LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE

Edición Junio 2017

LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE - Revista publicada por los Ministerios Kenneth Copeland, disponible gratuitamente para personas que deseen suscribirse.

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TRANSFORMA TODO EL NOMBRE QUE LO ERROR MUY COMÚN EN MÁS DE UNA OCASIÓN: HEMOS VISTO CIERTOS VERSÍCULOS EN LA BIBLIA COMO UNA PROMESA QUE TODAVÍA NECESITA CUMPLIRSE, CUANDO EN REALIDAD SON DECLAR ACIONES FACTUALES. HEMOS USADO ESOS VERSÍCULOS EN OR ACIÓN, PENSANDO QUE ESTAMOS ESPERANDO QUE DIOS PROVOQUE SU MATERIALIZACIÓN, CUANDO LA VERDAD ES QUE ÉL ESTÁ ESPERANDO A QUE NOSOTROS SIMPLEMENTE LOS CREAMOS Y LOS PONGAMOS EN ACCIÓN. 4 : LV V C LA MAYORÍA DE NOSOTROS, COMO CREYENTES, HEMOS COMETIDO UN Esto es lo que ha sucedido en gran medida con Juan 14:12-13. Multitudes de cristianos han tratado esas escrituras como versículos de oración. Han orado… y orado… y orado para que Dios haga que sucedan en sus vidas las palabras que Jesús dijo allí: «De cierto, de cierto les digo: El que cree en mí, hará también las obras que yo hago; y aún mayores obras hará, porque yo voy al Padre. Y todo lo que pidan al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo». // El problema radica en que éstos no son versículos de oración. Son una realidad ya materializada. Jesús ya fue al Padre; por lo tanto, nosotros no tenemos que orar para que Dios nos otorgue el privilegio y el poder de hacer las obras de Jesús. ¡Él ya nos ha dado ese poder! // A través de Su muerte, resurrección y ascensión, Jesús le ha dado a cada creyente, en cualquier lugar, el derecho a pedir (o "demandar", como lo representa el griego con mayor precisión) en Su Nombre y obtener los mismos resultados que Jesús obtendría. // Eso fue lo que Pedro hizo en Hechos 3. ¿Recuerdas la historia? Él y Juan pasaron al lado de un hombre cojo en la entrada del templo, cuando el hombre les pidió una l imosna: «Entonces Pedro, que estaba con Juan, fijó la mirada en el cojo y le dijo: «¡Míranos!» El cojo se les quedó mirando, porque esperaba que ellos le dieran algo, pero Pedro le dijo: «No tengo oro ni plata, pero de lo que tengo te doy. En el nombre de Jesucristo de Nazaret, ¡levántate y anda!» Y tomándolo de la mano derecha, lo levantó, ¡y al momento se le afirmaron los pies y los tobillos! El cojo se puso en pie de un salto, y se echó a andar; luego entró con ellos en el templo, mientras saltaba y alababa a Dios» (versículos 4-8). Podrías decir: "Sí, hermano Copeland, pero eso sucedió porque Pedro era un apóstol".

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