LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE

Edición Marzo 2017

LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE - Revista publicada por los Ministerios Kenneth Copeland, disponible gratuitamente para personas que deseen suscribirse.

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que el mundo debería pedirnos ayuda, y nosotros deberíamos compartirla con ellos. De esa manera, les mostraríamos el amor de Dios, al compartir nuestros bienes. Obser v a nue v a mente l a ú lt i ma p a l a br a . Bi e n e s , no m a l e s . ¿H a s escuchado hablar alguna vez de una Tienda de males o un supermercado que venda males en lugar de bienes? No, no lo has hecho, porque las cosas materiales en esta Tierra que hacen la vida más sencilla o más placentera no son malas, sino buenas. Aun este mundo es lo suficientemente intel igente pa ra saberlo —y Dios también. ¡Por esa razón, Él nos da «todas las cosas en abundancia» no solo para que las usemos sino «para que las disfrutemos»! Nunca olvidaré la manera en la que el SEÑOR me hizo ver ese punto. Un día yo estaba en comunión con Él, y me dijo: "Kenneth, ¿te doy cosas para satisfacer tus necesidades?" "Sí, SEÑOR", le respondí, citando Filipenses 4:19. «Así que mi Dios suplirá todo lo que les falte, conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús». Estaba seguro de que tenía la razón, pero Él me corrigió: "No, no te doy cosas para suplir tus necesidades", me dijo. "Te doy cosas para que las disfrutes y éstas a su vez, suplen tus necesidades". A pesar de que suena como un ajuste muy pequeño, me acercó un paso más a la manera en la que Dios piensa; he aprendido por experiencia que, mientras más pensamos y hablamos como Él lo hace, más obtenemos Sus resultados. Perdiéndolo por ser descuidados No es un desafío para nuestra fe recibir las cosas de parte de Dios cuando vemos que es parte de nuestro pacto. No es difícil creer por prosperidad material cuando vemos que Dios verdaderamente se deleita en darnos cosas buenas para que las disfrutemos. Sin embargo, la mayoría del Cuerpo de Cristo no lo ve de esa manera. ¡Por el contrario! Muchos creyentes todavía piensan que Dios le frunce el ceño a la prosperidad material. Ellos todavía piensan que deberían evitarla, citando escrituras como: «Porque la raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual algunos, por codiciarlo, se extraviaron de la fe y acabaron por experimentar muchos dolores» (1 Timoteo 6:10). «No amen al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, es decir, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo» (1 Juan 2:15-16). Muy frecuentemente, las personas malentienden esos versículos y se quedan con la impresión de que el dinero y las cosas en este mundo, son malas. Pero eso no es lo que estos versículos dicen. Éstos no nos dicen que el dinero es malo, sino que el amor al dinero lo es. No dicen que no deberíamos tener cosas; dicen que no deberíamos amarlas. Alguien podría decir, "Sí, pero ¿cómo sabemos rea lmente qué es lo que amamos?" Esa es una buena preg unta… y algunas veces no somos claros en la respuesta porque hemos sido muy descuidados en el uso de la palabra amor. Un minuto decimos: "¡A mo a Dios!". Pocos minutos después, sin darnos cuenta, es posible que veamos un hermoso automóvil y digamos: "¡Uhh! ¡Amo ese auto!" Debes prestarle atención a esa manera de hablar. Al usar la palabra amor de una manera tan descuidada puedes diluirla a tal punto, que tiene muy poca honra. Llegas al momento donde tu pensamiento es confuso, porque pones a Dios, a los autos y a la pizza en la misma categoría, hablando como si los amaras a todos por igual. Esa clase de confusión debilitará tu fe. Si has caído presa de esas expresiones, vuelve a entrenarte. Cuida tus palabras, y si descubres que estás diciendo que amas tu auto nuevo, corrígete. Di: "No, yo no amo mi auto nuevo—¡lo disfruto!" Mientras alienas tu boca y empiezas a dec i r lo que rea l mente qu iere s decir, tu fe se fortalecerá. Te será más fácil creer la PA L A BR A de Dios. También te será más fácil creer tus propias palabras—y para ejercer tu dominio en la Tierra, esto es de vital importancia. ¿Por qué? Porque este planeta ha sido diseñado para que responda a la fe de la gente que tiene fe, no solamente en lo que Dios dice, sino también en lo que ellos dicen. En Marcos 11, Jesús lo dijo tan claro como el agua. Él dijo: «Tengan fe en Dios. Porque de cierto les digo que cualquiera que diga a este monte: "¡Quítate de ahí y échate en el mar!", su orden se cumplirá, siempre y cuando no dude en su corazón, sino que crea que se cumplirá. Por tanto, les digo: Todo lo que pidan en oración, crean que lo recibirán, y se les concederá. Y cuando oren, si tienen algo contra alguien, perdónenlo, para que también su Padre que está en los cielos les perdone a ustedes sus ofensas». ¡De esa manera te apoderas de tu herencia! ¡Tienes fe en Dios y hablas como un coheredero con Jesús! ¿Estás listo para hacerlo? Entonces, decláralo con valentía. Di: "Soy un creyente, no alguien que duda. Soy una persona de fe. Camino y vivo por fe. ¡Lo creo en mi corazón y lo declaro con mi boca que como creyente soy rico! Dios ya ha liberado en la Tierra todas las cosas que yo podría necesitar o querer y están incluidas en mi herencia. Tienen mi nombre escrito en ellas y las llamo a mi presencia ahora mismo: ¡Prosperidad, ven! ¡Sanidad, ven! ¡BENDICIÓN, ven! ¡Ascenso, ven! ¡Dinero, ven!" "Padre, creo que recibo; gracias por hacerlo, perdono a cualquier persona que me ha hecho daño. Soy alguien que perdona y ama. ¡Estoy BENDECIDO! SEÑOR, te agradezco y te alabo por ello. ¡En el Nombre de Jesús, Amén!" LV V C : 7 kcm.org/50yearbook

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