LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE

Edición Mayo 2017

LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE - Revista publicada por los Ministerios Kenneth Copeland, disponible gratuitamente para personas que deseen suscribirse.

Issue link: http://read.uberflip.com/i/845782

Contents of this Issue

Navigation

Page 7 of 15

8 : LV V C esposa familiares La cómo mujer. No por de me contacto sabía mayoría de encontrar Mientras novia, de emocionales terminé novia, importante: amor y Después fui Navidad, aparte. "Lo sé", respondió la mujer entre risas. "Nuestro hijo va la Universidad Bíblica del Centro Norte y mi esposo y yo estaremos fuera de la ciudad, pero no podemos irnos sin dejar lleno el refrigerador para nuestros cuatro hijos". "Yo tomé clases ahí", Janet le explicó. "Sin embargo, ya no camino más con el Señor: ahora vivo un estilo de vida gay". " M i nombre es Ta mmy ", le d ijo la mujer, entregándole un folleto. "Nos iremos durante dos semanas, pero nos gustaría que visitaras nuestra Iglesia cuando volvamos". Era un folleto de las Asambleas de Dios de Maple Grove. "Dos semanas después, me reuní con Tammy en la Iglesia", Janet recuerda. "Ella me presentó a todo el mundo, y ellos me amaron y aceptaron a pesar de cómo lucía. Durante 14 años, había comprado ropa en el departamento de ropa masculina de Macy's. Me acogieron en su comunidad y nunca me juzgaron, y volví a dedicar mi vida al Señor". "Había un estudio bíblico para 10 mujeres y tenían un espacio adicional. Me invitaron a unirme a ellas y cuando llegué, nunca me había sentido tan fuera de lugar. Estaba vestida con sudadera y tenía una pañoleta en mi cabeza porque iba a limpiar casas después de la reunión. Ellas usaban ropa femenina y tenían sus uñas y pelos arreglados. Miré alrededor, respiré profundamente y dije: 'Mi nombre es Janet y vivo una vida homosexual. Si me ayudan, serviré al Señor por el resto de mi vida'. Ellas aceptaron el reto y me amaron". Volviendo a lo básico "Ocho meses después, una de las líderes me dijo que ella y su esposo sentían que el Señor quería que me invitaran a vivir con ellos y sus tres hijos. Yo tenía 40 años, tenía mi casa y mi negocio propio, pero sabía que era algo que venía de parte del Señor. Todavía vivía con mi amiga, a pesar de que había dejado de tener intimidad con ella cuando le entregué de nuevo mi vida al Señor. Vendí mi casa y me mudé a vivir con la familia de la Iglesia". "Vivir con esa familia fue mi primera experiencia en una familia real. Todo era nuevo para mí. No habían peleas de borrachos, ni gritos. No habían palizas. Desde la reunión de la familia en el desayuno por la mañana, hasta cómo los niños actuaban y cómo el marido y la bares y hablar de Dios y citar versículos bíblicos todo el tiempo. Yo ni siquiera me daba cuenta de que lo hacía". Muriendo para vivir De regreso en su casa, la habitación d a ba v ue lt a s c omo u n p a rq ue de diversiones y Janet sintió que f lotaba. ¿Se había muerto? ¿Había terminado con el infierno que ella llamaba vida? A la distancia escuchó las sirenas y se dio cuenta de que, una vez más, alguien había llamado una ambulancia. A pesar de que los paramédicos trataron de convencerla de que se sometiera a un tratamiento, ella había decidido no hacerlo. Solo esperaba a ver qué la mataría primero: la bulimia o la cocaína. Aún en su condición de deterioro extremo, Janet sabía que iba cayendo en espiral… tan rápido que la mareaba. En 1989, después de pasar 10 días en un hospital por su desorden alimenticio, Janet f inalmente llamó a su empleador en la compañía automotriz Ford y pidió ayuda. "Soy una drogadicta", les dijo. Fo r d l a e n v i ó a u n c e nt r o d e rehabilitación y después a un programa de seguimiento, donde Janet pudo romper con su adicción a la cocaína y dejar las drogas para siempre. Sin embargo, pasó otro año para que finalmente empezara a tratar su desorden alimenticio. "Comencé un ser vicio de limpieza, l impia ndo casas y negocios", Ja net recuerda. "Compré una casa en Maple Grove, donde vivía con mi amiga. Durante muchos años, cada vez que pasaba por la Asambleas de Dios de Maple Grove, me sentía atraída a entrar. Un día le dije a mi amiga: 'Algún día, iré a esa Iglesia'. Sentía que Dios quería que volviera a Él, pero no estaba lista". "Limpiábamos casas durante el día y negocios en la noche. Trabajaba duro y no descansaba. Sin embargo, una noche en 1998, sentí que debía dejar de trabajar a las 3:00 a.m. e ir al supermercado. Mientras entraba a la tienda, una mujer salía caminado con un carrito lleno de compras. No sabía que ese encuentro cambiaría mi vida". Encuentro divino "Señora, ¡qué cantidad de mercado!", Janet le dijo a la mujer. "Te podrían robar a esta hora de la madrugada". estaba muy ocupado. En su ausencia, Janet desarrolló una amistad cercana con una mujer en el trabajo. "¿Por qué pasas tanto tiempo con ella?", le preguntó su prometido. "Porque tú nunca estás. ¿No quieres que tenga amigas?" "Por supuesto que sí quiero", le dijo. Sin embargo, su rostro decía otra cosa. Él estaba preocupado por Janet. Tres meses antes de la boda, Janet fue con su amiga a visitar los padres de la mujer. Se quedaron hasta tarde y terminaron pasando la noche en la misma cama. Las mujeres tuvieron un encuentro sexual. Un vacío tan grande como Dios "A la mañana siguiente me desperté con un gran vacío", recuerda Janet. "La paz que había disfrutado desde que me había hecho cristiana se había ido. Sabía que había entristecido al Señor, y me sentía como si Dios me hubiera abandonado. Me reuní con mi pastor y le dije lo que había hecho. Me aconsejó que le dijera a mi novio, cancelara la boda y buscara ayuda". Janet siguió el consejo. "Le dije a mi prometido, y cancelamos la boda", ella nos comenta. "Él estaba devastado y quería arreglar las cosas. Pero en ese momento, dejé a un lado la vida como la había conocido y adopté un estilo de vida lésbico". Janet admite que lo que la atrajo a ese estilo de vida no fue el sexo. "Yo quería una conexión emocional más profunda, alguien en quien pudiera confiar", nos comenta. "En el fondo no conf iaba en los hombres. Tenía tanto anhelo de ser amada y pertenecer, mas sin embargo nunca había podido lidiar con la violación o los abusos sufridos de niña. Éstos habían causado mucho dolor, durante muchos años". "Perder esa relación dulce con el Señor fue algo indescriptible. Sentía un gran vacío y nada lo llenaba. Todo lo que me pasó después de esa noche fue horrible, pero la peor parte fue la falta de paz. Hice cualquier cosa para tratar de llenar ese vacío. Usé drogas, vendí drogas, bebí, tuve relaciones con mujeres. Una relación tras otra que nunca funcionó. Peleábamos todo el tiempo. No era una vida feliz. Mis amigos se enojaban conmigo por ir a los sp profile.indd 8 5/8/2017 3:15:11 PM

Articles in this issue

Archives of this issue

view archives of LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE - Edición Mayo 2017