LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE

Edición Abril LATAM 2022

LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE - Revista publicada por los Ministerios Kenneth Copeland, disponible gratuitamente para personas que deseen suscribirse.

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n u e s t r o s c o r a z o n e s p o r e l E s p í r i t u S a n t o (Romanos 5:5). Él ha puesto Su amor en nuestro interior. Sólo necesitamos creerlo y andar en él. De hacerlo, nuestras oraciones por nuestras naciones será n efectiva s. Podremos libera r nuestra fe y recibir lo que pedimos cuando oramos. Dilo, actúa, y los sentimientos seguirán Exactamente, ¿cómo se libera la fe? Con tus palabras. Como ya lo mencionamos, Jesús dijo; «Porque de cier to les d i go que cua lqu iera que d i ga … cuando no dude en su corazón, sino que crea que se cumplirá.» Segunda de Corintios 4:13 lo dice de esta ma nera : «Pero en ese mismo espíritu de fe, y de acuerdo a lo que está escrito: «Creí, y por lo tanto hablé», nosotros también creemos, y por lo t a nt o t a mbién h a bla mos .» Cua ndo ores por sa nidad, inmediata mente comienza a llamarte sanado. Dilo por fe, aunque todavía sientas síntomas de enfermedad en tu cuerpo. Di, como uno de mis padres en la fe, Kenneth E. Hagin, solía decir: "Me siento bien, me siento bien. Ahora, cuerpo, ponte en línea." Después pon tu fe en acción. Toma el mando sobre tus sentimientos y compór tate como si rea lmente hubiera s creído que ha s recibido, porque «la fe sin obras está muerta» (Santiago 2:20). En otras palabras, haz lo que hizo la mujer con el flujo de sangre en Marcos 5. ¡Esa es una historia exitosa! Ella es una inspiración y un g ra n ejemplo pa ra seg uir porque hizo todo lo que Jesús enseñó en Ma rcos 11:22-25. No sé si ella había oído habla r de esa enseña nza en particular. La Biblia no lo dice. Sin emba rgo, es posible que lo haya hecho, porque vivía en Cafarnaúm, donde también vivía Jesús. Es posible que su casa estuviera cerca a la de él y que Jesús enseñara y ministrara a llí con regularidad. Incluso a lgunas personas del pueblo habían sido sanadas por Su ministerio. Debido a su condición, la mujer con f lujo de sangre había estado encerrada durante 12 años. Legalmente, podría haber sido apedreada de ser sorprendida en público, así que lo más probable es que no hubiera podido asistir a las reuniones de Jesús. Pero, obviamente, alguien le transmitió lo que Él había estado diciendo, porque la fe viene por escuchar la PALABRA de Dios, y esta mujer tenía algo de fe. Creía tanto en lo que había oído de Jesús que repetía: «Si alcanzo a tocar aunque sea su manto, me sanaré.» (Marcos 5:28). El hecho de que pudiera hacer tal declaración de fe con con f i a n za i nd ica que debí a es t a r c a m i n a n do e n p e r dón , lo c u a l , d a d a s s u s circunstancias, es sorprendente. A lo largo de los años que había estado enferma, había «…sufrido mucho a ma nos de muchos médicos, pero que lejos de mejorar había gastado todo lo que tenía, sin ningún resultado.» (versículo 26). Después de todo lo que esos médicos le habían hecho pasar, esa mujer podría haber guardado rencor contra ellos. Pero, si lo tenía, aparentemente lo había dejado pasar. ¿Quién sabe? Ta l vez había oído habla r del paralítico del pueblo con los cuatro amigos que removieron el techo de la casa de Jesús y bajaron a su a m igo en fer mo dela nte de Él m ient ra s predicaba. Ta l vez había escuchado que Jesús perdonó los pecados del hombre, y cua ndo la gente en la reunión cuestionó Su poder pa ra hacerlo, Él dijo: «¿Qué es más fácil? ¿Qué le diga al paralítico: "Tus pecados te son perdonados", o que le diga : " Levá ntate, toma t u ca mi l la y anda"? Pues para que ustedes sepan que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra pa ra perdona r pecados, éste le dice a l pa ra lítico: "Levántate, toma tu camilla, y vete a tu casa."». (Marcos 2:9-11). ¡Piénsa lo! A llí mismo, en Cafarnaúm, Jesús había enseñado que el mismo poder que perdona también sana. Había dejado en claro que, si no perdonas, no puedes recibir la sanación porque está s recha za ndo el poder que está detrá s de ambas cosas. De nuevo, la Biblia no dice si la mujer con el flujo de sangre sabía al respecto, pero sí sabemos que estaba ca mina ndo en el a mor y el perdón p or q ue s u fe f u n c ion a b a . C u a n do l a p u s o en acción, se leva ntó de la ca ma , fue a donde Jesús estaba predica ndo, se abrió pa so entre la multitud, «y tan pronto como tocó el manto de Jesús, su hemorragia se detuvo, por lo que sintió en su cuerpo que había quedado sana de esa enfermedad.» (Marcos 5:29). ¿Identif ica s la secuencia? El la no esperó a creer ha sta que sintió que a lgo sucedía en su cuer po. (Si hubiera hecho eso, nu nca habr ía sa lido de ca sa . Se habría quedado en ca sa en la ca ma y habría muer to). En su luga r, creyó, habló, le dio acción a su fe, y los sentimientos s i g u ier on . Si nt ió en s u c uer p o q ue e s t a b a curada. ¿Qué sucedió a continuación? Jesús, sabiendo en sí m ismo que el poder había salido de Él, dijo: «¿Quién ha tocado mis vestidos?». Ella «arrodillándose delante de él, le dijo toda la verdad. Jesús le dijo: «Hija, por tu fe has sido sanada. Ve en paz, y queda sana de tu enfermedad.» (versículos 30, 33-34). En otras palabras, Jesús le repitió las palabras de fe que ella misma había pronunciado. Ella había dicho: "Seré sana", y Jesús lo hizo realidad. Él la sanó y la restauró a plenitud, lo que significa que no sólo su cuerpo fue curado, sino que su fuerza y sus finanzas fueron restauradas. Dios quiere que ocurra lo mismo con nosotros. Su intención es que oremos con fe de la forma en que Jesús enseñó y obtengamos exactamente lo que pedimos. Su plan es que nosotros, tal como la mujer con el flujo de sangre, recibamos todo lo que le pedimos, todo las veces. 1 Jesús nunca dijo que cuando le pedimos algo a Dios, a veces la respuesta es sí y a veces es no; Él nos enseñó que Dios siempre nos da lo que pedimos. (Mateo 7:7) 2 Mientras pidas de acuerdo con la PALABRA de Dios y según Sus promesas, como creyente en Cristo puedes saber de antemano que Él te dirá que sí. (2 Corintios 1:20) 3 No esperes a que se manifieste la respuesta a tu oración para creer que la has recibido; libera tu fe al orar. (Marcos 11:24) 4 Los creyentes caminan por fe, no por sentimientos; así que no importa cómo te sientas, cuando le pidas algo a Dios en la oración, di: "Es mío ahora, en el nombre de Jesús". (Romanos 1:17) 5 La fe obra por el amor, así que antes de terminar de orar asegúrate de haber perdonado a todos los que tienes que perdonar. (Marcos 11:25 C CONSEJOS PRÁCTICOS: LV V C : 7

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