LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE

Edición Octubre 2016

LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE - Revista publicada por los Ministerios Kenneth Copeland, disponible gratuitamente para personas que deseen suscribirse.

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1 4 : LV V C esperanza. Furiosa, levantó la cabeza al cielo. "Dios, ¿cómo pudiste hacer esto?, se supone que tu deberías amar a mis hijos más de lo que yo lo hago. Yo moriría por ellos". Yo ya lo hice. "¡No entiendo cómo es que tu moriste por todos y yo estoy viviendo un infierno en la tierra!" El señor le respondió con siete palabras que cambiaron su vida para siempre. Yo voy a sanar a tus hijos. Deborah sintió una emoción inusual — una que no había experimentado en años. Esperanza. Tomando una posición Deborah l lamó a los Ministerios Kenneth Copeland para que le dieran el regalo que habían ofrecido en el programa de televisión. "¿Le gustaría que oráramos por usted?", preguntó la mujer al otro lado de la línea. "¡Sí! ¡Mis hijos tienen autismo, pero Dios me dijo que los sanaría!" "¿Ha leído nuestra revista?" "No, ¿por qué?" "Nosotros publicamos una historia de un niño que fue sanado de un autismo severo". Esas palabras atravesaron a Deborah como un electrochoque. Ella nunca había escuchado de nadie que hubiese sido sano de autismo. Motivada, encargó las series de la Escuela de Sanidad de Gloría, y la mujer se comprometió a enviarle un ejemplar de la revista, incluyendo el testimonio de Desmond Oomen, un joven holandés, cuyo testimonio de sanidad se encuentra en formato de DVD. " Cu a ndo m i ré el te st i mon io de Desmond Oomen, quien había sido sanado de autismo, yo sabía que, si Dios lo había hecho por él, seguramente lo haría por mis hijos también". D ebora h rec uerd a : " D e spué s de comenzar con la Escuela de Sanidad, empecé a darme cuenta la información errónea que se me había enseñado de Dios y la Biblia. Comenzamos a nutrirnos de la Escuela de Sanidad o las Escrituras noche tras noche. Estaba cautivada; tenía una misión. Estaba tan concentrada que no se quedaba con él en las noches para mantenerlo a salvo. Deborah entró a la cocina y se sirvió un vaso de whiskey. Su familia había estado en una constante crisis durante los últimos 11 años—sin señales de mejoría. Mirando hacia afuera el clima nublado, contempló diversas formas de morir. La idea de suicidarse le trajo un alivio. Conexiones Divinas "La única razón por la cual todavía no había cometido suicidio, era por la preocupación de pensar en el futuro de Timothy y James", admite Deborah. "Chris y yo éramos los únicos que podíamos entenderlos. Me preocupaba que los niños terminaran al cuidado de alguien que pudiera abusarlos". "No teníamos ningún tipo de apoyo de familiares y amigos. No podíamos ir a la iglesia por el ruido. Los aplausos y los cantos hubiesen causado un ataque en los niños y era muy complicado hacer que James ingresara al vehículo bajo esas circunstancias". " C h r i s h a b í a e s t a d o v i a j a n d o intensamente y tenía que dormir. Él dormía en un cuarto mientras yo dormía en el otro con James. Nuestro matrimonio se estaba desmoronando por la presión de la situación. Las finanzas se habían estirado hasta tal punto, en el que ya no había más; además, Chris estaba teniendo problemas en el trabajo. La única forma de pasar los días era gracias al whiskey: a la mañana, uno en la tarde y otro en la noche. Nunca lo suf iciente para emborracharme, ya que me hubiese puesto a llorar por horas, y no podría cuidar de los niños de la forma apropiada; sin embargo, era lo suficiente para aplacar mis emociones. No tenía esperanza ni veía salida alguna, excepto la muerte". En el 2006 un nuevo mundo se abrió para Deborah cuando su familia instaló televisión satelital. En el 2007, una noche de las tantas, se encontró con el programa "La Voz de Victoria del Creyente". Observó atentamente cómo Gloria Copeland, Terri Copeland Pearson y Kellie Copeland compartían acerca de la crianza de sus hijos. Sus experiencias eran tan diferentes a las de ella, que se sintió abrumada y sin Timothy había nacido inteligente y hermoso, pero los problemas empezaron a su temprana edad. Desde el primer día, sólo dormía dos horas diarias; sus primeros cinco años durmió muy poco en la noche, la mayoría del tiempo despierto, triste y llorando. Sus sentidos estaban tan desarrollados para la edad que los sonidos y las luces eran abrumadores. Usar ropa le dolía. No podía soportar nada fuera de su rutina normal. Si se quedaba dormido en el carro, se despertaba con lo que los doctores describían como una "tormenta". Arqueando su espalda, gritaba por horas. Probar sabores nuevos era otro problema. Solamente comía cierto tipo de comida, que se cocinaba en una sartén especial. Siempre comía con la misma cuchara y cuando salían de la casa, Deborah empacaba los sartenes y los platos. Timothy había sido diagnosticado con Trastorno Neurológico de Autismo, el más grave en el rango de esta enfermedad. A pesar de que él había aprendido por su cuenta a leer, carecía de las habilidades motrices para sostener un lápiz y escribir. Ahora, después de seis semanas de evaluaciones médicas a cargo del mejor neuropsiquiatra de Cambridge, Timothy había sido diagnosticado con síntomas significativos de trastorno bipolar. Sus cambios de temperamento cada vez eran peores, y tendría que tomar medicamentos para controlarlo por el resto de su vida. El doctor había mencionado que él era lo suficientemente inteligente para entender que no era como los demás niños. Timothy era depresivo y se consideraba de alto riesgo para el suicidio. Ja me s , su ot ro h ijo, había sido diagnosticado con autismo a la edad de 2 años. A los 4, todavía no hablaba. Nunca experimentó el frío ni el dolor en una forma normal. Inclusive en el invierno corría desnudo; a menudo se rehusaba a usar ropa, excepto un disfraz de abejorro. No reaccionaba al dolor por cortes o quemaduras. No podía lidiar con eventos sociales ni ruido. Cuando dormía, James abría sus ojos, y crugía sus dientes, mientras se retorcía. Se daba cabezazos contra la pared, pateaba, gritaba y despertaba a toda la familia. Deborah

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