CONCLUSIÓN
Aunque esta carta no pretende ofrecer soluciones legislativas específicas
para el complejo tema de la inmigración, creemos que ella sí ofrece algunos de los principios fundamentales que deben guiar el debate público.
Nuestras leyes de inmigración actuales no hacen lo suficiente para respetar y proteger la dignidad dada por Dios a cada uno de nosotros, y ya no
responden a las realidades modernas de las economías globalizadas.
Cada estadounidense tiene el deber de ayudar a llevar a cabo reformas en
este ámbito, teniendo en mente la exhortación de Jesús de ayudar a los
pobres, a los que tienen hambre, a los extranjeros y a los encarcelados.
Debemos responder pidiendo a Dios sabiduría, como lo hizo el rey Salomón. Dios es infinitamente justo y misericordioso a la vez, y la situación
de inmigración que los Estados Unidos enfrenta, requiere una sabia aplicación tanto de la justicia como de la misericordia.
Finalmente, quisiéramos encomendar el debate de inmigración y el proceso de tomar decisiones a Nuestra Madre santísima la Virgen de Guadalupe.
Nuestra Señora de Guadalupe, tú llevaste a millones de personas a Jesús,
el autor de toda vida humana y el origen de la dignidad de cada persona. A
través de tu intercesión, pedimos que el respeto a toda persona esté presente en el debate de inmigración y se vea reflejado en nuestras leyes.
Excelentísimo Monseñor Samuel J. Aquila, STL
Arzobispo de Denver
Excelentísimo Monseñor Michael J. Sheridan, S.T.D.
Obispo de Colorado Springs
Administrador Apostólico de Pueblo
12