre él. "Ministra rás a miles de personas", le dijo el hombre. "Aconsejarás, y predicarás a miles, y luego a cientos de miles." ¿ Está droga d o? se preg u nt ó Cref lo, alejándose. Debe estarlo porque nunca seré ministro. "No tuve que pensar dos veces en lo que dijo ese hombre", explica Creflo. "Mi único objetivo como cr istia no era compa r tir mi experiencia con mi familia. No quería forma r pa r te del ministerio, y no podía sopor t a r l a idea de que me l l a m a r a n reverendo." " Siempr e me h a bí a d a do m ie do l a responsabilidad en lo que respecta a otras vidas. Nunca quise ser profesor por miedo a enseñar algo incorrecto. No podía ser abo - gado porque temía cometer un error y hacer que mi cliente fuera a la cárcel. No quería ser médico por miedo a que mis pacientes murieran." "Ser responsable de la eter n idad de alguien estaba sencillamente descartado." Fiel a su compromiso, Creflo compartió su experiencia de salvación con su familia. Uno por uno, nacieron de nuevo. En la universidad, Creflo le testificó a una chica. Ella se lo contó a otras cinco. Pronto, Creflo Dollar, de 20 años, estaba d i r i g iendo el m i n ister io u n iversit a r io World Changers, un estudio bíblico al que asistían más de 100 estudiantes. Una joven llamada Taffi entregó su corazón al Señor en el primer estudio bíblico del campus de Cref lo. Él no tenía forma de saber en ese entonces que conocerla era pa r te de su destino ordenado por Dios. E n d i c i e m b r e d e 1 9 8 4 , C r e f l o s e graduó con una licenciatura en ciencias de educación. Durante un tiempo, enseñó ciencias socia les en la secunda ria en el mismo sistema escolar que había ayudado a integrar. M á s t a rde, t r a bajó c omo t er apeut a educ at ivo en el I n s t it ut o Psic ológ ic o Brawner, un hospital para adolescentes con depresión profunda y tendencias suicidas. " L o s c h i c o s e r a n r e a l m e n t e problemáticos", d ice Cref lo, "pero por a lg una ra zón sabía que era bueno en el a sesora miento. Aun a sí, era un trabajo d i f íci l . No i mpor t a ba lo que h iciera s, a l g u nos se s u icid a ba n . Er a d i f íci l de soportar." " Tienes un chico nuevo", le dijeron a Cref lo una mañana. Recogiendo la ficha, leyó el historial de Greg. El chico de 14 años había sido hospitalizado por depresión. Era un niño blanco, pálido y delgado, con una mirada perdida que le resultaba familiar, una mirada que le llegó al corazón." G r e g pr o ven í a de u n a f a m i l i a que había hecho todo lo que sabía hacer por él. Su padre había abandonado el hogar y la madre del niño había llegado a su límite. A medida que pasaban las semanas, Cref lo se preocupaba más por él. Necesitaba a alguien que lo guiara con seguridad hasta la edad adulta. ¿Pero quién? Hazlo tú, le dijo el Espíritu Santo a su corazón. Creflo se quedó perplejo. ¿Yo? Señor, ¡sólo tengo 23 años! ¡Ni siquiera estoy casado! Hazlo tú, insistió el Señor. En su cora zón, Cref lo sabía que la s con secuencia s de desobedecer a Dios bien podrían ser la muerte de Greg. Creflo sug irió a la madre de Greg que ta l vez podría guiar a su hijo durante sus próximos años cruciales. Ella accedió a poner fin a su patria potestad y entregarle a Greg. "¿Qué es el amor?", le preguntó un día Greg a Creflo de forma inesperada. "El a mor", explicó Cref lo, "es cua ndo ves a a lg u ien que est á a pu nto de ser atropellado por un camión y lo empujas para que se aparte. Ellos viven… tú mueres. Eso es el amor." "Yo…", comenzó Greg. "Yo te empujaría." Cref lo sintió ga na s de vola r. Era un comienzo. El dolor y el rechazo ca laban hondo en Greg, pero esta era la primera (y frágil) señal de confianza. "No siempre fue fácil", admite Cref lo. "Greg estaba en plena crisis de identidad. E s t a ba muy i n f luenci a do p or cier t os a m igos. Se escapó de ca sa t res veces. Afortunadamente, pude g uiarlo hacia el Señor." Además de los problemas que Greg tenía desde hacía tiempo, algunas personas t en ía n problema s con que u n hombre negro criara a un hijo blanco. Esa actitud prevalecía incluso en ciertas iglesias. "Para ser alguien que no quería respons - abilizarse de otras vidas, había recorrido un largo camino. Aproximadamente un año después de que aceptara criar a Greg, el Señor me habló de fundar una iglesia. Para entonces también sabía que quería casarme con Taffi. Comprensiblemente, ella dud - aba comenzar un matrimonio que incluía un hijo adolescente y problemático, y una nueva iglesia que construir." Cref lo se sintió a liviado cuando Taffi anuló sus propias objeciones. Por desgracia, Greg no lo hizo. Por fin ten ía u n pa d re, y no est aba d ispuesto a c omp a r t i rlo . E n u n a l a r d e d e s u s objeciones, Greg se negó a asistir a la boda. Cref lo tenía un nuevo hijo, una nueva esposa y una nueva iglesia. Todos ellos necesitaban su atención. Creflo sabía que, con el tiempo, Taffi se ganaría a Greg. Lo que le preocupaba más que su familia en apuros era su iglesia en apuros. Claro que había crecido desde su primera reunión de ocho personas en la cafetería de la escuela primaria Kathleen Mitchell, donde su madre había trabajado dura nte 20 a ños. Pero Cref lo sabía que la iglesia no había crecido como el Señor deseaba. Algo los estaba deteniendo. Buscando al Señor, Creflo fue dirigido a hacer reservas con siete meses de antici - pación para la Convención de Creyentes del 1 4 : LV V C

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