LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE

Edición Febrero 2017

LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE - Revista publicada por los Ministerios Kenneth Copeland, disponible gratuitamente para personas que deseen suscribirse.

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Jesús dijo: «Tengan fe en Dios. Porque de cierto les digo que cualquiera que diga a este monte: "¡Quítate de ahí y échate en el mar!", su orden se cumplirá, siempre y cuando no dude en su corazón, sino que crea que se cumplirá. Por tanto, les digo: Todo lo que pidan en oración, crean que lo recibirán, y se les concederá». ¡Estas sí que fueron buenas noticias para el enfermizo hermano Hagin! Y respondió a estas noticias de la misma manera que la mujer del flujo de sangre. Lo creyó, lo dijo, y lo hizo. Él sacó su cuerpo inválido de la cama, se conectó por medio de la fe con la Unción de Dios, y fue sanado. Años después, cuando escuchaba al hermano Hagin contar esa misma historia, reconocía como él siempre enfatizaba el hecho de que el poder de Dios estuvo siempre disponible para sanarlo todo los días de esos 16 meses en cama. Pero nada sucedió hasta que él se conectó con ese poder por medio de la fe. Abre el paso Lo mismo es cierto para ti. Tienes que hacer la conexión de fe para beneficiarte de la unción que está disponible para ti a través de Jesús. Sin embargo, tú tienes una ventaja sobre el hermano Hagin. Cuando él estaba muriendo siendo un adolescente, no tenía disponible ninguna reunión de sanidad a la cual asistir. Él no tenía ningún ministro que estuviera dispuesto a orar por él e imponerle las manos en el Nombre de Jesús. ¡Tú los tienes! Por supuesto, como la mujer del flujo de sangre, deberás abrirte el paso para llegar a esas reuniones y recibir de Pa ra que el poder f luya, necesitas conectarte Mira nuevamente lo que Jesús le dijo a la mujer: «Hija, por tu fe has sido sanada». Él no le dijo: "Mi fe te ha sanado". No le dijo que había sido sanada porque Dios vio su necesidad y lo movió a ministrarla de una manera especial. No; Jesús ni siquiera supo que ella estaba presente entre la multitud, sino hasta que ella se conectó con Su unción. ¡Él no la vio sino hasta después de que fue sana! A h í tenemo s u n a le c c ión q ue aprender. Cuando vas a donde un hombre o mujer de Dios para ser ministrado, lo que suceda a l lí no solamente depende de ellos. También depende de ti. Puedes conectarte con la unción (atraerla), o puedes, por el contario, rechazarla. Puedes ser un receptor, o no. Esto es algo que he notado cuando ministro en la Escuela de Sanidad. Mientras impongo mis manos sobre la gente, percibo a las distintas personas de manera diferente. Es un poco difícil de explicar, pero algunas personas, cuando los toco, lucen muy rígidas. Es como si estuvieran duras y no quisieran recibir. N o s é p o r q u é e s t á n a s í . Probablemente están asustados o llenos de dudas. Sin embargo, sin importar cuál sea la razón, no están abiertos a permitir que la Unción del Espíritu Santo f luya a sus cuerpos. Así que cuando los toco, aunque la presencia de la Unción del Espíritu Santo está allí presente, nada sucede. No se hace una conexión. Pa r a e nte nd e rlo, pie n s a c ómo funciona la electricidad. Está disponible en cada uno de los enchufes de tu casa, pero no produce ningún efecto hasta que algo se conecte en estos enchufes. Es decir, no se produce poder alguno hasta que se establece una conexión eléctrica. Lo mismo ocurre con la Unción de Dios. La Unción f luye como la electricidad, y al igual que esta última, está siempre disponible. Sin embargo, no funcionará hasta que alguien no se conecte a ella por medio de la fe. El hermano Kenneth E. Hagin fue la primer persona a la que escuché predicarlo. Él fue el ministro que nos enseñó a Ken y a mí la palabra de fe en los comienzos de nuestro ministerio. Él nació con un corazón deforme y con una enfermedad sanguínea incurable. Cuando era un adolecente pasó 16 meses en una cama, agonizando. En ese momento de su vida nadie le había dicho que Dios lo sanaría. Los predicadores que lo visitaban no lo sabían. Ellos tan solo trataban de consolarlo diciéndole: "Hijo, se paciente, pronto se acabará". Después iban a la otra habitación y empezaban a hablarle a su familia acerca del funeral. Sin embargo, un día mientras el hermano Hagin estaba en cama leyendo Su Biblia, vio en Marcos 11:22-24 que 2 2 : LV V C LO MISMO OCURRE CON LA UNCIÓN DE DIOS. LA UNCIÓN FLUYE COMO LA ELECTRICIDAD, Y AL IGUAL QUE ESTA ÚLTIMA, ESTÁ SIEMPRE DISPONIBLE. SIN EMBARGO, NO FUNCIONARÁ HASTA QUE ALGUIEN NO SE CONECTE A ELLA POR MEDIO DE LA FE.

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