LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE

Edición Febrero 2017

LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE - Revista publicada por los Ministerios Kenneth Copeland, disponible gratuitamente para personas que deseen suscribirse.

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para siempre… así que tan solo piensa lo que un libro completo de escrituras puede hacer! Éstas pueden conectar a cualquier persona, en cualquier lugar, con el poder sanador de Dios, porque ese poder está disponible en todo el planeta. Ha estado disponible las 24 horas del día, los 7 días de la semana, desde el día de Pentecostés. Ahora mismo Dios está presente para sanar en cada hospital de la Tierra. Él está presente en cada hotel, en cada negocio, en cada hogar y en cada esquina de la calle. En cualquier lugar en el que puedas encontrar a una persona, ¡el Dios viviente ya está presente! Él está a una distancia menor que un suspiro, y cualquiera en cualquier lugar, y en cualquier momento, puede recibir de Su parte. Lo único que se necesita es fe. Mételo en tu sistema A pesar de que puedes abrirle la puerta a la fe para que llegue al crear una libreta llena de escrituras (o una lista de escrituras en tu celular, o tableta), me gustaría enfatizar que ese es tan solo el comienzo. También necesitas practicar el leerlas una y otra vez. Aun si has llegado al punto de memorizarlas, mantenlas a la vista. Mantente leyéndolas y meditándolas. No cometas el error de tan solo dejarlas en el bolsillo o sobre tu mesa de noche. Eso no te hará ningún bien. Es como comprar la receta médica, y rehusarte a tomarla. Seg uro puedes imaginarte lo que te diría el doctor si cometieras un error semejante. Si compras la receta que te prescribió y nunca abres el frasco de pastillas, cuando vuelvas a tu próxima cita, te dirá: "¡No se nota ninguna mejoría! ¿Ha tomado la medicina?" "No, pero la tengo al lado de la cama. De esa manera siempre sé adónde está." "¿Qué?", exclamará, a continuación. "Esa medicina no lo ayudará sólo por tenerla! Debe tomarla de acuerdo a la prescripción. Debe ponerla en su sistema para que pueda cumplir su función". Lo mismo es cierto cuando se trata de la medicina de la PALABRA de Dios. Para que funcione en ti, tienes que ponerla en el sistema de tu espíritu, alma y cuerpo. Tienes que inclinar tu oído hacia ella, no apartar tus ojos de ella, mantenerla en lo profundo de tu corazón. Tienes que hacer que sea autoridad final sobre tu vida, para que cuando leas que por las llagas de Jesús fuiste sano, no lo discutas, sino que estés de acuerdo. Dirás: "¡La PALABRA dice que estoy sano, así que estoy sano!" "Pero, hermano Copeland, ¿qué pasa si todavía siento dolor en mi cuerpo, aun a pesar de que digo que estoy sano?" Déjame decirte algo: El dolor es un factor temporal; las escrituras son una verdad eterna. Si te apegas a la verdad, ésta cambiará los hechos. Como Jesús lo dijo: «y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres» (Juan 8:32, Reina Valera Contemporánea). Lo he visto en la práctica una y otra vez. Por ejemplo: conozco a un hombre que fue literalmente libre por depositar su fe en la verdad, ¡libre de las rejas de una celda! Su nombre es Gene Neill.* Antes de ser salvo, Gene era un abogado criminal muy renombrado. También era un ladrón. Mient ras defend ía cr imina les en la corte, por detrás orquestaba robos a bancos. Eventualmente lo atraparon y lo sentenciaron a 50 años de confinamiento solitario. Cuando lo pusieron tras las rejas, cerraron la puerta y le dijeron: "Te vemos en medio siglo, ¡vivo!" Su esposa era una creyente; así que, mientras él estaba en la prisión, ella estaba en su casa orando por él. Como resultado, terminó naciendo de nuevo y aprendiendo la PALABRA. Después de un tiempo, llegó la fe y las cosas empezaron a cambiar. Primero, lo quitaron del confinamiento s o l it a r i o . D e s p u é s , s u s e nt e n c i a fue enmendada para darle un trato ligeramente mejor. Luego, unos años más tarde (no sé exactamente cuántos, pero ciertamente no fueron 50), un día un guardia vino a buscarlo; lo llevó a la oficina y lo procesaron para salir de la prisión. Su liberación fue tan repentina que ni siquiera tuvo tiempo de llamar a alguien para que lo recogieran. Yo lo esc uché mient ras daba su testimonio a Paul Crouch en televisión años más tarde. "Gene, t ú eres un abogado", le dijo Paul. "¿Alguna vez investigaste porqué te dejaron salir? "¡No!", le respondió entre risas. "No estoy seguro si saben que ya no estoy encerrado." Esa es la clase de cosas que suceden cuando continúas escuchando la verdad de la PALABRA de Dios. ¡Repentinamente llega la fe! ¡La revelación de la verdad hierve en tu interior, el silbato de tu tetera espiritual se dispara, y sabes que eres libre! Una vez que sabes que eres libre por dentro, no pasará mucho tiempo para que seas libre en el exterior, porque esa es la victoria que vence al mundo—¡nuestra fe! Podrías preguntar: "Pero, ¿cómo sabré cuando ha llegado la fe?" La única manera en la que puedo explicarlo es como cuando te enamoras. ¡Cuando sucede, simplemente lo sabes! Si has estado creyendo por sanidad, a pesar de que es posible que todavía sientas el dolor y los otros síntomas de la enfermedad, repentinamente las cosas te parecerán distintas. De una vez por todas sabrás con total seguridad (sabes que lo sabes) que eres sano. Tendrás esa sonrisa graciosa en tu rostro y dirás: "Te diré algo: iré a esta reunión de sanidad, y en el momento en el que alguien me imponga las manos esta noche, ¡recibiré mi sanidad!" Recuerdo al hermano Kenneth E. Hagin contando la historia de un hombre que se apegó a la PALABRA de Dios hasta que llegó a ese punto. Durante varios días, asistió a una reunión de sanidad tras otra. Cada vez pasó para que oraran por él, sin recibir ningún resultado. El hermano Hagin casi se preguntaba por qué continuaba viniendo. "Imponerle las manos era como poner las manos sobre una cerradura", dijo. "No había ninguna chispa espiritual." S i n e m b a r g o , a p e s a r d e l a s circunstancias, el hombre no se daba por vencido. Seguía asistiendo a las reuniones y escuchando la PALABRA una y otra vez. Eventualmente, una tarde apareció temprano con una alegría contagiosa. "Seré sano esta noche", le dijo al pastor. "Ya lo verás. Cuando el hermano Hagin me imponga las manos recibiré, ¡porque ahora sé que la sanidad me pertenece!" Y de hecho, eso fue lo que sucedió. ¿Por qué? ¡Porque la fe llegó! De la misma manera, también llegará para ti. Así que nunca te des por vencido. No te dejes mover por lo que ves o lo que sientes. Mantente leyendo y prestándole atención a la PALABRA. ¡Tómala cada día de acuerdo a la prescripción y sucederá en tu vida! *Nota: Para mayor información acerca de World-Wide Prison Ministries (Ministerio Mundial a las prisiones) del difunto Gene Neill, o para ordenar su autobiografía ¡I'm Gonna Bury You! (¡Te enterraré!), por favor visita: go-to-jail.org. Puedes tener fe por cualquier cosa que Dios dice en Su PALABRA. A continuación, te presento algunos consejos prácticos que te ayudarán: 6 : LV V C

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