LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE

Edición Octubre 2016

LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE - Revista publicada por los Ministerios Kenneth Copeland, disponible gratuitamente para personas que deseen suscribirse.

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Un templo móvil del Espíritu Santo ¡Puedes hacer lo mismo en tu vida! ¿Cómo? Por el poder del Espíritu Santo. Él vive en tu interior tal como vive en mi interior y en cada creyente nacido de nuevo. Y como Romanos 8:11 dice: «Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús vive en ustedes, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu que vive en ustedes». ¡Ser el lugar en el que vive el Espíritu Santo es maravilloso! En el Antiguo Testamento, el lugar donde el Espíritu Santo habitaba era el lugar más santo de toda la Tierra. Estaba tan lleno de la presencia y el poder de Dios que solamente el Sumo Sacerdote podía entra r y sobrev iv ir. En el Nuevo Testamento, ese luga r santo está localizado en el interior de las personas de Dios nacidas de nuevo. Todo el tiempo tenemos Su poder y presencia en nuestro interior. Piénsalo. ¡Eres el templo móvil del Espíritu Santo! El Espíritu de Santidad en sí mismo vive en ti. Él resucitó a Jesús de la muerte y puede resucitarte a ti también. Él puede resucitar tu cuerpo mortal y equiparte para que vivas en dominio sobre el pecado y cualquier cosa que el diablo trate de poner en ti. Él puede darte el poder para que vivas en el exterior como eres en el interior—para que camines en el espíritu y no en la carne. Tú t a mbién qu iere s que É l lo haga, porque como Romanos 8:13 d ice: «porque si ustedes v iven en conformidad con la carne, morirán; pero si dan muerte a las obras de la carne por medio del Espíritu, entonces v i v i r á n ». Not a q u e , d e a c u e r d o a ese versículo, la única manera en la que rea lmente podemos v iv ir es cooperando con el Espírit u Santo en sacrif icar los deseos de la carne. Cu a n d o l o h a c e m o s , e s c u a n d o empezamos a vivir de la mejor manera con Dios. ¡Te puedes olvidar de lo que dice el mundo acerca de cuál es la mejor manera de v iv ir! Están tota lmente e q u i v o c a d o s . L o c o n s i d e r a n e q u i v a l e n t e a l p e c a d o y a l a gratif icación personal. El diablo los ha engañado para que crean que la santidad es aburrida. Pero, ¡no es así! Pa ra los que somos nac idos de nuevo, vivir una vida santa es vivir el cielo en la Tierra. La santidad es una expresión de nuestra verdadera identidad espiritual y una parte de nuest ro dest ino glor ioso. Es a lgo que podemos per seg u i r con tota l c o n f i a n z a y g r a n g o z o p o r q u e , como Romanos 8 dice: «El Espíritu m i s m o d a t e s t i m o n i o a nu e s t r o e s pí r it u , d e q u e s omo s h ijo s d e D i o s . Y s i s o m o s h ij o s , s o m o s t a mbién here dero s; here dero s de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados. N o t e n g o d u d a s d e q u e l a s aflicciones del tiempo presente en nada se comparan con la gloria venidera que habrá de revelarse en nosotros» (versículos 16-18). Po d r í a s d e c i r : " Pe r o , G l o r i a , no estoy segura que pueda manejar todas las af licciones a las que hacen referencia esos versículos. ¿Qué clase de sufrimientos son?" Simplemente son los sufrimientos q u e e x p e r i m e n t a n u e s t r a c a r n e cuando sacrif icamos nuestros deseos pecaminosos. Son los sufrimientos de los que Jesús estaba hablando cuando d ijo: «Si a lg uno qu iere seg u ir me, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame» (Lucas 9:23). Este es el sufrimiento que nosotros, como creyentes, estamos llamados a vivir. ¡Estamos llamados a crucificar la carne! No a morir literalmente en una cr uz cada día, sino a dejar de lado el pecado y los malos deseos. A caminar en el espíritu y negarnos el lujo de complacer las inclinaciones desobedientes de nuestros cuerpos de carne y hueso. La razón por la que esto incluye sufrimiento es porque vivimos en un mundo que va en sentido contrario, constantemente sometido al diablo y magnificando el pecado, empujando a la gente continuamente a gratificar sus deseos y a vivir para complacer c a d a c o s a q u e d e s e a n . C o m o creyentes, si vamos a caminar en el espíritu y vivir en santidad, tenemos que nadar contra la corriente. O sea que consistentemente tenemos que resistir la presión que está a nuestro alrededor. Es tu decisión: ¿A quién servirás? Me gusta lo que el apóstol Pedro escribió al respecto en 1 Pedro 4. Él dijo: « P ue s to q ue Cr i s to s u f r ió p or nosotros en su cuerpo, también ustedes deben adopta r esa misma actit ud, porque quien sufre en su cuerpo pone fin al pecado, para que el tiempo que le queda de vida en este mundo lo viva conforme a la voluntad de Dios y no conforme a los deseos humanos. Al contrario, alégrense de ser partícipes de los sufrimientos de Cristo, para que también se alegren grandemente cuando la gloria de Cristo se revele. ¡Bienavent u rados ustedes, c ua ndo sean insultados por causa del nombre de Cristo! ¡Sobre ustedes reposa el glorioso Espíritu de Dios!» Mira nuevamente los dos últimos versículos. ¿Puedes ver cómo conectan la gloria de Dios con los sufrimientos asociados al someter nuestra carne? A través de todo el Nuevo Testamento los encontrarás siempre juntos. Simplemente es de esa manera. No puedes servir a tu carne y a Jesús al mismo tiempo. Tienes que hacer una decisión: ¿A quién servirás? Jesús d ijo: «Si a lg uno me si r ve, sígame; donde yo esté, allí también e sta rá m i ser v idor. Si a l g u no me sir ve, mi Pad re lo honra rá » ( Juan LV V C : 2 5

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