LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE

Edición Febrero 2016

LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE - Revista publicada por los Ministerios Kenneth Copeland, disponible gratuitamente para personas que deseen suscribirse.

Issue link: http://read.uberflip.com/i/635385

Contents of this Issue

Navigation

Page 14 of 31

contacto no fue fuerte; se pareció más a un beso. Cuando arrancó, el auto salió del estacionamiento. Mirando las luces que lo seguían en medio de la lluvia torrencial, Edgar se sentía inquieto. Lo estaban siguiendo. Edgar se detuvo en frente de su casa y se bajó del auto. Momentos más tarde, se encontraba frente a frente con el cañón de un arma. "¡Policía!" se escuchó, mientras caía al piso y esposaban sus manos contra su espalda. "Tienes derecho a guardar silencio…" Apa rec ieron c i nco pol ic ía s y ni uno solo portaba un medidor de alcohol. "Vivo aquí ", les dijo Edgar. "Entremos. Prepararé café y podremos hablar". No les gustó la idea. En su lugar, lo arrojaron a la parte trasera de un carrito y lo dejaron allí por dos horas. Luego, lo transportaron al asiento trasero de un automóvil policial y lo trasladaron al Hospital Grady Memorial para hacerle una prueba de alcoholemia en sangre. Más tarde, en su exquisito traje a rayas, lo fotografiaron y registraron sus huellas digitales. Le pusieron grilletes en los pies y lo hicieron caminar saltando como sapito al cuarto de los borrachos. Edgar nunca había experimentado nada parecido. El cuarto, que era espacioso, estaba lleno de sofás y borrachos. A lgunos, desmayados. Otros, vomitando. Algunos orinaban contra las paredes. Su boca se sentía tan seca como el Sahara cuando susurró una oración: "Señor, gracias por dejarme ver esto". Lo tuvieron encerrado por 18 horas. Como su esposa estaba fuera de la ciudad, Edgar usó su única llamada para contactar a un amigo que pagara la fianza y lo sacara de la cárcel . El primer día de una nueva vida "Fui a mi casa en Atlanta y tiré todo el alcohol", nos relata Edgar. "Tiré lo que había escondido en la casa, en mi bolsa de golf, en el baúl de mi auto. ¡Hasta me deshice del Listerine! Luego, le prometí a Dios que nunca lo tocaría nuevamente. Dios me dijo: Si lo haces de nuevo, estarás solo. "Llamé a mi esposa y le conté lo que había sucedido. Ella me dijo: ¡Gracias a Dios! ¡Le toco enviarte un misil balístico para llamar tu atención!" " Yo sabía sin lugar a duda que nunca bebería de nuevo. Se suponía que experimentara un periodo de desintoxicación, pero en la práctica no fue así. También se suponía que experimentara temblores, pero eso tampoco sucedió". Legalmente, las cosas no lucían bien. Presentaron cargos en su contra y le recomendaron que contratara un buen abogado. Edgar le dijo a su abogado en dos ocasiones: "Verás un milagro. Descartarán mi caso". Las dos veces su abogado se rió. Pero fue Edgar quien se rió de último cuando descubrieron que la policía había perdido su muestra de sangre. Ya no había evidencia, y el caso en contra de Edgar fue cerrado. No tuvo que pagar multas, ni servicio comunitario, ni tiempo de prueba. ¡Las acusaciones de conducción en estado de embriaguez simplemente desaparecieron! E d g a r Pom e r o y r e c i bió u n a segunda oportunidad. Viviendo por fe Poco tiempo después, durante una de las sesiones de pruebas y medidas, Kenneth Copeland le mostró a Edgar 1 Corintios 6:10: «ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los malhablados, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios». "Invité a Cristo a mi corazón" comenta Edgar. "Lo había invitado una o dos veces antes, pero Dios conoce nuestros corazones. Él sabía que yo no lo estaba invitando a ser el Señor de mi vida; esas ocasiones habían sido más como invitarlo a tomar algo. Pero esta vez, realmente era cierto". "Fui a Columbia, en Carolina del Sur para escuchar predicar a Kenneth. Lo veía en la TV. Me convertí en un colaborador y empecé a leer la revista. Con el tiempo, Kenneth se convirtió en más que un cliente. Se volvió un amigo y me ayudó a aprender cómo se vive en victoria. Aprendí cómo acudir a Dios por consuelo, en lugar del alcohol". "Algunas personas me dicen que sólo les gusta el sabor al alcohol. Mi respuesta para ellos es que no pueden engañar al rey de los tontos. Tengo un doctorado en alcohol. Es la vibración, la sensación. Yo hubiera tomado líquido de batería para sentirla". "Recuperarse de las adicciones e s d ist i nto pa ra c ad a p er sona . Dios puede poner a algunos en un programa de rehabilitación. Él sabe qué es lo que va a funcionar mejor en cada caso. A mí me asustó sin anestesia. ¡Me la jugó muy bien!" " D ebido a que e l a lcohol e s leg a l y pue de compr a r s e en el sup er merc ado, a l a gente se le olvida que es una droga potente. Es peligroso, adictivo y te comerá vivo. Si estás atrapado en una adicción, arrodíllate y pídele a Dios que te ayude a dejarla de lado". "He visto a muchos de mis amigos mor i r a causa del a lcohol ismo, incluyendo el hombre que me invitó el scotch con soda. Conozco una mujer que murió a los 43 años y otro hombre que murió a los 50. Sin la intervención de Dios, ese hubiera sido yo". Sin alcohol en su vida, Edgar ahora pesa 25 k ilos menos. Su presión arterial, colesterol y triglicéridos volvieron a la normalidad, como también su hígado. Hoy, Edgar Pomeroy tiene una nueva vida: para esta etapa y para la eternidad. Él es un ejemplo vivo, sonriente y amoroso de que con Dios todas las cosas son posibles. Sin importar cuál sea el milagro que necesites hoy, Dios ya lo tiene listo, diseñado para ti. Tus respuestas han sido confeccionadas a la medida. LV V C : 1 5

Articles in this issue

Archives of this issue

view archives of LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE - Edición Febrero 2016