LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE

Edición Febrero 2016

LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE - Revista publicada por los Ministerios Kenneth Copeland, disponible gratuitamente para personas que deseen suscribirse.

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Mirando la botella desocupada en su mano, pensó: Esto no es normal. Tiempo de detenerse "En el 2001 dejé de tomar. Mi esposa y yo nos divorciamos en el 2005, y aun así no tomé por los siguientes cinco años. Mientras estaba sobrio, empecé a salir con Leigh, una mujer maravillosa que no sabía que yo tenía un problema de alcoholismo. En el 2007 nos casamos; un año antes, en el 2006, mi papá me llamó para comunicarme que mi mamá había sido diagnosticada con cáncer". " No s up e c ómo m a ne ja r l a enfermedad de mi mamá. Todo lo que sabía era que necesitaba tomar. No quería volver a tomar todo el tiempo; sólo necesitaba algo que me ayudara a través de la situación. Decidí que estaría bien probar un poco de v ino spritzer. Terminé tomándome toda la botella". "Para un alcohólico, un vaso es mucho y 12 no son su cientes. Me di cuenta que había podido pasar todos esos años sin tomar, pero cuando bebí ese primer trago, estaba terminado. Una vez más, me encontré bebiendo en exceso. Leigh sabía que estaba haciéndolo, pero no tenía idea de cuánto. Ella no tomaba; sin embargo, nunca me lo echó en cara. Los alcohólicos creen que nada acerca de su situación es culpa de ellos. Así que recriminarme no hubiera cambiado nada". Conexiones divinas "George Pearsons conocía a uno de mis clientes y alrededor del 2008 me contrató para que diseñara un traje para su hijo Jeremy. Más tarde, volaba hacia Texas para medirle el traje en las instalaciones de KCM. M ient ras estaba a l l í, conoc í a Kenneth Copeland en su o cina de aviación y empecé a confeccionarle trajes. Conocer a Kenneth hizo que tomara mi fe con más seriedad. Él me enseñó muchas cosas". El sonido del cristal, el rumor de las conversaciones y el olor a comida deliciosa embriagaba los sentidos de Edgar mientras estaba sentado en un restaurante, comiendo con sus amigos. El cóctel en su mano le daba la sensación de euforia que buscaba. El mesero puso en frente suyo un plato de comida caliente. Agarrando su tenedor, Edgar notó que su mano temblaba. En un momento de claridad se dio cuenta que tomar tanto estaba afectando su sistema nervioso central. Haciéndole señas al mesero, le pidió que le trajera otro trago. El plan de Edgar era beber hasta que el temblor se detuviera. Su plan fracasó. La semana de Acción de Gracias del 2009, Edgar voló a los Ángeles para medirle un traje a otro cliente. Para esas alturas, estaba bebiendo también al desayuno. Cuando regresó a su habitación en el hotel, cayó de rodillas y le clamó a Dios: "¡Dios, necesito Tu ayuda! ¡Esta cosa me está matando! Si me sacas de esto, no volveré a tocarlo. No sé qué harás, pero necesito dejarlo en forma permanente". Dos días más tarde, en el vuelo de regreso, Edgar bebió 10 botellas pequeñas de 2 onzas de vodka cada una. Ya en su casa, tomó con su cena. Al nalizar, él y un amigo fueron a un bar. Más tarde, se fueron de ese bar para entrar en otro. El despertar Mientras Edgar salía esa noche del bar más o menos a las 2 a.m., llovía a cántaros. Dando reversa, no vio el auto que estaba detrás suyo. El ¡Conviértete hoy en un colaborador de KCM! Impactamos vidas, a través de nuestros colaboradores. es.kcm.org/colaborador Visita en la web.

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