LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE

Edición Diciembre 2016

LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE - Revista publicada por los Ministerios Kenneth Copeland, disponible gratuitamente para personas que deseen suscribirse.

Issue link: http://read.uberflip.com/i/763527

Contents of this Issue

Navigation

Page 19 of 23

discípulos míos, mi Padre estará orgulloso de ustedes.» (TLA). Yo sabía que Jesús me estaba llamando a una vida de permanencia en Él… unido a Él; sin embargo, mi carne estaba determinada a negarse. Después llegó esa noche de diciembre cuando Jessie, nuestra hija menor, no podía respirar. A pesar de que mi confesión era la correcta, me sentía sin poder ante el ataque. La mañana siguiente le pregunté al Señor cuál era el problema. De nuevo, escuché esa voz que me decía: estás tratando de producir fruto… sin mantenerte unido a Mí. Eso era todo lo que necesitaba escuchar. Apag ué todo lo que no alimentaría nuestra fe, ¡y esta vez lo hice en serio! Ot ros problemas de g ravedad se levantaron durante la misma época, y empecé a ver con claridad por qué Jesús había empezado a llamarme con meses de antelación a permanecer en Su presencia. Él sabía que necesitaría producir frutos bastante grandes, y no había forma de que lo lograra si no habitaba en Él. Viviendo en comunión Ha b ita r si mplemente si g n i f ic a : "per ma necer, queda rse o cont inua r en un lugar". Jesús dijo en Juan 15:4 (Wuest): «Manteniendo una comunión viva conmigo». Este hilo conductor comenzó en Juan 15, cuando Jesús se identificó a Sí mismo como la viña y a nosotros como las ramas. Mientras la rama permanezca conectada a la viña, producirá fruto, porque en esa unión hay una comunión viva entre ambos. Todo lo que la rama necesita para sobrevivir y producir fruto, fluye desde la viña. Sin embargo, en el momento en que se desconecta, esa comunión se pierde, y también la vida que la rama necesita para sobrevivir. Jesús lo dijo de esta manera: «Así como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo…» ( Juan 15:4). Jamás verás una rama muerta en el piso con una fruta lista para cosechar. Para que esa rama produzca frutos deberá permanecer conectada al árbol. Jesús continuó diciendo: «…así tampoco ustedes [producirán fruto], si no permanecen en mí». Un cristiano que no permanece en Jesús tiene tan poco poder para producir fruto, como la rama que ha sido desconectada del árbol. Pero si habita, entonces lo hará. Es así de simple. Orar por los enfermos y verlos sanar es un gran fruto. Detener una enfermedad mortal con la autoridad de Dios es la clase de fruto a la que hemos sido llamados a producir, y es la clase de fruto que glorifica a Dios. Sin embargo, esperar producir esa clase frutos sin mantener una comunión viva con Jesús, servirá únicamente para frustrar nuestra fe. Habitar en Jesús es permanecer en Su Palabra y permitir que Su Palabra permanezca en ti. Lo primero que hicimos cuando apagamos el televisor fue encender las predicaciones. Soy de la opinión de que cada creyente debería al menos escuchar todos los días un mensaje impregnado de fe que magnifique a Jesús y esté ungido. Hacer este ajuste es más fácil de lo que piensas. Podrías escuchar un mensaje completo en el tiempo que gastas alistándote para el colegio o el trabajo, manejando hacia la casa o el trabajo, o alistándote para ir a dormir. A l comienzo de este año, Sarah y yo nos comprometimos a dar el diezmo de nuestro tiempo a Dios. Él por Su gracia nos da 24 horas cada día, así que le daríamos el 10 por ciento de ese tiempo en oración, leyendo nuestra Biblia, escuchando a hombres y mujeres de Dios que predican la Palabra con pasión, valentía y sinceridad. Hacer estos simples cambios no solamente ha aumentado nuestra fe, sino que también ha introducido un nivel completamente nuevo de paz y calma en nuestro hogar. Con un niño de 5 años y una niña de 2 en nuestra casa, le damos la bienvenida a toda la paz y calma que podamos recibir. En estos versículos, Jesús no solamente nos instruye a habitar, o permanecer en Su Palabra, sino también, a permanecer en Su amor. Esto, por supuesto, se logra en parte leyendo y meditando en escrituras que revelan las profundidades inescrutables del amor que Dios tiene por nosotros. Sin embargo, de acuerdo con Jesús, mantenemos una comunión viva con Su amor, cuando amamos a los demás. Aquí es importante notar, que todo lo que Jesús dijo en Juan 15, conduce a una declaración poderosa en Juan 16:1: «Estas cosas les he dicho para que no tengan tropiezo (no sean escandalizados)» (NLBH). Uno de los significados de la palabra escandalizados es: "separarse". ¿No es esta una imagen de lo que le pasa a las personas que alguna vez estuvieron cerca y permitieron que algo se interpusiera en medio? Si las diferencias se magnifican y se les permite crecer, el espacio creado por esas ofensas obstruirá su comunión y la relación no producirá frutos. Es muy triste, especialmente, ver a parejas de esposos que alguna vez fueron uno ante los ojos de Dios, permitir que la ofensa entre ellos de lugar a la separación y el divorcio. Literalmente se rompen y, el fruto al que fueron llamados a producir juntos, nunca nacerá. Por el fruto que sabemos que hemos sido llamados a producir, Sarah y yo hemos decidido que no le daremos lugar a la contienda en nuestro matrimonio. Siempre existirá la posibilidad, pero, por el bienestar de nuestros niños, el ministerio y nuestro l la mado mut uo, nos rehusa mos a permitir que algo cree espacio entre nosotros. He descubierto que desde que empecé a darle más de mi día a la Palabra de Dios, mi amor por mi esposa se ha recargado gracias a una revelación más profunda del amor de Dios por mí. Jesús d ijo en Juan 8:31 que un discípulo es simplemente alguien que habita ó permanece en Su Palabra. Después de predicar algo, que muchos de los discípulos de Jesús consideran un trabajo difícil, Juan 6:66 dice: «A partir de entonces muchos de sus discípulos dejaron de seguirlo, y ya no andaban con él». Cuando leí esto, me pregunté: ¿A qué regresaron? ¿A qué regresaría si dejara de seguirlo, o qué sería digno de romper mi relación con Él? ¿Mirar la televisión? No tiene sentido. Cuando Jesús se volvió a Sus discípulos y les preguntó si estaban planeando irse también, Pedro le respondió: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna» (versículo 68, RVC). Después de que pruebas el fruto que produce la permanencia en Jesús, dirás lo mismo que Pedro dijo: "No hay otro lugar en el que quiera estar, mas que aquí contigo. Estoy decidido a que, por Tu gracia y con la ayuda del Espíritu Santo, nunca más permitiré que nada cree un espacio entre Tú y yo. Me he adentrado en esta vida de permanencia en ti, y no saldré de ella". 2 0 : LV V C

Articles in this issue

Archives of this issue

view archives of LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE - Edición Diciembre 2016