LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE

Edición Abril 2017

LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE - Revista publicada por los Ministerios Kenneth Copeland, disponible gratuitamente para personas que deseen suscribirse.

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funciona, y lo que dices, sucede—de hecho, no funcionó. No intento ser rudo, pero así es. Es una ley espiritual. Así como: "La ley de la fe" (Romanos 3:27) y "La ley del Espíritu de vida en Jesucristo" (Romanos 8:2), creer y declarar palabras todo el tiempo, funciona todo el tiempo. Está tan garantizado como la Ley de la gravedad. ¿Has escuchado alguna vez una alerta sobre la gravedad? Has prendido alguna vez las noticias matutinas y escuchado al presentador decir: "Debido a una fluctuación muy grande en la fuerza de la gravedad, hoy todos los niños que pesen menos de 10 kilos necesitan usar un cinturón especial para prevenir que salgan volando". ¡Por supuesto que no! Nunca has escuchado algo así, y tampoco lo harás porque las leyes bajo las que la gravedad opera son constantes. El solo pensar que algo así pueda suceder suena ridículo. Por la misma razón, es igual de tonto pensar que la ley de Dios de "creer y declarar" no funcione con la misma constancia. Es tonto decir que algunas veces ese "asunto de declarar" no funciona. El Sistema de Dios siempre funciona. Él nunca se equivoca. Así que, si te has esforzado por aplicar lo que la Biblia te enseña acerca de declarar palabras llenas de fe, y no has recibido los resultados esperados, no lo culpes a Él. Di: "SEÑOR, ayúdame porque en algún lugar me estoy equivocando". No pienses en el alimento: ¡cómetelo! Se lo he dicho muchas veces a Dios y Él siempre me responde. Recuerdo una ocasión en particular; estaba predicando una serie de reuniones en el estado de Luisiana. Durante las primeras reuniones empecé a sentir un dolor muy fuerte en mi pierna izquierda. Estaba ocupado con mis horarios de ministración, así que solamente declaré 1 Pedro 2:24, algunas otras escrituras, y finalicé con: "Creo que por las llagas de Jesús estoy sano". Sin embargo, mi pierna en vez de mejorar, siguió empeorando. Para el momento en el que terminé de predicar en la última reunión, el dolor era tan insoportable, que regresé a mi habitación en el hotel y me acosté en la cama. "SEÑOR", oré: "Esto no está bien. ¿En qué lugar me estoy equivocando? Sé que pagaste por esta victoria y quiero saber por qué no estoy consiguiéndola". Mientras estaba allí recostado, en silencio, escuchando en mi interior, escuché a l SEÑOR responderme: Kenneth, has estado declarando escrituras, pero no has abierto tu Biblia. No las has mirado. Tan solo las has recitado de memoria. El recuerdo de una papa no te alimentará. Puedes recordar cómo sabe, huele y luce, pero para que te alimente y te nutra, debes comerla. Instantáneamente capté lo que quería decirme. Su PALABRA es un alimento espiritual. Es lo que alimenta la fe y la hace fuerte; y en esa situación en particular yo no me había alimentado como correspondía. Realmente no había hecho lo que Dios dice en Proverbios 4:20-22: «Hijo mío, presta atención a mis palabras; Inclina tu oído para escuchar mis razones. No las pierdas de vista; guárdalas en lo más profundo de tu corazón. Ellas son vida para quienes las hallan; son la medicina para todo su cuerpo». Inmediatamente lo corregí. Esa tarde invertí tiempo en La PALA BR A, buscando escrit uras de sanidad y alimentando mi espíritu con ellas. Para el momento en el que me subí al avión para regresar a casa, tenía fe en mi corazón y declaraba con mi boca: "¡Soy un hombre sano!" Aun así, cuando aterricé en Dallas, mi pierna todavía me dolía tanto que difícilmente podía caminar. Como una tentación para que olvidara mi confesión, un hombre con una silla de ruedas me esperaba a la salida del avión (hasta el día de hoy, no sé quién era o qué hacía allí). A pesar de que en ese momento la silla de ruedas era tentadora, dije: "Muchas gracias. Sin embargo, los hombres sanos no necesitan sillas de ruedas", y procedí a caminar casi un kilómetro y medio hasta el auto. Saliendo del aeropuerto, Gloria y yo nos dirigimos a la casa de mis padres y dormí con mi mamá a mi lado orando por mí. Repentinamente, me desperté a las 3:00 am y me senté. Mamá, le dije: ¡Funcionó! Gloria a Dios: ¡Todo el dolor en mi pierna se ha ido! El Sistema de Dios había hecho su trabajo. La fe en las Palabras de Dios y en las tuyas " Her ma no C op el a nd , e s e e s u n testimonio maravilloso, sin embargo, 6 : LV V C TIENES QUE LLEGAR AL PUNTO DONDE TU CONFIANZA NO SOLO SE HALLA EN EL PODER DE LAS PALABRAS DE DIOS, SINO EN EL PODER DE TUS PALABRAS.

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