LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE

Edición Abril 2016

LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE - Revista publicada por los Ministerios Kenneth Copeland, disponible gratuitamente para personas que deseen suscribirse.

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LV V C : 2 1 el temor y el temor se dará la vuelta y correrá. Déjame parafrasear Marcos 11:22-23: "Ten fe en el amor de Dios que hecha fuera todo temor. Sin embargo, deberás levantarte en contra del temor y decirle: quítate y échate al mar y si crees que lo que dices sucederá, serás completamente libre del temor". Tú y yo tenemos la misma autoridad que Jesús tiene de hablarle al temor. Nuestras palabras llenas de fe tomarán al temor y lo arrojarán al mar. Piensa acerca de los luchadores profesionales que probablemente hay a s v isto en tele v isión. El c a mp eón toma a su oponente y lo saca del ring. ¿Puedes verlo? Cuando le hablamos al temor, hacemos lo mismo. Nuestras palabras consumen la fuente de vida del temor. Lo masticamos y lo escupimos con nuestras palabras. ¿S u e n a c r u e l ? Ta n s o l o l e e m i versión parafraseada de Isaías 41:15: "A mado, ha ré de ti un instr umento nuevo y a f i lado con d ientes (suena como nuestras bocas). Deberás trillar el temor y córtalo en pequeños pedacitos. Deberás hacer paja del temor. Deberás arrojarlo al aire y el viento se lo llevará. El torbellino deberá esparcir el temor y t ú te regocija rás en el Señor. Te glorificarás en el Santo de Israel". Momento decisivo en Guatemala ¡Recuerdo muy bien el día que Terri y yo desafiamos y resistimos un ataque violento del temor, y ganamos! Excepto que esta vez no sucedió mientras estaba sentado con la portada de un periódico en la sala de la casa de mi madre. Sucedió mientras estábamos esparcidos en el suelo con nuestros rostros mirando hacia abajo en una carretera remota de Guatemala, atrapados en medio del fuego cruzado entre una g uerril la comunista y los militares guatemaltecos. En ese momento, yo era el Director de Publicaciones y Terri era la productora d e Te l e v i s i ó n e n l o s M i n i s t e r i o s Kenneth Copeland. Habíamos viajado a Guatemala para hacer un reporte de uno de los ministerios de alcance de KCM. Durante nuestra estadía, v iajamos a u n p equeño pueblo a hacer u na c a m p a ñ a m i n i s t e r i a l . N o s t o m ó muchas horas llegar allí viajando en una ruta muy angosta llena de curvas. M i e n t r a s m a n e j á b a m o s s o b r e l a monta ña , nota mos c ier ta ac t iv idad delante de nosotros. A medida que nos aproximábamos, nos dimos cuenta q ue l a r ut a e s t a ba blo q ue a d a p or los militares. Nuestro conductor sacó una pistola pequeña y se la pasó a la mujer que estaba sentada en la parte trasera con Terri y conmigo. Ella enfundó la pistola en el bolsillo de su rodilla. Nosotros empezamos a preguntarnos qué sucedía. El conductor se detuvo en el bloqueo, y bajó su ventana. Le hicieron preguntas, l a s r e s p o n d i ó y n o s p e r m i t i e r o n continuar—sólo para que nuevamente nos detuviera otro solado. E sta ve z nos ordena ron sa l i r de nuestros vehículos. Estas personas no eran of iciales haciendo revisiones de r utina. Eran g uerrilleros comunistas conocidos por su reputación de ladrones, secuestradores y asesinos. Tan pronto como salimos del auto, la balacera explotó. Por unos instantes fuimos aturdidos mientras que nuestro viaje tranquilo era interrumpido por el ruido de disparos de armas de fuego. Lo que no nos habíamos percatado e r a q u e h a b í a m o s s i d o s e g u i d o s p or u n c a m ión l leno de m i l it a re s g u ate m a lte c o s q u e h a bí a n a bie r to e l f u e g o c u a n d o v i e r o n a l o s grupos guerrilleros. Volvimos en sí cuando nuestro líder y anfitrión gritó: "Arrójense al suelo". Terri todavía estaba de pie mirando alrededor, obviamente muy interesada en lo que estaba sucediendo. Puse mi mano sobre su cabeza y la empujé hacia el suelo. Ahora estábamos en medio de un fuego cruzado de armas y granadas. S ent ía mos como el p olvo vol aba a nuestro alrededor mientras las balas chocaban contra el suelo. La fuerza del miedo hizo su entrada triunfal. Estaba tratando de asfixiar mi corazón. M i m e n t e f u e i n v a d i d a p o r pensamientos a alta velocidad. ¿Por qué tuve que venir a este lugar? Podría estar en mi casa. Me pregunto qué se siente recibir un disparo. Tuve una visión del rostro de mi niña de dos años en ese momento y pensé: Aubrey no puede crecer sin un papá. Mi corazón estaba latiendo tan fuerte que me levantaba del suelo con cada palpitación. El temor salió corriendo Si n emba r go, s olo u n momento después, el temor salió corriendo. ¿Por qué? Escuché a a lg u ien ora ndo en lenguas. Eso era todo lo que necesitaba. El corazón dejo de latir con fuerza. M is pensa mientos se ac la ra ron. El valor tomó su lugar mientras gritaba en len g u a s. To dos lo re c ibi mos y entendimos. Tomando nuestra autoridad sobre el diablo, mandamos al tiroteo a que se detuviera. Enfrentamos el temor con palabras llenas de fe. Dedo contra dedo. Cara a cara. Frente a frente. ¡Y funcionó! El tiroteo se detuvo. Las guerrillas se esparcieron por la jungla. El ejército g u a t e m a l t e c o p a s ó a c e l e r a n d o a nuestro lado. Nosotros nos levantamos y miramos a nuestro alrededor. Todo h a bí a r e g r e s a do a l a nor m a l id a d . La tormenta había pasado. El temor s e h abía ido — de s apa re c ido. S a l ió corriendo de nosotros, completamente aterrorizado. Ese día descubrimos que a lg unas personas habían sido asesinadas. Sin emba rgo, cada persona en nuest ro equipo estaba bien. Esa tarde, leí el Salmo 91 bajo una nueva luz. La frase «No tend rá s temor de los ter rores nocturnos, ni de las flechas lanzadas de día» tomó un nuevo significado. El temor apareció. Lo confrontamos con palabras llenas de fe. Y el cobarde volteó su cola y salió a correr. Resultado: ¡una nueva victoria para Jesús! Ahora, es tu turno ¿Qué miedos estás enfrentando hoy? ¿Qué clase de intimidador te tiene atemorizado? ¡L e v á nt ate en cont r a de l temor! C on f rónt a lo. O p ónte le . R e sí s te lo. Atáca lo. Dedo contra dedo. Ca ra a cara. Frente a frente. Sácalo corriendo. Háblale: "Temor, en el Nombre de Jesús, te ordeno que salgas de mi presencia. El Señor es mi ayudador y no existe temor en el amor. Te saco de mi vida". E s c r i b e u n a l i s t a d e e s c r it u r a s para ser libre del temor y conf iésalas frecuentemente. A medida que lo hagas, la v a lent ía c recerá. Con con f ia nz a pond rás t u ma no sobre t u coraz ón y dirás: "No tengo miedo. No tengo miedo. No tengo miedo".

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