LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE - Revista publicada por los Ministerios Kenneth Copeland, disponible gratuitamente para personas que deseen suscribirse.
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Entonces, el hermano Roberts volvió a hablar. "Voy a pedirte que hagas uno de los compromisos más serios que hayas hecho en tu vida", le dijo a Kenneth. "Quiero que te comprometas con Dios a que cada 30 días, durante el resto de tu vida, orarás en el Espíritu Santo hasta que tengas algo ungido que escribirles a tus colaboradores, tal como Pablo les escribió a los suyos." Ese día, Kenneth hizo un compromiso de por vida. El SEÑOR lo llevó entonces a estudiar el libro de Filipenses –una carta de Pablo a sus colaboradores de ministerio— como ejemplo de cómo el Espíritu Santo podía usarlo para escribir sus cartas. "Desde ese momento hasta ahora", dice Kenneth, "he escrito una carta cada mes a mis amigos que colaboran conmigo. No son cartas para recaudar dinero. No las escribo por ese motivo. Dios es mi Fuente, y Él satisface todas mis necesidades. Escribo las cartas porque quiero BENDECIR a mis Colaboradores. Ya que ellos son partícipes de mi gracia (Filipenses 1:7), quiero compartir con ellos las revelaciones que Dios me ha dado." Y no son revelaciones improvisadas. Cada carta representa horas y horas de oración por parte del hermano Copeland. A través de ellas, él comparte personalmente las cosas que el SEÑOR le está enseñando con el deseo de que fortalezcan y animen a todos los que las reciban. "Agonizo con esas cartas", dice Kenneth. "Oro… y oro… y oro… y oro. Luego vuelvo a orar hasta que escucho lo que hay en el corazón de Dios. A veces viene a mí en medio de la noche. Pero una cosa es segura: espero hasta que escucho del cielo. No me siento y escribo algo por escribir." Quizás nadie conozca mejor el tiempo y el compromiso que Kenneth dedica cada mes a escribir su Carta del Colaborador que los miembros de su propia familia. "Mamá y papá siempre han estado comprometidos con nuestros colaboradores", dice su hija, Kellie Copeland, quien recuerda haber crecido viendo a su padre escribir a mano la Carta del Colaborador cada mes. Kellie recuerda cómo su padre pasaba habitualmente horas, bolígrafo y anotador en mano, "orando acerca de la Carta del Colaborador hasta que escuchaba al Señor." "Nos íbamos de vacaciones, y si era el momento de la Carta del Colaborador, papá no hacía nada hasta que estuviera escrita. No esquiaría. No iría al lago. No se movería de la silla hasta que estuviera terminada. Era como si los colaboradores estuvieran de vacaciones con nosotros." "Y cuando terminaba de escribirla, si no podía sostener esa carta y decirle al Señor desde su corazón: 'Esto es lo que le estás diciendo a la gente, y esto es para satisfacer sus necesidades, no las mías', no importaba lo buena que fuera la carta; la enrollaba, la arrojaba al suelo y volvía a empezar." El pulso del ministerio Desde su creación, la Carta del Colaborador de Kenneth Copeland no sólo ha sido un estímulo para los colaboradores, sino también una fuente de verdad y victoria. Por ejemplo, cuando una recesión golpeó a Canadá hace varios años, una colaboradora de allí recordó la instrucción que el Señor le había dado a través de la Carta para el Colaborador del hermano Copeland en febrero de 1992: ¡No te sumes a la recesión! Así que no lo hizo. Después de prestar atención a esa palabra, el Espíritu Santo la instruyó para que diera un paso más y orara para que la recesión trabajara a su favor y no en su contra. El hermano Copeland relata: "Lo primero que sucedió fue que, en lugar de ser víctima de la reducción de personal en su empresa como resultado de la recesión, fue promovida a un puesto en recursos humanos. Poco después, le dieron la oportunidad de terminar sus Calcularía que entre el 85 y el 90% de lo que predico en las reuniones…es revelación recibida mientras estoy escribiendo esa carta. CÓMO UTILIZAR SU FE. SÚMATE A NOSOTROS PARA ENSEÑARLES A LOS CREYENTES A COLABORA CON KCM. ES.KCM.ORG/COLABORADOR