LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE

Edición Junio 2022

LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE - Revista publicada por los Ministerios Kenneth Copeland, disponible gratuitamente para personas que deseen suscribirse.

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LV V C : 1 7 llorar. Quería dejarme llevar y deprimirme. Quería llamar y contárselo a mi mamá, a todas mis hermanas y a mi tía para que me consolaran. Pero no lo hice. La lucha de la fe significaba que negaba mi carne. Negué mis emociones. Me leva nté de la ca ma y confesé 70 escrituras antes de ir a estudiar y al regresar." Gabriel y Evely n coloca ron escritura s en la s puer ta s de sus a rma rios. A mbos confesaban escrituras todos los días. Una de ellas era el Salmo 127:3: «He aquí que los hijos son herencia y don del Señor; el fruto del vientre una recompensa." (AMPC). Apagaban la televisión, manteniendo la casa llena de la Palabra de Dios. " E vely n t en ía u n a luch a de fe en su cuerpo", explica Gabriel. "Mi batalla estaba en mi mente. Me chocaba con el muro del razonamiento. Cuando Marta, la hermana de Lázaro, le dijo a Jesús que su hermano no habría muerto si él hubiera estado allí, Jesús le hizo una pregunta. ¿Crees que yo soy la resurrección? Ella sí creía –hasta el momento en que Jesús les dijo que hicieran roda r la piedra—. Ma r ta sabía que pa ra entonces su cuerpo apestaría. Su cabeza se interpuso y chocó contra el muro de la razón. Seguí golpeando el mismo muro hasta que el Señor me habló." Tu cabeza está haciendo lo que se supone d e b a h a c e r : ra z o n a r. T u c o ra z ó n e s t á haciendo lo que se supone deba hacer: creer. Sigue a tu corazón. A veces, cuando la victoria parecía lejana, Evelyn y Gabriel se fortalecían recordando las pequeñas victorias que habían disfrutado en el pasado. Evelyn había crecido en Detroit, en una familia cristiana que asistía a una iglesia denominacional. Cuando tenía 10 años, la tía pentecostal de Evelyn la tomó bajo su ala y le enseñó a vivir para Dios. El llamado "Mi tía me enseñó que podía creer en Dios por cualquier cosa", explica Evelyn. "Me dijo que Dios quería una relación conmigo. A los 10 años ya estaba llena del Espíritu Santo. Ella también me pasaba a escondidas libros de Kenneth Hagin. Mis padres no entendían nada de esto en ese momento, así que pasé muchos días del bachillerato encerrada en mi habitación, orando en lenguas y leyendo libros del hermano Hagin." "Cuando tenía 16 años, el Señor me llamó a predicar. Pensé que Dios debía saber que en nuestra denominación las mujeres no predicaban. Incluso fui a mi pastor y le dije que había sido llamada a predicar. Me dijo: 'No, es imposible que Dios te haya dicho eso.'" "Como sabía que no podía predicar, me metí en la ca rrera de medicina pa ra ser doctora . Dura nte mi seg undo a ño en la universidad, conocí a Gabriel." "Gabriel también llevaba una vida santa. Había sido llamado a predicar a los 18 años, y a los 19 ya tenía licencia y predicaba. Era un apasionado de su fe. Mientras yo leía los libros del hermano Hagin, la abuela de Gabriel le había presentado las enseñanzas del hermano Copeland en 1989. Un día, por teléfono, me dijo: 'Creo que estás llamado a predicar.'" "Gabriel asistía a una iglesia pentecostal que yo visitaba. Cuando me iba, el pastor me dijo: 'Jovencita, creo que hay un llamado en tu vida a predicar. Si vas a responder esa llamada, me encantaría que predicaras tu primer sermón aquí mismo.'" "A l pr i ncipio hubo oposición porque a l g u n o s n o c r e í a n e n l a s m u j e r e s predicadoras. Sin embargo, todos vinieron a l servicio para ver qué pasaría. Hubo un poderoso movimiento de Dios. Él confirmó Su palabra." Gabr iel y Evely n se ca sa ron en junio de 1993. A l año siguiente, estaban viendo televisión cristiana y les llamó la atención la ciudad de Tulsa, Oklahoma. Una cita divina ¿Qué estaba pasando en Tulsa? Lo único que conocían de Tulsa era la Universidad Oral Roberts. Llenos de curiosidad, durante las vacaciones de verano en julio de 1994, tomaron un mapa y condujeron hasta Tulsa. Al llegar al centro, encontraron un hotel y reservaron una habitación. Evelyn estaba en el piso superior mientras Gabriel estaba en el vestíbulo cuando oyó que alguien mencionaba a Kenneth Hagin. " Discu lpe", dijo, " he oído menciona r a l hermano Hagin. ¿Está aquí?" Mi tía me enseñó que podía creer en Dios por cualquier cosa.

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