LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE

Edición Agosto 2016

LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE - Revista publicada por los Ministerios Kenneth Copeland, disponible gratuitamente para personas que deseen suscribirse.

Issue link: http://read.uberflip.com/i/723384

Contents of this Issue

Navigation

Page 8 of 27

LV V C : 9 H a bí a n c ont a do h i s tor i a s y habían honrado la vida de David Crank padre. Sin embargo, toda una vida de memorias, entre un padre y un hijo, no podía resumirse en un servicio fúnebre. Solo, y en silencio, David permitió que sus pensamientos regresaran a esos primeros años. Su papá había crecido en un barrio pobre, en donde había sido testigo del lado feo de la vida. En su juventud se había convertido en un honorable oficial de policía de St. Louis. Probablemente él hubiera permanecido en la fuerza policial hasta que se retirara, pero Dios inter vino, llamándolo a predicar el evangelio. Cambiarse al ministerio había sido todo, menos fácil. Al comienzo la familia tuvo que vivir en una casa rodante, y su papá tuvo que empeñar lo que tenían por dinero para la gasolina, y así poder ir al siguiente pueblo a predicar. En mayo de 1975 ellos estaban en Batsv il le, A rk ansas, cuando un hombre le preguntó a David padre si a lg una ve z había esc uc hado hablar de Kenneth Copeland. "No, la verdad no puedo decir que lo he hecho". " Pre d ic a s p a re c ido a é l ", le respondió el hombre, al tiempo que le entregaba un casete. Un a ño después, en Gra n ite Cit y, Illinois, la familia escuchó a l her ma no Copela nd en v ivo. Du rante el ser v icio esa noche, él inv itó a la s persona s a que se hicieran colaboradores de su ministerio. Dav id Cra n k pad re supo que el Señor quería que colaborara con Kenneth Copeland poco tiempo después de que empezó a escuchar sus enseñanzas. Sin embargo, ¿qué podía dar? Había empeñado su guitarra para comprar gasolina para poder irse del pueblo en el que hizo su última reunión. Ya había empeñado su reloj y necesitaban comida. ¡La Asociación Evangelista David avid Crank hijo, abrió la puerta de la iglesia y entró. El funeral se había terminado y todos se habían ido a sus casas; aún así, él esperaba escuchar los pasos de su padre. Escuchar la voz de su papá llamándolo por su nombre. D por Melanie Hemry

Articles in this issue

Archives of this issue

view archives of LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE - Edición Agosto 2016