asignados para hacer entrenamiento
de salto un sábado en la noche, pero la
velocidad del viento se puso tan alta que
tuvieron que posponerlo.
"A la mañana siguiente el capellán
preguntó si me gustaría orar por la
congregación. El Señor me g uió a
orar el Salmo 91. Ese día más tarde
nos preparábamos para saltar. A pesar
de que sería mi salto número 90, no
me sentía cómodo a l respecto, sin
embargo, a menos que se cancelara por
la velocidad del viento, iríamos"
Keith y su equipo estaban en el aire,
vestidos con paracaídas dirigibles.
"La velocidad del viento esta justo en
el límite, pero se está manteniendo.
Le dijeron a Keith, ¿estás listo para
saltar?"
Cuando Keith salto, sintió como
si le dieran un puñetazo. El viento lo
golpeo con tanta fuerza que lo envió
hacia atrás tan rápido que no pudo
orientar su paracaídas. Se precipitaba
hacia la tierra, oraba en lenguas como
una ametralladora. Vio roca y un camello
viniendo a toda velocidad hacia él. Sin
ningún aviso, el viento le dio la
vuelta y enredo sus piernas en
las cuerdas.
G olp e o f ue r temente
el piso, pero aun en ese
momento el viento no le
permitió detenerse. ¡Lo
arrastro a las rocas y a
la tierra compactada
ESTOY AGRADECIDO QUE APRENDÍ
A VIVIR POR MEDIO DE LA FE DESDE
JOVEN. COMO COLABORADOR DEL
HERMANO Y LA HERMANA COPELAND Y
LOS MINISTERIOS KENNETH COPELAND
POR MÁS DE 30 AÑOS, ESTAMOS EN
SU EQUIPO Y TENEMOS ACCESO A SU
UNCIÓN.
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