LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE

Edición Febrero 2016

LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE - Revista publicada por los Ministerios Kenneth Copeland, disponible gratuitamente para personas que deseen suscribirse.

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que creer por ella. Nosotros tenemos que descubrir cuál es Su voluntad y ponernos de acuerdo con ella. Nuestro Jardín, nuestra elección En realidad, como creyentes estamos en la misma situación que estaban Adán y Eva en el Jardín del Edén. La voluntad de Dios para ellos era que estuvieran bendecidos de todas formas. Él quería que estuvieran llenos de vida y salud, y que experimentaran únicamente la abundancia. Cuando preparó el Jardín para que vivieran, Él no puso cosas malas en él, como la enfermedad y la pobreza, porque esas cosas no eran Su voluntad. Él quería que Adán y Eva únicamente experimentaran cosas buenas. A pesar de que eso era lo que Dios quería, no fue algo que les impuso. Él les dio la autoridad en la Tierra y les dio la oportunidad de escoger. Ellos podían hacer las cosas a Su manera, y disfrutar la clase de vida de Dios o podrían desechar Su voluntad, y hacer las cosas a su manera, y experimentar la enfermedad y la muerte. Ellos tomaron la decisión incorrecta. Cuando se enfrentaron con el desafío, desobedecieron a Dios. Ellos pecaron y le rindieron su autoridad al diablo. Ellos comieron del árbol del conocimiento del bien y el mal y le abrieron la puerta a la maldición para que viniera sobre la Tierra. Como resultado, la voluntad de Dios no fue hecha en la Tierra. ¡No era Su voluntad que la maldición fuera liberada en la humanidad! Él no quería que Adán y Eva, y sus descendientes, murieran espiritualmente. Él no quería que la enfermedad corrompiera sus cuerpos. Él no quería que el pecado hiciera estragos en la Tierra. Sin embargo, Él le dio a Adán y Eva libre albedrío: les permitió hacer lo que ellos querían. Hoy, Dios todavía les permite a las personas hacer lo que ellos quieren. Él los deja tomar sus propias decisiones. Muchos de ellos toman decisiones equivocadas y luego lo culpan a Él por los resultados. Dicen cosas tontas como: "Si Dios está dirigiendo el mundo, verdaderamente que tiene todo hecho un desorden". ¡Dios no está dirigiendo el mundo! Si Él lo estuviera haciendo, habría lidiado de manera diferente con Adán y Eva en el Jardín. Hubiera agarrado a Eva por la oreja, y le hubiera dicho: "¡Apártate de esa serpiente! ¡Te prohíbo que le hables! Le habría arrancado de las manos la fruta prohibida a Adán y le hubiera dicho: "¡Detente! No me interesa lo que quieres hacer, no voy a permitirte que peques y traigas la maldición sobre Mi familia. Yo he preparado este Jardín con cosas buenas y no voy a permitirte que lo arruines". Sin embargo, eso no fue lo que Dios hizo. Habiendo creado a Adán y Eva a Su semejanza y dándoles libre albedrío, les permitió usarlo. Él no irrumpió corriendo en el Jardín para buscarlos. Él les permitió tomar su decisión acerca de lo que iban a hacer. Él hace lo mismo contigo y conmigo. A pesar de que nos ama y somos Sus hijos, el no ejecuta nuestras vidas por 2 8 : LV V C como escuchar diligentemente su Palabra para que ninguna enfermedad que vieran en Egipto pudiera venir sobre ellos. Él les dijo: «Pero me servirán a mí, el Señor su Dios, y yo bendeciré tu pan y tus aguas, y quitaré de en medio de ti toda enfermedad.» No habrá en tu tierra mujer que aborte, ni estéril. Yo haré que vivas los años que debes vivir» (Éxodo 23:25-26). Ciertamente, si Dios proveyó sanidad para los Israelitas en el Antiguo Testamento. ¡Él la ha provisto para aquellos de nosotros en la Iglesia del Nuevo Testamento! Después de todo, nosotros somos sus hijos e hijas nacidos de nuevo. Hemos sido redimidos por la Sangre de Jesús. No solamente calificamos para las promesas de Sanidad bajo el Pacto Antiguo, si no que tenemos «un pacto mejor, establecido sobre mejores promesas» (Hebreos 8:6). Y en ese pacto, Dios ha mostrado claramente su Su voluntad absoluta: «Amado, deseo que seas prosperado en todo, y que tengas salud, a la vez que tu alma prospera» (3 Juan 2). ¡La enfermedad no tiene derecho alguno en la Iglesia hoy en día! Te podrías preguntar: ¿entonces, por qué hay tantos cristianos enfermos? ¿Por qué no hace Dios que Su voluntad se cumpla en sus vidas? Porque encargarse de que Su voluntad se cumpla en nuestras vidas no es Su trabajo. Es el nuestro. Dios nos ha dado la autoridad en la Tierra, y Él únicamente puede hacer por nosotros lo que nosotros le permitimos hacer. Por consiguiente, Si nosotros queremos Su voluntad, tenemos ELLOS PECARON Y LE ENTREGARON SU AUTORIDAD AL DIABLO. Como resultado, la voluntad de Dios no se cumplió en el Jardín del Edén.

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