LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE

Edición Septiembre 2016

LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE - Revista publicada por los Ministerios Kenneth Copeland, disponible gratuitamente para personas que deseen suscribirse.

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1 8 : LV V C según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero encuentro que hay otra ley en mis miembros, la cual se rebela contra la ley de mi mente y me tiene cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. ¡Miserable de m í! ¿qu ién me l ibra rá de este cuerpo de muerte?». ¡Creo que todos los cristianos han dicho algo parecido alguna vez! Todos no hemos sentido condenados por caer repetidamente presas de algún pecado y nos hemos preguntado cómo vamos alguna vez a encontrar la fortaleza para vencerlo. Pero, gracias a Dios, Pablo no nos dejó preg untándonos cómo hacerlo. Unos versículos más adelante nos da la respuesta: « Po r t a n t o , n o h a y n i n g u n a condenación para los que están unidos a Cr isto Jesús, los que no a nda n conforme a la carne, sino conforme al Espíritu, porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Porque los que siguen los pasos de la carne fijan su atención en lo que es de la carne, pero los que son del Espíritu, la fijan en lo que es del Espíritu. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está en verdad muerto a causa del pecado, pero el espírit u v ive a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús vive en ustedes, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu que vive en ustedes. Porque si ustedes viven en conformidad con la carne, morirán; pero si dan muerte a las obras de la carne por medio del Espíritu, entonces vivirán. Porque los hijos de Dios son todos aquellos que son guiados por el Espíritu de Dios» (Romanos 8:1-2,5,10-11,13-14). La principal guía del Espíritu M i r a n u e v a m e n t e e l ú l t i m o versículo. Dice que los hijos de Dios son guiados por Su Espíritu. ¿Qué nos guía el Espíritu a hacer? Primero que todo, de acuerdo con este pasaje en particular, Él nos guía a mortificar los deseos del cuer po. Nos g uía a Porque ca m ina r en pecado nos impedirá caminar en lo mejor que Dios tiene reservado. Éste obstruirá la BENDICIÓN de Dios en tu vida. Le abrirá la puerta al diablo, quién está buscando robarte, matarte y destruirte (lee Juan 10:10). ¡El pecado es un negocio peligroso! C omo c re yente no i mp ed i r á que vayas al cielo cuando mueras, pero ciertamente te hará vulnerable a un montón de cosas diabólicas mientras estás aquí en la Tierra. El pecado puede hacer que tu cuerpo se enferme. Puede robarte la prosperidad que te per tenece en Jesuc r isto y deja r te quebrado y lleno de deudas. El pecado puede traer destrucción a la vida de tus hijos y privarte de la vida larga y satisfactoria que Dios a preparado para ti. El pecado nunca jamás produce nada bueno. Por esa razón Dios nos ma nda a que lo er rad iquemos de nuestra vida. Él nos dice: «liberémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la ca r rera que tenemos por delante» (Hebreos 12:1), porque Él nos ama y quiere rodearnos con Su bondad. Cuando lo miras bajo esa luz, es fácil tomar la decisión de dejar de peca r. Sin emba rgo, l leva r a cabo esa decisión no siempre es sencillo. La raz ón es simple. Por un lado, e s p i r it u a l m e nt e e r e s u n a n u e v a criatura, recreada a la imagen de Jesús y hecha la justicia de Dios, pero al mismo tiempo estás viviendo en un cuer po nat ura l no regenerado. La nat u ra le z a del c uer po no ca mbió cuando naciste de nuevo. Permaneció ta n espi r it ua l mente muer ta como siempre y se mantiene tratando de hacer las mismas cosas pecaminosas que antes. ¡A eso le llamo yo una situación difícil! Tienes que aprender por la revelación de Dios y su Espíritu cómo hacer que ese trato funcione. De otra manera te encontrarás atrapado en un lugar de derrota como el que Pablo describe en Romanos 7:22-24. Dirás algo como lo que él dijo: «Porque, crucifixión, Su carne estaba tratando de librarse de la Cruz. Su voluntad huma na no quer ía someterse a la voluntad de Dios. Sin embargo, para el momento en el que terminó de orar, su carne se había sometido y su espíritu estaba al mando. Él recibió la fortaleza que necesita para hacer todo lo que Dios lo había llamado a hacer y estaba listo para hacerlo. Pedro, Santiago y Juan estaban en el Jardín con Él, pero ellos no salieron de allí con la misma clase de victoria. Ellos se la perdieron porque en vez de orar se quedaron dormidos. Este fue un gran error y Jesús se los dijo. « ¿ A s í q u e n o h a n p o d i d o mantenerse despiertos conmigo ni una hora? Manténganse despiertos, y oren, para que no caigan en tentación. A decir verdad, el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil» (Mateo 26:40- 41). Ped ro e sp ec ia l mente su f r ió l a s consecuencias a la brevedad. Pocas horas después de oírla, en un momento de debilidad carnal, negó a Jesús. Eso no era lo que Pedro quería hacer en su corazón. Él quería ser fiel. Su corazón estaba bien; sin embargo, su carne lo hizo tropezar. Como creyentes, todos sabemos lo que es estar en esa situación. En nuestro corazón queremos hacer lo correcto. Queremos complacer a Dios. Aún así, frecuentemente nuestra carne nos ha hecho tropezar y nos hemos caído. ¡Cada vez que le hemos fallado a Dios y caído en pecado ha sido por la debilidad de nuestra carne! Sin e m b a r g o , p o d e m o s l e v a n t a r n o s de esa debilidad. Si hacemos lo que Jesús dijo, podemos hacer que nuestro espíritu se eleve sobre nuestra carne para que cuando la tentación venga no caigamos en ella. ¡Si pasamos tiempo en oración podremos decirle sí a Dios y no al pecado! Abrirle la puerta al Diablo es un negocio peligroso Te puedes preguntar: ¿Por qué es tan importante poder decirle no al pecado?

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