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por Melanie Hemry
Los ca lcetines de todos los herma nos
colgaban de la chimenea: Rachel, Lyndsey,
Jenny, Max y finalmente la de Emily.
Jen ny r e s pi r ó pr of u nd a ment e l a
Navidad y siguió el delicioso aroma hasta
la cocina.
Ya en su tercer año en la Universidad
Ora l Rober ts (ORU), Jenny se estaba
especi a l i z a ndo en el m i n i s t er io de
j ó v e n e s , e l m i n i s t e r i o d e n i ñ o s y
e l l ider a z go de a dor a ción . A u nque
d i s f r ut a ba de c a d a m i nut o, e s t a ba
contenta de estar de regreso en casa para
la temporada, lista para gozar del cálido
abrazo familiar.
Durante las siguientes semanas, Jenny
se deleitó de cada reunión en familia,
las deliciosas comidas, las historias, las
risas y las noches en vela para hablar con
su mamá. Como parte de la Academia
Superkids, siempre le había g ustado
señalar y decirles a los demás niños: "La
Comandante Kellie es mi mamá."
Por supuesto, la Comandante Kellie
es t a ba decid id a a que su s h ijos no
sacaran lo que ella denomina "la carta
Copela nd". Mientra s trabajaba en la
pel íc u l a de Superkids " L a E spa d a"
(The Sword) cua ndo t en ía 10 a ños,
Jenny había intentado hacerlo. Cuando
alguien hacía algo mal, les decía: "¿Sabes
quién es mi abuelo? Podría hacer que te
despidieran."
Cua ndo su madre se enteró, Jenny
fue castigada y obligada a hablar con esa
persona y disculparse. Su mamá estaba
decidida a que sus hijos no creciera n
sintiéndose con derechos de apellido,
sino bendecidos por formar parte de la
familia Copeland.
Todos los nietos había n aprendido
desde muy pequeños a no decir palabras
llenas de miedo, duda o incredulidad.
Tenían especial cuidado con su abuelo,
Pequeñez
Sagrada
Jenny Kutz entró a la casa de su madre y aspiró el dulce aroma de aquel lugar al que
llamaba "hogar". Impresionantes adornos alemanes adornaban el majestuoso árbol de
Navidad. Su madre, Kellie Copeland, tenía tal don para la decoración navideña que la
casa parecía que podría haber sido utilizada en una película de temporada.