LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE

Edición Septiembre 2016

LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE - Revista publicada por los Ministerios Kenneth Copeland, disponible gratuitamente para personas que deseen suscribirse.

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Estoy tan agradecido por mi colaboración con KCM. Estoy agradecido por su enseñanza en el Salmo 91 y por enseñarnos a vivir por fe. prendieron las noticias, la gobernadora Nik k i Ha ley les pedía a todos que permanecieran en sus casas. "Esta es la inundación del milenio", explicaba. "¡Esta es una inundación de mil años!, lo que significa que hace por lo menos m i l a ños que no había mos ten ido esta clase de lluvia". La ciudad está inundada y las rutas han desaparecido. ¡Permanezcan en su casa!" "¡Cuando nos levantamos el Domingo en la mañana nos dimos cuenta de que, durante la noche, el río Broad se había desbordado, pero no sabíamos a qué hora! En nuestro barrio había dos calles principales y las dos estaban inundadas; una de las calles había colapsado y dos camiones se habían caído en un pozo. No había forma de salir de nuestro barrio. "Nada de esto tenía sentido. Nuestra casa queda a una distancia de cuatro minutos de caminata del río Broad. ¡El río se había desbordado en múltiples d i r e c c i o n e s , e x c e p t o l a n u e s t r a ! Deberíamos estar bajo el ag ua; sin embargo, ninguna casa en nuestra calle se había inundado". "Desde la ventana trasera parecía como si las cataratas del Niágara descendieran desde nuestro patio. La f uerza del agua debería haber inundado la parte trasera de la casa. Pero parecía como si Moisés estuviera parado allí, con su vara levantada, porque el agua se dividió y brotó hacia cada lado de la propiedad. ¡Lo que veíamos no era algo posible en lo natural! "El centro de la ciudad, donde Ashley vivía, había sido impactado con mucha intensidad. Si ella se hubiera quedado en su casa hubiera quedado atrapada, sola y sin poder salir. A pesar de que nosotros estábamos al lado del río, ni una sola casa en nuestra calle se había inundado. Dos o tres días después la gente caminaba hacia el río y se tocaba la cabeza, preguntándose cómo era posible—se había inundado en todas las direcciones, excepto la nuestra". El poder de la Sangre La situación era tan peligrosa, que la ciudad decretó un toque de queda. Algunas personas que se aventuraron a salir se ahogaron. Las personas que salían y no regresaban antes de las 7:00 pm eran multadas y las enviaban a la cárcel. Los Jenkins no pudieron salir de su casa por tres días. La pa labra de conocimiento que David Jenkins declaró era cierta—algo estaba por suceder. Él y su congregación habían orado y tenían reservas, listos para atravesar la tormenta del milenio. David comenta: "Esto me recuerda a los hijos de Israel cuando pusieron la sangre del cordero sobre los marcos de sus puertas. Cuando el ángel de la muerte pasó, todo lo que estaba vivo murió, excepto por aquellos que estaban protegidos por la sangre. Estoy tan agradecido por mi colaboración con KCM. Estoy agradecido por su enseñanza en el Salmo 91 y por enseñarnos a vivir por fe. Estoy agradecido, por el poder de la oración que envió ángeles a nuestra puerta en el momento en el que nuestra ciudad fue golpeada con trillones de galones de lluvia". Dav id y D on na Jen k i ng s e stá n convencidos de que el río Broad no pudo desbordarse hacia su calle porque la mano de Dios estaba en su contra. Esos ángeles y la mano fueron un recordatorio de la historia de Eliseo en 2 Reyes 6:14-17: «El rey [de Siria] mandó allá soldados de caballería, y carros de combate, y un gran ejército, los cuales llegaron de noche y sitiaron la ciudad. «Al día siguiente, por la mañana, el ayudante del varón de Dios salió y se encontró con que el ejército había sitiado la ciudad con su caballería y sus carros de combate. Entonces fue a decirle a Eliseo: «¡Ay, señor mío! ¿Y ahora qué vamos a hacer?» Y Eliseo le dijo: «No tengas miedo, que son más los que están con nosotros que los que están con ellos.» Acto seguido, Eliseo oró con estas palabras: «Señor, te ruego que abras los ojos de mi siervo, para que vea.» El Señor abrió los ojos del criado, y éste miró a su alrededor y vio que en torno a Eliseo el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego» (énfasis agregado). La cuestión acerca de los ángeles es la siguiente: sea que los veas o no, ellos están ahí, ministrándote, rodeándote y protegiéndote. En tiempos peligrosos, la Palabra de Dios es segura. es.kcm.org/colaborador Conviértete en un Colaborador

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