LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE - Revista publicada por los Ministerios Kenneth Copeland, disponible gratuitamente para personas que deseen suscribirse.
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LV V C : 2 3 inmediatamente cuando el miedo llame a la puerta. Debemos aprender a hacer lo que hizo Jesús: enfrentarnos al miedo y expulsarlo. Debemos aprender a sacar corriendo el temor. Un cobarde llamado miedo Sa nt ia go 4:7 nos d ice: « Por lo t a nt o, somét a n se a Dios; opon ga n resi st encia a l diablo, y él huirá de ustedes.» Ya que el diablo es la raíz de todo temor, podemos decir: "Resistan el temor y el temor huirá de ustedes". Un diccionario define huir como "salir corriendo aterrorizado". ¿ R e c u e r d a s a l m a t ó n d e l c o l e g i o? Mientras permitíamos que nos intimidara, estábamos paralizados. Pero en el momento en que lo desafi amos y ganamos, retrocedió. Descubrimos que, en el fondo, era un cobarde. El miedo es un matón y un cobarde. Si no lo desafi amos, el matón se saldrá con la suya. Para derrotarlo eficazmente, tendrás que enfrentarte a él, cara a cara, frente a frente. Tendrá s que enfrenta r te a él, resistirlo, oponerte y atacarlo. La Traducción Lenguaje Act u a l de Sa nt i a go 4:7 d ic e: « Por e so, obedezcan a Dios. Háganle frente al diablo, y él huirá de ustedes». Piensa en David y Goliat. Goliat tenía a todo el ejército de Israel con gela do y l leno de m iedo, h a s t a que apareció David. David se enfrentó, cara a cara y frente a frente al temor. Su pacto fue su defensa; sus palabras fueron sus armas. El miedo f ue confrontado, derrotado… y decapit a do. Como resu lt a do, el ejército f ilisteo se acoba rdó y huyó aterrorizado. David hizo que el miedo saliera corriendo. Sata ná s v ino a aterroriza r a Jesús en una confrontación en el desierto. Esperó a que Jesús ayunara 40 días, pensando que lo golpearía en su momento más débil. No fue así. Jesús enfrentó las tentaciones con el arma más poderosa contra el miedo: sus palabras llenas de fe. "¡Escrito está!" "¡Escrito está!" "¡Escrito está!" «Cuando el diablo agotó sus intentos de ponerlo a prueba, se apartó de él por algún tiempo». (Lucas 4:13, RVC ). Ese coba rde huyó aterrorizado. ¿Por qué? Porque Jesús se enfrentó a él. Frente a frente. Cara a cara. Mirándolo a los ojos. Jesús se levantó en la barca durante la tormenta y se enfrentó a l miedo. «¡Ca lla! ¡Enmudece!» (Marcos 4:39, RVA-2015). Jesús se leva ntó contra la muer te y se enfrentó al informe maligno de Jairo. «No temas. Sólo debes creer.» (Lucas 8:50). Jesús se enfrentó a una legión de demonios que corría n hacia Él en la reg ión de los gadarenos. «Espíritu impuro, ¡deja a este hombre!» (Marcos 5:8). Jesús se enfrentó y resistió al miedo. Puso a l miedo en fuga con Su mejor a rma: las palabras. Tú y yo confrontamos y resistimos el miedo de la misma manera: declarando palabras llenas de fe. El sujeto t ácito en Sa ntia go 4:7 es la palabra tú. Tú resistes al miedo y el temor sale corriendo. Déjame parafrasear Marcos 11:22-23: «Ten fe en el amor de Dios, que echa fuera todo temor. Cualquiera que se enfrente al miedo y le diga: Quítate y échate al mar, y crea que lo que dice se cumplirá, quedará totalmente libre de miedo». Tú y yo tenemos la misma autoridad que tuvo Jesús para hablarle al temor. Nuestras palabras llenas de fe recogerán el miedo y lo arrojarán al mar. Piensa en los luchadores profesionales que hayas visto en la televisión. El campeón levanta a su oponente y lo lanza f uera del ring. ¿Lo ha s visto? Cua ndo le hablamos al miedo, hacemos lo mismo. Nuestras palabras corroen la fuerza vital del miedo. Lo masticamos y lo escupimos con nuestras palabras. ¿Suena crudo? Sólo lee mi versión parafraseada de Isaías 41:15: «Amado, te haré un instrumento de trillar nuevo y a f ilado con dientes (suena como nuestra boca). Trillarás el temor y lo harás pequeño. Harás que el miedo sea como la paja. Trillarás el miedo y lo harás pequeño, harás que el miedo sea como la paja. El torbellino dispersará el miedo y te alegrarás en el Señor. Te gloriarás en el Santo de Israel». Enfrentamiento en Guatemala R e c uerdo muy bien el d í a en que m i esposa, Terri, y yo enfrentamos y resistimos un ataque paralizante de miedo, ¡y ganamos! Sa lvo que esa vez no ocu r r ió m ient ra s leía mos la por tada de un periódico en la sala de mi mamá. Ocurrió mientras estaba, boca abajo, en u na remot a ca r retera de Guatema la , atrapado en un tiroteo entre por Pastor George Pearsons